viernes, 3 de junio de 2016

But no matter how good a person is, there’s always flaws in people hearts. Tell me how big or bad are yours.

Los días después del incidente pasaron con tensión. Naran parecía la misma chica amable y tierna que había demostrado desde su llegada, a pesar de ello muchos de sus compañeros habían decidido alejarse más de ella por miedo a que cuando regresaran las otras dos, ella se volviera su nuevo y único objetivo en su búsqueda de venganza, aunque a la chica ya no tan nueva parecía no importarle.

Lena siguió siendo tímida e insegura durante los primeros cuatro días hasta que poco a poco fue recuperando confianza de que las dos abusivas no la molestarían de nuevo pues sus padres la llevaban y traían de su casa a la escuela y viceversa. Muchos creyeron volver a ver en ella una porción de la alegría que solía tener antes de volverse la víctima, sin embargo seguía sola pues los que habían sido sus amigos en el primer año, ahora estaban demasiado avergonzados como para creer que podían volverle a hablar igual.

Los primeros días, tanto Naran como Lena, se evitaron de todas las formas posibles aunque sin parecer groseras; después fue Lena quien demostró el interés por esa joven siempre alegre y amable aun cuando Naran la trataba de la misma forma que al resto, sólo con un poco de precaución de más.

Durante la primera semana la chica nueva fue acompañada por los tres chicos en una porción de su camino de regreso a su casa en caso de que las dos suspendidas la acecharan para vengarse lejos del territorio de la escuela.

La sexta mañana después del incidente, Naran llegó saludando a sus compañeros como cada mañana hasta que se quedó sola en su lugar donde permaneció revisando sus apuntes de la clase anterior.

En los asientos de más atrás Lena la observaba pues el deseo de hablarle o ser más cercana a ella se incrementaba con cada día que pasaba sin el temor por las dos chicas suspendidas, aun cuando sabía que esa tranquilidad podía terminarse la siguiente semana para dar paso a un infierno peor al anterior. El deseo por agradecerle el haberse enfrentado a las que creía sus amigas era lo que le provocaba ese nerviosismo por ir con ella, le tensaba los hombros, le aceleraba el pulso, le hacía las palmas sudar mientras, internamente, se suplicaba a sí misma por el valor para levantarse e ir hacia Naran.

Sin embargo su duda y temor fueron mayores, Damián le ganó la oportunidad al sentarse en la banca detrás de ella, donde Sara había estado antes. Le sopló suavemente en el oído al mismo tiempo que pasaba su dedo índice por encima del cuello de tortuga que ese día vestía bajo la camisa del uniforme.

—¿Por qué tan tapada? Ya estamos en febrero, ya no hace tanto frío —la primera reacción ante el contacto y el sonido detrás de su oído había sido de completa sorpresa por lo inesperado, no obstante Lena fue capaz de notar algo más en el mirar de Naran, aunque esta regresó a su sonrisa característica en cuanto identificó a Damián.

—Siempre he sido alguien que se enferma con facilidad, hoy en la mañana hacía frío así que por eso la uso —se encogió de hombros mientras regresaba su atención a su cuaderno.

—Ya veo… —el chico alargó su silencio unos escasos segundos—. No creí que fueras tan delicada.

En respuesta, Naran se giró hacia él mostrándole la lengua en un acto infantil por lo que Damián le pegó con suavidad en la nariz: —En realidad quería preguntarte algo —sospechosamente, el chico vio hacia los lados antes de volver a hablar por lo que Naran no pudo evitar sentirse incómoda—. ¿Cómo supiste lo de Lena? ¿Estuviste con ellas cuando lo hicieron?

—No, yo sólo me di cuenta de que algo le habían hecho —la sonrisa que esta vez hizo fue como de disculpa por no tener una mejor explicación. El resto de preguntas que quiso hacerle fue interrumpido por el toque de la campana y entrada de sus compañeros así que Damián se regresó a su lugar.

En la hora de salida Naran por fin pudo convencerlos de que no habría peligro de ningún tipo si se iba sola; a lo lejos Lena, mientras se subía a su coche, la vio dejar los alrededores de la escuela sin sus amigos pero no pudo hacer más que desear que nada malo le pasara.


