El sitio donde se llevaría a cabo el
evento de caridad era en un edificio pequeño y de apariencia clásica que se
encontraba cercano a uno de los pequeños parques entre la zona de viviendas de
la ciudad donde Lena vivía, este se encontraba casi en los límites con la ciudad
vecina y el gobierno era dueño de él para usarlo en reuniones.
El edificio estaba pintado de blanco con
marcos hechos de ladrillo barnizado en un color más oscuro como el caoba,
similar al color de la madera en las puertas y marcos de las ventanas. La entrada
principal llevaba a un patio rodeado por los demás espacios que tenía el
edificio los cuales los delimitaban más puertas y ventanales.
Lena y Naran, quienes habían llegado a la
hora exacta marcada en la propaganda, ya se encontraban dentro de uno de los
salones del lugar acomodando los paquetes de comida que le entregarían a las
familias de la clase más vulnerable, otros de los voluntarios estaban
organizando ropa, juguetes y herramientas, unas más se encontraban en la cocina
del lugar preparando la comida que les darían en esa reunión.
En cuanto Sara llegó, treinta minutos más
tarde, los organizadores pidieron un poco más de velocidad pues los invitados
estaban por llegar, además de que fueron revisando lo que ya se tenía y dando
consejos sobre cómo actuar con los que llegarían. También les avisaron que al
final se darían pláticas y capacitación para futuros eventos y un tipo de
informe sobre lo que ya habían logrado en los pasados cinco años que llevaban
haciendo ese tipo de caridad.
Aún cuando Naran trató de mantenerse en
medio de las dos chicas, terminó por dejarlas solas al ser la que más rápido
trabajaba y la que más participaba con el resto para ayudarlos, además de que
cuando fue el momento de ya entregar los paquetes a los pobres e indigentes,
fue quien más se entretuvo con ellos.
A lo lejos tanto Lena como Sara la vieron
sonreír con honestidad provocando que esas personas que la escuchaban y veían imitaran
la felicidad que desbordaba de ella. Los niños eran quienes no dejaban de
seguirla pidiéndole que jugara con ellos o inventando cualquier cosa para que
se quedara con ellos por más tiempo, sin embargo el resto de los invitados
también terminaba por acapararla en cuanto los niños se distraían.
—Ella iba a venir, le hubiera dado el
papel o no —Lena se sobresaltó al escuchar la voz de Sara tan cerca pues se
había distraído tanto con Naran que no había notado el momento en que su
antigua agresora rompió con la distancia que había tomado desde que la tercera
de ellas se había alejado—. Esos cinco niños que se acaban de abrir paso entre las
piernas de los adultos son los mismos que ve todos los lunes y miércoles.
A pesar de que Lena quería dudar más de
todo lo que ella le dijera, no podía negarse a ver cómo los cinco niños que
había señalado demostraban una familiaridad y confianza hacia su amiga más que
el resto que no dejaba de parecer un tanto tímidos.
—¿Te vas a quedar para lo de la tarde? —ignorando
el miedo que aún le provocaba, Sara insistió en seguir hablándole como si nada
hubiese ocurrido.
—Sí… sólo llamaré a mis papás para
avisarles…
Como una salvación, una pequeña niña
agarrada de la mano de la que parecía ser su amiga, se acercaron a donde ellas
estaban, al inicio sólo las vieron con timidez para después concentrarse en los
paquetes de juguetes que aún tenían ellas.
—¿Quieren una muñeca o un juego de té? —Lena
les sonrió tan cálidamente como podía mientras les mostraba lo que había
mencionado.
—No, déjalas elegir de lo demás también
—Sara se hincó para desperdigar por el suelo otros de los juguetes que tenían,
aún si eran para niño. Las dos pequeñas se acuclillaron sin preocuparse de no
mostrar su ropa interior, juntas vieron los objetos sin atreverse a tocarlos
hasta que las dos chicas comenzaron a hablarles más intentando darles más
confianza.
