miércoles, 8 de junio de 2016

It doesn’t matter how much you close your heart, with the time you begin to care. So let’s run.

El sitio donde se llevaría a cabo el evento de caridad era en un edificio pequeño y de apariencia clásica que se encontraba cercano a uno de los pequeños parques entre la zona de viviendas de la ciudad donde Lena vivía, este se encontraba casi en los límites con la ciudad vecina y el gobierno era dueño de él para usarlo en reuniones.

El edificio estaba pintado de blanco con marcos hechos de ladrillo barnizado en un color más oscuro como el caoba, similar al color de la madera en las puertas y marcos de las ventanas. La entrada principal llevaba a un patio rodeado por los demás espacios que tenía el edificio los cuales los delimitaban más puertas y ventanales.

Lena y Naran, quienes habían llegado a la hora exacta marcada en la propaganda, ya se encontraban dentro de uno de los salones del lugar acomodando los paquetes de comida que le entregarían a las familias de la clase más vulnerable, otros de los voluntarios estaban organizando ropa, juguetes y herramientas, unas más se encontraban en la cocina del lugar preparando la comida que les darían en esa reunión.

En cuanto Sara llegó, treinta minutos más tarde, los organizadores pidieron un poco más de velocidad pues los invitados estaban por llegar, además de que fueron revisando lo que ya se tenía y dando consejos sobre cómo actuar con los que llegarían. También les avisaron que al final se darían pláticas y capacitación para futuros eventos y un tipo de informe sobre lo que ya habían logrado en los pasados cinco años que llevaban haciendo ese tipo de caridad.

Aún cuando Naran trató de mantenerse en medio de las dos chicas, terminó por dejarlas solas al ser la que más rápido trabajaba y la que más participaba con el resto para ayudarlos, además de que cuando fue el momento de ya entregar los paquetes a los pobres e indigentes, fue quien más se entretuvo con ellos.

A lo lejos tanto Lena como Sara la vieron sonreír con honestidad provocando que esas personas que la escuchaban y veían imitaran la felicidad que desbordaba de ella. Los niños eran quienes no dejaban de seguirla pidiéndole que jugara con ellos o inventando cualquier cosa para que se quedara con ellos por más tiempo, sin embargo el resto de los invitados también terminaba por acapararla en cuanto los niños se distraían.

—Ella iba a venir, le hubiera dado el papel o no —Lena se sobresaltó al escuchar la voz de Sara tan cerca pues se había distraído tanto con Naran que no había notado el momento en que su antigua agresora rompió con la distancia que había tomado desde que la tercera de ellas se había alejado—. Esos cinco niños que se acaban de abrir paso entre las piernas de los adultos son los mismos que ve todos los lunes y miércoles.

A pesar de que Lena quería dudar más de todo lo que ella le dijera, no podía negarse a ver cómo los cinco niños que había señalado demostraban una familiaridad y confianza hacia su amiga más que el resto que no dejaba de parecer un tanto tímidos.

—¿Te vas a quedar para lo de la tarde? —ignorando el miedo que aún le provocaba, Sara insistió en seguir hablándole como si nada hubiese ocurrido.

—Sí… sólo llamaré a mis papás para avisarles…

Como una salvación, una pequeña niña agarrada de la mano de la que parecía ser su amiga, se acercaron a donde ellas estaban, al inicio sólo las vieron con timidez para después concentrarse en los paquetes de juguetes que aún tenían ellas.

—¿Quieren una muñeca o un juego de té? —Lena les sonrió tan cálidamente como podía mientras les mostraba lo que había mencionado.

—No, déjalas elegir de lo demás también —Sara se hincó para desperdigar por el suelo otros de los juguetes que tenían, aún si eran para niño. Las dos pequeñas se acuclillaron sin preocuparse de no mostrar su ropa interior, juntas vieron los objetos sin atreverse a tocarlos hasta que las dos chicas comenzaron a hablarles más intentando darles más confianza.