Ese día estaba ligeramente nublado, Alicia estaba castigada por la suspensión por lo que tenía prohibido dejar su casa sola mientras que Sara el castigo sólo se hacía efectivo cuando sus padres se encontraban en casa, lo que era desde las siete de la tarde a las siete de la mañana así que tenía tiempo de escabullirse fuera antes de que regresaran.

De esa forma había estado vigilando a Naran cada tarde, había maldecido que sus tres príncipes no la dejaran en paz toda la tarde hasta que el atardecer los obligaba a separarse. Sara no había podido investigar aún dónde era que la traidora vivía pues siempre se regresaba tarde, además de que tomaba un transporte diferente cada día. Por eso fue que ese sexto día de espera le fue suficiente para recuperar un poco de su humor al saber que ese sería el inicio de su venganza, la cual no se trataría de una simple descarga de golpes ya que la investigaría tanto como pudiera para exponerla frente al resto como ella lo había hecho.

La siguió en el mismo transporte que tomó al mantenerse en los asientos más cercanos a la entrada en lo que su objetivo se iba hasta atrás a seguir comportándose como la chica perfecta que le gustaba aparentar.

Cambió tres veces de transporte, como si no llevara un mes en esa ciudad o al menos eso le pareció a Sara pues creía que no era posible moverse tan bien en poco tiempo si tomaba en cuenta que no la había visto ir tan lejos cuando aún se juntaban aunque Naran sí les había hecho algunas preguntas sobre los alrededores o puntos de interés, no obstante ninguna parecía ser la opción del lugar al que se dirigía.

Serpenteó entre las calles al llegar a la colonia más cercana al centro, a Sara le parecía que buscaba algo aunque tampoco podía quitarse la sensación de que Naran realmente sabía a dónde se dirigía.

Incluso alguien como Sara comenzaba a sentirse insegura o incómoda en esas calles sintiendo que drogadictos o asaltantes les aparecerían en alguna esquina. Quería regresarse, quería terminar con su idea de buscarle puntos negativos a la chica “perfecta”, sin embargo el odio y la curiosidad, junto a un poco de su orgullo la obligaban a seguirla un poco más.

De esa forma llegaron a un terreno abandonado donde un pedazo de casa se mantenía aún de pie en medio de la maleza de lo que parecía haber sido el jardín. Naran no se detuvo, siguió hasta quedar cerca de la entrada de esa construcción por la que salieron un grupo de perros que en lugar de gruñirle, la saludaron moviendo sus colas con alegría y soltando quedos ladridos.

—Debes estar bromeando… —susurró para sí misma Sara al notar que la amabilidad de la chica seguía pareciendo un estúpido cliché; la ira regresó a ella, quería saltarle encima y golpearla hasta hacerla llorar y disculparse, quería someterla hasta que le temiera cada que se le acercara.

De los alrededores aparecieron cinco niños de ropas rotas y sucias, con precaución se fueron acercando a la chica y los perros hasta que ella les sonrió para animarlos junto a un simple saludo. Naran se agachó, mientras los perros jugaban con los niños, para sacar de su mochila un bolsa con croquetas y una bolsa con algo sanguinolento que Sara supuso que se trataba de carne de desecho; los perros volvieron a rodear a la chica mientras que los niños se iban dentro de la casa para sacar un anafre viejo, roto y oxidado, que colocaron a la mitad donde ya habían arrancado la hierba.

A pesar de lo inútil que ya sentía el seguir en ese lugar, Sara no se movió hasta que Naran hubo apagado el fuego después de asegurarse de que los perros y los niños habían comido un poco de lo que había conseguido.

Recogiendo sus cosas y despidiéndose de todos, la chica volvió sobre sus pasos. Sara la siguió, ella misma ya tenía hambre por culpa del olor que la comida había desprendido, mientras que su objetivo seguía tan tranquila como siempre. Su regreso fue igual exceptuando la mitad del camino, antes de subirse al primer transporte, cuando se detuvo en una farmacia a comprar cosas que Sara no fue capaz de distinguir.

A poco de subirse al último transporte, Sara notó que la hora en que sus padres regresaban ya estaba cerca por lo que debía irse a su casa de inmediato si no quería que notaran lo que hacía así que tuvo que dejar la investigación de la localización de la casa de Naran para el siguiente día.