Una de las niñas ya sonreía cuando frente
a las dos chicas llegaron más pequeños que querían ver lo que aún tenían, al
inicio se sorprendieron y se sintieron confundidas porque las hubieran notado
de esa forma hasta que vieron a Naran desde el otro lado del patio señalándolas
mientras hablaba con otro pequeño grupo de niños, en cuanto notó sus miradas,
les sonrió antes de volver a concentrarse en los adultos.
Hasta las cinco de la tarde los invitados
por fin desalojaron el lugar, algunos de los voluntarios se sentaron a comer y
descansar un poco mientras que otros pocos seguían recogiendo ya que habían
comido antes o habían llegado más tarde que el resto. Para las seis y media la
mitad del lugar ya estaba más recogido por lo que los que iban a quedarse a
capacitación pasaron a una de las aulas del edificio a recibir esa información
que esperaban.
De nuevo Naran se sentó entre ellas a
pesar de que Sara se hubiera alejado dos lugares de ellas con la intención de
seguir disimulando su interés por la chica, sin embargo su lejanía volvió a
perderse cuando les pidieron formar equipos de tres o cuatro personas.
Les aplicaron un sencillo ejercicio a
mitad de la capacitación para probar la forma en que trabajarían en equipo, sus
métodos para solución de problemas y un poco del tipo de razonamiento que
tenían.
Ya llevaban la mitad resuelta cuando Naran
se levantó para ir al baño; prácticamente las tres se sintieron ansiosas ya que
la separación entre Lena y Sara esta vez era mucho menor y que debían continuar
con el trabajo, Naran esperaba que después de lo último, ambas al menos ya se
soportaran un poco más mientras que las dos chicas sólo deseaban que la tercera
se apresurara. Y, de hecho, no habían pasado más de dos minutos cuando Naran
volvió a su lugar entre ellas.
—Eso fue demasiado rápido —aunque no
quisiera admitirlo, Lena pensó lo mismo que Sara se atrevió a decir.
—Ah sí… es que no fui —para sorpresa de
ambas, Naran se mostró incómoda y hasta un tanto avergonzada, cada una de ellas
hizo su propia lista de posibles razones aunque no estaban muy seguras de que
las hubiera—. ¿No se les hizo que estaban muy escondidos?
Las dos que ya los habían visto antes se
vieron entre ellas sin darse cuenta, aunque tenía razón. Desde la entrada
principal, los sanitarios se encontraban
hacia la cuarta puerta de la derecha, esta te llevaba a una pequeña habitación
de tres por tres con dos puertas más siendo que la del fondo era la que te
llevaba a una nueva habitación pequeña con tres puertas más, las del fondo eran
las que tenían los letreros para damas y para caballeros, que todavía llevaban
a unos baños muy amplios.
—Estaba un poco confuso para encontrarlos…
supongo —Sara fue quien respondió sin comprender lo que la chica estaba
pensando.
—Sí… algo… —Naran recuperó la fotocopia
con las instrucciones del ejercicio tratando de concentrarse en ella a pesar de
las miradas insistentes de las dos chicas que habían quedado confundidas con su
comentario. Suspirando volvió a dejar el papel para verlas—. Lo siento, es que…
no me gustan los lugares tan profundos, alejados del exterior… me hacen temer
que si algo pasara ahí, nadie podría escuchar y dar ayuda…
—¿Pasar qué? —de nuevo fue Sara quien
preguntó, la interrogada la observó con sorpresa por unos segundos antes de
responder.
—Es lo que no sé —lentamente la sonrisa
normal de su rostro regresó con sólo un poco de distancia en su mirar—. Sólo
siento el miedo pero no la razón, por eso es que mis intentos por superarlo no
han servido.
Naran se negó a dar más información o
seguir con el tema usando de excusa el ejercicio que debían terminar. Cuando
las seis dieron, la capacitación se dio por terminada por lo que las tres
chicas salieron y en silencio caminaron a la avenida principal donde pudieran
tomar el transporte y a Lena la recogieran. El día siguiente, domingo, las
capacitaciones continuarían sobre lo que sería la recolección de nuevas
donaciones.