Una de las niñas ya sonreía cuando frente a las dos chicas llegaron más pequeños que querían ver lo que aún tenían, al inicio se sorprendieron y se sintieron confundidas porque las hubieran notado de esa forma hasta que vieron a Naran desde el otro lado del patio señalándolas mientras hablaba con otro pequeño grupo de niños, en cuanto notó sus miradas, les sonrió antes de volver a concentrarse en los adultos.


Hasta las cinco de la tarde los invitados por fin desalojaron el lugar, algunos de los voluntarios se sentaron a comer y descansar un poco mientras que otros pocos seguían recogiendo ya que habían comido antes o habían llegado más tarde que el resto. Para las seis y media la mitad del lugar ya estaba más recogido por lo que los que iban a quedarse a capacitación pasaron a una de las aulas del edificio a recibir esa información que esperaban.

De nuevo Naran se sentó entre ellas a pesar de que Sara se hubiera alejado dos lugares de ellas con la intención de seguir disimulando su interés por la chica, sin embargo su lejanía volvió a perderse cuando les pidieron formar equipos de tres o cuatro personas.

Les aplicaron un sencillo ejercicio a mitad de la capacitación para probar la forma en que trabajarían en equipo, sus métodos para solución de problemas y un poco del tipo de razonamiento que tenían.

Ya llevaban la mitad resuelta cuando Naran se levantó para ir al baño; prácticamente las tres se sintieron ansiosas ya que la separación entre Lena y Sara esta vez era mucho menor y que debían continuar con el trabajo, Naran esperaba que después de lo último, ambas al menos ya se soportaran un poco más mientras que las dos chicas sólo deseaban que la tercera se apresurara. Y, de hecho, no habían pasado más de dos minutos cuando Naran volvió a su lugar entre ellas.

—Eso fue demasiado rápido —aunque no quisiera admitirlo, Lena pensó lo mismo que Sara se atrevió a decir.

—Ah sí… es que no fui —para sorpresa de ambas, Naran se mostró incómoda y hasta un tanto avergonzada, cada una de ellas hizo su propia lista de posibles razones aunque no estaban muy seguras de que las hubiera—. ¿No se les hizo que estaban muy escondidos?

Las dos que ya los habían visto antes se vieron entre ellas sin darse cuenta, aunque tenía razón. Desde la entrada principal, los  sanitarios se encontraban hacia la cuarta puerta de la derecha, esta te llevaba a una pequeña habitación de tres por tres con dos puertas más siendo que la del fondo era la que te llevaba a una nueva habitación pequeña con tres puertas más, las del fondo eran las que tenían los letreros para damas y para caballeros, que todavía llevaban a unos baños muy amplios.

—Estaba un poco confuso para encontrarlos… supongo —Sara fue quien respondió sin comprender lo que la chica estaba pensando.

—Sí… algo… —Naran recuperó la fotocopia con las instrucciones del ejercicio tratando de concentrarse en ella a pesar de las miradas insistentes de las dos chicas que habían quedado confundidas con su comentario. Suspirando volvió a dejar el papel para verlas—. Lo siento, es que… no me gustan los lugares tan profundos, alejados del exterior… me hacen temer que si algo pasara ahí, nadie podría escuchar y dar ayuda…

—¿Pasar qué? —de nuevo fue Sara quien preguntó, la interrogada la observó con sorpresa por unos segundos antes de responder.

—Es lo que no sé —lentamente la sonrisa normal de su rostro regresó con sólo un poco de distancia en su mirar—. Sólo siento el miedo pero no la razón, por eso es que mis intentos por superarlo no han servido.

Naran se negó a dar más información o seguir con el tema usando de excusa el ejercicio que debían terminar. Cuando las seis dieron, la capacitación se dio por terminada por lo que las tres chicas salieron y en silencio caminaron a la avenida principal donde pudieran tomar el transporte y a Lena la recogieran. El día siguiente, domingo, las capacitaciones continuarían sobre lo que sería la recolección de nuevas donaciones.