Al final su investigación nunca la llevó a la casa de Naran pues nunca regresaba antes de las siete. Cada día fue del inútil seguimiento de la chica nueva hacia sitios donde se detenía a mantener su fachada de chica buena siendo que el lunes iba con los niños y los perros, el martes de iba a una casa de ancianos, el miércoles iba a un albergue de animales, el jueves volvía con los niños y los perros y el viernes iba a una asociación de ayuda a las personas sin casa o pobres donde daban comida, enmendaban ropas o repartían nuevas, daban chequeos médicos sencillos y regalaban medicinas.

Sólo el jueves, antes de llegar a la construcción olvidada, se había detenido en otro lugar donde había algunas familias que pedían dinero en los semáforos de una avenida, ahí le había entregado a los más chicos juguetes y unas pulseras coloridas que a Sara le recordaron a una que Naran siempre llevaba y que estaba hecha de basura.


El final de la suspensión se dio, tanto Alicia como Sara regresaron a la escuela enfrentando las miradas sobre de ellas de forma que provocaban que el resto desviara la mirada. Lena volvió a mostrarse temerosa aunque se mantenía donde había más gente para evitar problemas, en cambio Naran siguió con su misma rutina matutina además de que los tres chicos de siempre no la dejaron sola de nuevo.

Cuando Sara cruzaba mirada con Lena, la veían con enojo sin embargo no intentaban nada más que ignorarla, por otro lado las dos chicas agresoras veían con un odio mayor a Naran aunque ella no les respondiera ni asustada ni hipócritamente, sólo intentaba que esas miradas fueran las menos posibles.

Durante toda la primera mitad del día no pudieron acercarse a ella, fue hasta el inicio del recreo donde lo harían, sin embargo fue Naran la primera en moverse al girar en su asiento en cuanto el maestro dejó el salón. Se quedó frente a Sara, provocando que el resto de sus compañeros se sorprendieran y se quedaran a satisfacer su curiosidad.

—Hay algo que deben saber, antes de que intenten lo que sea que quieran intentar —sin una pizca de flaqueza o miedo, la voz de Naran se escuchó con claridad aunque no gritara—. No las odio, no guardo rencor ni miedo, lo que hice no fue ni por perjudicarlas ni por ayudar a alguien en especial, yo sólo lo hice porque era lo correcto y me gustaría que ustedes puedan comprenderlo.

Dejándolas sorprendidas y algo furiosas, Naran salió del salón con los tres chicos detrás de ella a culpa de la misma sorpresa que entorpeció al resto de los presentes. Lo que le siguió al día detuvieron sus intentos hasta la hora de la salida aunque de nueva cuenta fueron frustrados por la presencia de los mismos tres.

—No los tendrás a tu alrededor toda la vida, estúpida, cuando eso pase nos la vas a pagar —los tres chicos la obligaron a caminar para que no les dijera nada que empeorara su humor, temían por ella a pesar de que Naran siguiera tan tranquila como siempre. No la veían sonreír o enojarse, simplemente su rostro estaba cerrado a lo que sea que pensara provocando en los tres confusión.

Al tercer día desde el regreso de las dos, Lena por fin tuvo el valor suficiente para hablarle a Naran ya que las otras dos aún no llegaban en la mañana, por eso le pidió a la chica que la siguiera al baño donde no podrían verlas sin que ellas lo notaran.

—Por favor… deja que te llevemos a tu casa en la tarde —la petición de Lena provocó sorpresa en la otra quién no pudo evitar verla con suspicacia por unos segundos—. Te dejamos cerca, si quieres…

—Estaré bien, gracias por la oferta pero no lo necesito —la sonrisa volvió al rostro de Naran, eso sólo provocó que la tímida chica dudara sobre qué tan consciente estaba de su situación—. De verdad, no tienes de qué preocuparte.

Debido a su castigo, Alicia no podía acompañar a Sara en seguir a Naran por lo que tendrían que esperar a que un día en la salida la dejaran sola, sin embargo sus planes se vieron frustrados sin previo aviso cuando los padres de Alicia decidieron mandarla a otra escuela después de una semana de planeación y arreglos.

Sin Alicia, Sara detuvo sus intentos contra Naran por un tiempo; si bien no deseaba que la vieran débil por no vengarse sin que su amiga estuviera, sabía que no tenía oportunidad si sus amigos no dejaban de acompañarla. Por eso fue que tuvo que abandonar su orgullo y tratar de pasar desapercibida un tiempo en lo que volvía a tomar las riendas de su propia vida, por ello se inventó la excusa de que primero necesitaba volver a ganarse la confianza de sus padres.