—Yo mañana no podré venir —Lena se
disculpó al hablar, Sara se encogió de hombros mientras que Naran le sonreía.
—Está bien, ya te contaré el lunes sobre
lo que nos dieron.
Sin más por hablar, Lena se fue hacia su
coche cuando este se hizo visible mientras su amiga se quedaba agitando la mano
en forma de despedida y la otra chica se giraba a ver otro lado. Después de que
ella se fuera, las otras dos se quedaron encerradas dentro de sus propios
pensamientos esperando sus transportes que a esa hora pasaban con menor
frecuencia o muy llenos.
—Ahí viene el mío… —Naran se acercó más a
la orilla, Sara hubiera querido seguirla pues estaba casi segura de que ahora
sí iría directo a su casa, sin embargo ya era demasiado tarde y sus padres la
creerían mentirosa de nuevo, así que sólo se despidió de ella y se fue más atrás
pues su camión era el siguiente. De esa forma se quedó conforme con sólo saber la
dirección y paradas del transporte que la acercaba a su casa aunque aún había
muchas otras posibilidades.
Y así los días siguieron pasando, Sara
constantemente olvidaba que Naran algún día se iría de su escuela por lo que
aplazaba el seguirla hasta su casa mientras reconstruía la “confianza” de sus
padres hacia ella; por otro lado Lena era quien no dejaba de pensarlo debido a
que Naran parecía estar más distante.
Al final del tercer mes desde su llegada,
Naran se enfermó de nuevo al grado de que faltó tres días seguidos hasta que
regresó con su cubre bocas y ropa térmica, los cuales utilizó por una semana
completa hasta que por fin pareció recuperar un poco de su salud aunque su
energía no asemejaba lo mismo.
Para el cuarto mes Sara y Lena seguían
ignorándose en la escuela usando únicamente el correo; fue hasta ese mes que
Lena había convencido a sus padres de que la dejaran volver a irse sola y salir
con sus amigos, por eso fue que pudo acompañar un par de veces a Sara al seguir
a la otra chica ya que sin darse cuenta el miedo que le tenía había disminuido enormemente.
Cuando notaron el cambio radical en Naran,
las dos insistieron por separado en invitarla a sus casas en los fines de
semana. La primera en lograrlo fue Sara cuando invitó a Lena al igual que a
Naran, esa primera vez se encontraron las tres solas, hasta cerca de la hora de
irse, por lo que la curiosidad por su relación con sus padres no tardó en ser saciada.
Por otro lado, la visita a la casa de Lena tuvo que ser únicamente entre Naran
y ella ya que no quería aún que sus padres supieran de ella aunque no les había
dicho el nombre.
En ambas visitas Naran había sido la misma
chica atenta, amable, honesta y alegre que siempre, los padres de Lena se
encantaron con ella y más sabiendo que se trataba de la que había hablado por
su querida hija. Lo poco que los padres de Sara conocieron de ella también los
dejó un tanto fuera de su mundo de trabajo para observar un poco no sólo a las
dos visitas, sino también a su propia hija.
Cumpliéndose el quinto mes de nuevo se
enfermó empezando por una infección en su ojo derecho que la obligó a usar un
parche por tres días y que terminó en su falta de nuevo por una infección
gástrica. De esa forma la mitad de ese mes la cumplió reponiendo los apuntes y
exámenes que no había realizado además de que poco seguía la rutina que antes
había estado realizando sin falta, por ello fue que las dos chicas insistieron
más en seguir a la otra en su extraño vagabundeo vespertino.
Fue un día cercano a la última semana del
quinto mes que las dos chicas, mitad desesperadas por la oscuridad que creían
que crecía alrededor de Naran, decidieron por fin seguirla hasta su casa sin
importar lo tarde que regresara; para esto Lena pidió permiso a sus padres para
quedarse en casa de una amiga mientras que Sara tuvo que mentir con sus padres
de que regresarían un poco más tarde por algo que Lena olvidaría.