—Yo mañana no podré venir —Lena se disculpó al hablar, Sara se encogió de hombros mientras que Naran le sonreía.

—Está bien, ya te contaré el lunes sobre lo que nos dieron.

Sin más por hablar, Lena se fue hacia su coche cuando este se hizo visible mientras su amiga se quedaba agitando la mano en forma de despedida y la otra chica se giraba a ver otro lado. Después de que ella se fuera, las otras dos se quedaron encerradas dentro de sus propios pensamientos esperando sus transportes que a esa hora pasaban con menor frecuencia o muy llenos.

—Ahí viene el mío… —Naran se acercó más a la orilla, Sara hubiera querido seguirla pues estaba casi segura de que ahora sí iría directo a su casa, sin embargo ya era demasiado tarde y sus padres la creerían mentirosa de nuevo, así que sólo se despidió de ella y se fue más atrás pues su camión era el siguiente. De esa forma se quedó conforme con sólo saber la dirección y paradas del transporte que la acercaba a su casa aunque aún había muchas otras posibilidades.


Y así los días siguieron pasando, Sara constantemente olvidaba que Naran algún día se iría de su escuela por lo que aplazaba el seguirla hasta su casa mientras reconstruía la “confianza” de sus padres hacia ella; por otro lado Lena era quien no dejaba de pensarlo debido a que Naran parecía estar más distante.

Al final del tercer mes desde su llegada, Naran se enfermó de nuevo al grado de que faltó tres días seguidos hasta que regresó con su cubre bocas y ropa térmica, los cuales utilizó por una semana completa hasta que por fin pareció recuperar un poco de su salud aunque su energía no asemejaba lo mismo.

Para el cuarto mes Sara y Lena seguían ignorándose en la escuela usando únicamente el correo; fue hasta ese mes que Lena había convencido a sus padres de que la dejaran volver a irse sola y salir con sus amigos, por eso fue que pudo acompañar un par de veces a Sara al seguir a la otra chica ya que sin darse cuenta el miedo que le tenía había disminuido enormemente.

Cuando notaron el cambio radical en Naran, las dos insistieron por separado en invitarla a sus casas en los fines de semana. La primera en lograrlo fue Sara cuando invitó a Lena al igual que a Naran, esa primera vez se encontraron las tres solas, hasta cerca de la hora de irse, por lo que la curiosidad por su relación con sus padres no tardó en ser saciada. Por otro lado, la visita a la casa de Lena tuvo que ser únicamente entre Naran y ella ya que no quería aún que sus padres supieran de ella aunque no les había dicho el nombre.

En ambas visitas Naran había sido la misma chica atenta, amable, honesta y alegre que siempre, los padres de Lena se encantaron con ella y más sabiendo que se trataba de la que había hablado por su querida hija. Lo poco que los padres de Sara conocieron de ella también los dejó un tanto fuera de su mundo de trabajo para observar un poco no sólo a las dos visitas, sino también a su propia hija.

Cumpliéndose el quinto mes de nuevo se enfermó empezando por una infección en su ojo derecho que la obligó a usar un parche por tres días y que terminó en su falta de nuevo por una infección gástrica. De esa forma la mitad de ese mes la cumplió reponiendo los apuntes y exámenes que no había realizado además de que poco seguía la rutina que antes había estado realizando sin falta, por ello fue que las dos chicas insistieron más en seguir a la otra en su extraño vagabundeo vespertino.

Fue un día cercano a la última semana del quinto mes que las dos chicas, mitad desesperadas por la oscuridad que creían que crecía alrededor de Naran, decidieron por fin seguirla hasta su casa sin importar lo tarde que regresara; para esto Lena pidió permiso a sus padres para quedarse en casa de una amiga mientras que Sara tuvo que mentir con sus padres de que regresarían un poco más tarde por algo que Lena olvidaría.