Lena retomó un poco de la confianza que había estado recuperando antes de que Sara volviera así que comenzó a juntarse de verdad con Naran en las mañanas ya que en el recreo aún los tres chicos seguían acompañándola. Sara notaba la fijación que su antigua víctima parecía haber desarrollado por la chica nueva a causa de un sentimiento de salvación, en cierta forma eso la molestaba mucho más que la imagen perfecta de Naran, aunque más la hacía enojar el no poder hacer algo para demostrarles que no debían sentirse tranquilas en su presencia.

Como cada mañana, Sara se quedó fumando a una calle de la escuela antes de que la campana sonara, no obstante su nueva rutina cambió a causa de Naran quien llegó con un cubre bocas y la verdadera apariencia de alguien enfermo pues tenía la piel visible algo pálida, ojeras bajo sus ojos y se movía con lentitud.

—Te dije que me enfermaba fácilmente —le respondió a Damián la pregunta silenciosa que le hizo al verla y acercarse a ella por su apariencia.

—Pero si te tapaste tanto —esta vez Víctor fue quien participó en la corta plática que impedía a Lena acercarse.

—Imagínate cómo estaría si no lo hubiera hecho —los tres chicos no pudieron recibir la sonrisa cálida de la chica a causa de su cubre bocas, sin embargo la alegría de sus ojos pareció ser suficiente para ellos, a pesar del cansancio que los acompañaba.

Antes de su hora del descanso, su grupo tuvo clase de educación física donde los chicos jugaron fútbol en la mitad del patio mientras que las chicas jugaban voleibol en la otra parte. A causa de su condición, Naran permaneció en los límites junto a los compañeros de reemplazo donde Lena estuvo al inicio al igual que Marco hasta que les tocó jugar.

Sara fue quien salió en lugar de Lena, la chica rebelde fue a sentarse un poco más alejada de donde el resto estaba aunque aún tenía una buena visibilidad de la chica perfecta que ahora se encontraba hablando con Víctor mientras veían al resto jugar. De alguna forma Sara le creía la enfermedad por el aspecto, sin embargo sentía que algo más había pues no la veía toser o estornudar como esperaba lo hiciera si estaba tan grave, aunque no confiaba en lo poco que sabía ya que ella misma nunca se había enfermado de esa forma.

De nuevo la curiosidad la llevó a seguirla al salir de clases. Como era lunes sabía ya bien a dónde se dirigiría así que pudo distraerse durante el inicio del trayecto con cosas que no fuera la obsesión que Lena había terminado por pegarle; de cierta forma ya no entendía si de verdad buscaba las flaquezas de Naran o si la curiosidad se trataba de una forma para entenderla, sin embargo no sentía el deseo de entenderse a sí misma por miedo a descubrir que había cambiado por culpa de esa extraña.

El tren de sus pensamientos se vio detenido cuando Naran cambió su ruta por una calle antes de llegar con los niños, entró a la misma farmacia que la semana pasada había visitado así que Sara sólo se alejó un poco para esperar a que terminara con la compra de la medicina para su supuesta enfermedad.

Después de eso, ya en la vieja construcción, se quedó con los niños dentro por más tiempo que la vez anterior a pesar de que ya les había servido de comer. En los primeros diez minutos supo entretenerse con su cabello, en los diez posteriores comenzó a desesperarse al sentir que perdía el tiempo, y para los últimos diez se preguntó si Naran no se había quedado dormida por su enfermedad o si le habían hecho algo. La curiosidad se vio mezclada con la ansiedad, quería acercarse y al mismo tiempo sentía que debía seguir esperando, lo cual la obligó a dar al menos cinco vueltas indecisas hasta que tuvo que ocultarse rápidamente pues Naran por fin salía.

Los niños le hablaron mientras recogían, nada parecía haber cambiado en Naran, aun cuando Sara sentía que los niños sí parecían diferentes por la forma en que se comportaban con ella. A pesar de eso nada más sucedió antes de que la chica dejara el lugar para regresar a su casa.

Era más temprano que la vez anterior, Sara sintió una ligera esperanza creyendo que por fin sabría la verdadera dirección de su enigmática compañera, no obstante Naran le frustró el plan al dirigirse hacia el centro para detenerse en el jardín principal donde ocupó una banca vacía.