Como espías concentradas en su objetivo,
las dos chicas mantuvieron una buena distancia detrás de Naran durante todo su
trayecto hacia su casa a las siete y media de la noche. Cambió dos veces de
transporte en un viaje que duró casi una hora, lo que sólo incrementó la
ansiedad de Lena por estar tan tarde fuera de su casa y lejos con una chica que
meses atrás la había tratado tan mal, sin embargo muchos de sus pensamientos
negativos se acallaban al distinguir una indescifrable mirada en la que seguían.
Hasta que se aseguraron de verla entrar a
una de las casas de la calle por la que había caminado, localizada en una de
las colonias de mejor apariencia en la ciudad, las dos chicas se regresaron tan
rápido como pudieron con ayuda de un taxi al que decidieron subir sin
preocuparse demasiado por el peligro que pudiera significar pues la alegría de por
fin conocer el hogar de la chica las animaba a dar los últimos pasos.
Aún así la siguiente fase de su plan tuvo
que esperar a causa de sus exámenes y de la espera de la mejor oportunidad de
ir a buscarla si ella se seguía negando a llevarlas. Sara creía que se trataba de
una excusa para que nadie viera el tipo de lugar donde vivía y se hicieran
falsas ideas, mientras que Lena pensaba constantemente en la verdadera razón
que podía llevarla a ocultar su dirección, lo que usualmente se revolvía con su
conciencia sobre estar violando su privacidad y derecho de no decirles.
El primer fin de semana del sexto mes fue
cuando la oportunidad perfecta se presentó pues el viernes Naran les avisó de
que no iría los dos días siguientes a la caridad por asuntos en su casa, por
ello fue que las otras dos chicas acordaron ir a verla en la tarde aunque no
estaban seguras de qué decirle para explicarle la forma en que sabían dónde vivía.
Acababan de dar las dos de la tarde cuando
ya se encontraban de camino hacia la casa de Naran. Una de ellas se sentía
nerviosa por la reacción que pudieran provocar en ella mientras que la otra se
sentía curiosa por terminar de desentrañar el misterio que la rodeaba aunque la
preocupación de que algo iban a encontrar no le estaba agradando demasiado.
Casi eran las tres cuando se encontraron a
una casa de distancia de donde su amiga se suponía que vivía. Se detuvieron, la
una a la otra se vio esperando encontrar el valor para avanzar, en silencio se tranquilizaron
mientras daban los primeros pasos hacia la entrada. Entonces vieron lo que no
debían haber visto.
De la casa a la que deseaban acercarse
salió la chica que buscaban. Naran se detuvo en seco al verlas al igual que
ellas lo hacían. Al inicio su mirada fue de sorpresa, después cambió para
mostrar un poco de miedo hasta que toda emoción se desfiguró en tristeza; sus
ojos se humedecieron, su garganta se cerró y sus manos temblaron.
Lena y Sara quedaron inmóviles, mudas y
sorprendidas, una sintió su propio corazón estrujarse por la confianza que
creía haber roto mientras la otra lo sentía por todo lo que antes había
pensado.
Cuando quisieron acercarse a ella, esta
retrocedió, como un pequeño animal asustado, antes de correr de regreso a su
casa donde cerró de un portazo. Sara y Lena vieron las cortinas de la ventana,
a la izquierda de la puerta moverse, sutilmente hasta que todo alrededor
pareció guardar el mismo silencio que ellas.
Entonces supieron lo que no debieron de
haber conocido.
El lunes Naran no se presentó, ni el
siguiente día ni el siguiente; hasta el viernes todos recibieron la noticia de
que la chica ya había vuelto a mudarse por lo que no regresaría a tener clases
de ellos de nuevo, o por lo menos un tiempo.
Lena y Sara terminaron de nuevo su
relación por un mes, la culpa no dejó de atormentarlas ni cuando se volvieron a
hablar, ya sin preocuparse porque el resto las viera. Hasta ese momento ambas
volvieron a ayudar de la forma en que Naran les había enseñado esperando que
algún día pudieran volver a verla para disculparse.
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