Como espías concentradas en su objetivo, las dos chicas mantuvieron una buena distancia detrás de Naran durante todo su trayecto hacia su casa a las siete y media de la noche. Cambió dos veces de transporte en un viaje que duró casi una hora, lo que sólo incrementó la ansiedad de Lena por estar tan tarde fuera de su casa y lejos con una chica que meses atrás la había tratado tan mal, sin embargo muchos de sus pensamientos negativos se acallaban al distinguir una indescifrable mirada en la que seguían.

Hasta que se aseguraron de verla entrar a una de las casas de la calle por la que había caminado, localizada en una de las colonias de mejor apariencia en la ciudad, las dos chicas se regresaron tan rápido como pudieron con ayuda de un taxi al que decidieron subir sin preocuparse demasiado por el peligro que pudiera significar pues la alegría de por fin conocer el hogar de la chica las animaba a dar los últimos pasos.

Aún así la siguiente fase de su plan tuvo que esperar a causa de sus exámenes y de la espera de la mejor oportunidad de ir a buscarla si ella se seguía negando a llevarlas. Sara creía que se trataba de una excusa para que nadie viera el tipo de lugar donde vivía y se hicieran falsas ideas, mientras que Lena pensaba constantemente en la verdadera razón que podía llevarla a ocultar su dirección, lo que usualmente se revolvía con su conciencia sobre estar violando su privacidad y derecho de no decirles.

El primer fin de semana del sexto mes fue cuando la oportunidad perfecta se presentó pues el viernes Naran les avisó de que no iría los dos días siguientes a la caridad por asuntos en su casa, por ello fue que las otras dos chicas acordaron ir a verla en la tarde aunque no estaban seguras de qué decirle para explicarle la forma en que sabían dónde vivía.

Acababan de dar las dos de la tarde cuando ya se encontraban de camino hacia la casa de Naran. Una de ellas se sentía nerviosa por la reacción que pudieran provocar en ella mientras que la otra se sentía curiosa por terminar de desentrañar el misterio que la rodeaba aunque la preocupación de que algo iban a encontrar no le estaba agradando demasiado.

Casi eran las tres cuando se encontraron a una casa de distancia de donde su amiga se suponía que vivía. Se detuvieron, la una a la otra se vio esperando encontrar el valor para avanzar, en silencio se tranquilizaron mientras daban los primeros pasos hacia la entrada. Entonces vieron lo que no debían haber visto.

De la casa a la que deseaban acercarse salió la chica que buscaban. Naran se detuvo en seco al verlas al igual que ellas lo hacían. Al inicio su mirada fue de sorpresa, después cambió para mostrar un poco de miedo hasta que toda emoción se desfiguró en tristeza; sus ojos se humedecieron, su garganta se cerró y sus manos temblaron.

Lena y Sara quedaron inmóviles, mudas y sorprendidas, una sintió su propio corazón estrujarse por la confianza que creía haber roto mientras la otra lo sentía por todo lo que antes había pensado.

Cuando quisieron acercarse a ella, esta retrocedió, como un pequeño animal asustado, antes de correr de regreso a su casa donde cerró de un portazo. Sara y Lena vieron las cortinas de la ventana, a la izquierda de la puerta moverse, sutilmente hasta que todo alrededor pareció guardar el mismo silencio que ellas.

Entonces supieron lo que no debieron de haber conocido.


El lunes Naran no se presentó, ni el siguiente día ni el siguiente; hasta el viernes todos recibieron la noticia de que la chica ya había vuelto a mudarse por lo que no regresaría a tener clases de ellos de nuevo, o por lo menos un tiempo.


Lena y Sara terminaron de nuevo su relación por un mes, la culpa no dejó de atormentarlas ni cuando se volvieron a hablar, ya sin preocuparse porque el resto las viera. Hasta ese momento ambas volvieron a ayudar de la forma en que Naran les había enseñado esperando que algún día pudieran volver a verla para disculparse. 

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