Soltó un suspiro de exasperación pensando en lo lenta que era para regresar a su casa, después pensó en acercarse a ella en un intento de reconciliación creyendo en la frase de que debías mantener más cerca a tus enemigos que a tus amigos, sin embargo su decisión fue interrumpida por un cuarteto de chicos con apariencia mayor que ellas. Dos de ellos fumaban, tres llevaban unas patinetas que combinaban con el aspecto desaliñado que tenían.

Los cuatro se portaban más desvergonzados que los de su edad, los notó coquetear directamente con Naran quien no parecía incómoda ni halagada, simplemente los observaba con su misma sonrisa que Sara había comenzado a sentir forzada o hipócrita, o eso era lo que podía imaginar por culpa del cubre bocas. De nueva cuenta sintió su mente discutir entre ideas: ir a ayudarla a alejarse de ellos o seguir observando lo que la otra haría pues podía significar que por fin expondría su verdadera naturaleza. Al final decidió observar un poco más.

A la distancia en que se encontraba se le dificultaba escuchar lo que hablaban a menos que alzaran la voz, aunque sí podía ver bien las expresiones de tres de los chicos que no le daban la espalda y un poco de la de Naran. Veía que los chicos aún le estaban coqueteando mientras ella los veía con seriedad, o eso le parecía a Sara de nuevo por lo que usaba en el rostro.

En un momento el chico frente a Naran hizo un intento por tocarla en la cara, Sara no estaba segura qué parte había pensado agarrar, por lo que la chica enferma se giró al lado contrario donde la espía se encontraba. Los cuatro chicos parecieron bromear un poco, incluso si sus miradas no parecían tan divertidas.

De nuevo el chico central adelantó su mano hacia el rostro de ella, pudiendo en esta ocasión bajarle el cubre bocas para satisfacer su curiosidad. Los cuatro se quedaron serios mientras Naran volvía a subir el objeto que la cubría; se levantó de la banca intentando pasar entre ellos, deteniéndose a un lado del que le había bajado la mascarilla para susurrarle algo al oído antes de quitarle su patineta y avanzar unos metros sobre de ella.

—La próxima será, Pat —la voz de Naran se alzó lo suficiente mientras detenía la patineta para patearla de regreso con su dueño al mismo tiempo en que le sonreía por debajo del aditamento médico.

El chico llamado Pat detuvo su patineta sonriéndole abiertamente a la chica. Los cuatro se fueron al lado contrario de la chica quien volvió a detenerse, esta vez frente al cruce del semáforo donde la luz verde estaba para que los peatones cruzaran, en lugar de eso ella se quedó contemplando el cielo sin avanzar. Sara no estaba lo suficientemente cerca para verla bien, sin embargo creía que algo más había en su mirada.

Al cabo de dos verdes más Naran por fin avanzó; Sara notó que la ruta que tomó no era hacia donde los transportes estaban, quería seguirla más pues los misterios y rarezas de ella sólo parecían aumentar, no obstante la hora en que debía regresar ya había dado.


Al siguiente día, Sara se aprovechó de que Naran aún no llegaba para acercarse a Lena; como era de esperarse, la chica más alta volvió a su faceta temerosa en cuanto notó a su agresora dirigirse hacia ella quien tomó la silla más cercana a ella para acercarse más.

—¿Estás loca? No te voy a hacer nada, menos con tantos viéndonos —Lena fue capaz de distinguir un tono muy diferente en la voz de Sara aunque su trauma hacia ella no la dejaba prestarle mucha atención a eso, obligándola a replegarse al lado contrario de la otra—. Sólo escúchame —y a pesar de lo que fuera que cambiara en Sara, su mirada intimidante nunca parecería hacerlo, por eso la chica alta asintió—. Hay algo raro con Naran y sé que también lo has notado.


Con esa simple observación hizo que el leve temblor que Lena había estado sufriendo se detuviera súbitamente mientras por fin alzaba su vista para enfrentar a su agresora a pesar de todo el miedo que le daba pues la mención de su salvadora cambiaba siempre las cosas: —Pásame tu correo o tu número de casa, sólo así podré decirte lo que sé y lo que podremos hacer —Sara regresó la silla a su lugar, comenzaba el camino a su lugar cuando volvió a verla—. Tienes lo que resta del día para decidirte si creerás o no lo que te digo.

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