martes, 26 de diciembre de 2017

Tomás

No lo pensé, sólo escribí mi mensaje y lo envié sin imaginar lo que ellos podrían pensar. Cualquiera de nosotros podría ser quien realizara la llamada ya que era alguien que no conocíamos, también podríamos haber llamado mientras estuviéramos todos juntos, sin embargo algo me pedía ser el primero en interrogar al chico misterioso. Una parte era porque quería conocerlo, quería intentar ver lo que Iván vio en él y si aún lo veía. Quería ser el primero en desanimarse si lo que nos decía confirmaba nuestros miedos.

Primero Cristal aceptó que fuera quien hablara con él, los demás no tardaron en responder de la misma manera. Me sentí aliviado, por un instante pensé en lo mismo que cruzó mi mente cuando empezamos a juntarnos más.

Valeria pasó el número por nuestro chat compartido, me recordó grabar lo más importante de la conversación y de alejarme de todo ruido. Algunos sugirieron preguntas y puntos necesarios para que el misterioso Gabriel no dudara de mí, también me recordaron no alterarlo con nuestros miedos.

Con un rápido OK, respondí por última vez para cerrar el chat, preparé mi otro celular para grabar, fui a la oficina donde pedí que nadie molestara hasta que saliera y, por fin, marcar. A pesar de mi miedo por conocer el tipo de persona que Gabriel pudiera ser y por la información que podría obtener, mantuve firme el teléfono cerca de mi oído escuchando el sonido de marcado.

Seis veces seguidas marqué hasta que contestó. Una voz algo fría y cortante me contestó: —¿Bueno?
—¿Eres Gabriel? —No hubo respuesta por casi un minuto, pensé que se había cortado la comunicación, sin embargo el usual ruido que el exterior creaba seguía escuchándose, aunque no era tan fuerte. Estaba por hablar para cerciorarme de que siguiera ahí cuando él respondió.

—¿Quién habla?

—Soy Tomás, amigo de Iván, seguramente alguna vez te habló de Cristal, Valeria, Lila, Marco y de mí, somos sus amigos de la prepa. ¿Lo hizo? —De nuevo no respondió, cerré mis ojos con fuerza y apreté mis manos en puño, no estaba siendo fácil hablar con él. Pensé en cómo Marco ya se habría puesto un tanto impaciente y grosero porque no respondiera o en cómo Valeria trataría de bromear con él acerca de su timidez—. Supongo que es normal que desconfíes, así que mira, te enviaré el link de mi perfil donde tengo fotos viejas de la prepa en las que estoy con él.

Mientras lo decía, ya estaba buscando la foto indicada para enviársela, era de nuestros últimos meses en tercer año, en los comentarios le escribí: “Ese que lo abraza soy yo”, ya que le había enviado el enlace. Pensé que de nuevo se quedaría en silencio, sin embargo respondió, aunque no estaba seguro si había visto lo que le envié.

—¿De dónde sacaste este número?

—¡Oh! Samantha nos ayudó a conseguirlo, fue… es la ex de Iván. —No dijo nada, así que seguí tratando de no presionar mucho sobre ese tema, todos sabían que no era agradable saber de los amores pasados de tu pareja, menos si ya eras uno también—. La conocimos por casualidad cuando aún estaban juntos, fue durante la recuperación de Iván de su apendicitis…

>>Pero la razón de la llamada y todo esto es porque quisiera saber algunas cosas que creo tú podrías responder, pero lo principal… —Había iniciado la grabación a la mitad de mi frase, porque había estado por olvidarlo— es que quisiera saber la nueva dirección de Iván, porque verás, hace unos días fuimos a su vieja casa que le quedaba a hora y media de su facultad. No sé si sepas, pero nos distanciamos los seis desde hace unos años por la escuela, el trabajo y la vida, no nos enteramos que cambió de casa y por eso queremos darle una sorpresa recriminatoria en su nueva casa.

>>Sé que suena muy sospechoso, pero no planeamos mal, sólo queremos verlo. Tal vez también te dijo de la reunión que planeamos hace unas semanas… —El silencio siguió, quise golpear mi cabeza contra el escritorio por lo mucho que me hacía esperar, obviamente él no tenía ni idea de lo desesperado que me sentía a cada minuto porque no sabía nada de mi mejor amigo, el miedo comenzaba a molestarme—. Bien, supongo que aún necesito darte más pruebas de que él confía en mí. Te diré cosas que sólo sabrían personas en las que él confiara.

>>Bueno, primero que nada, debido a ese tiempo en que perdimos contacto, ya no supe mucho de ti y no sé si aún salen juntos, además ya sabes lo reservado que es. Prefiere escuchar a los demás hablar de sus problemas y secretos, que él contar los suyos aun cuando tenga esa cara de aburrición, aparte de su mala memoria que hace que parezca que no te prestó atención. En serio que esa memoria de él ha ido empeorando cada vez más, al igual que su interés general, a veces ya ni sé lo que piensa o lo que aún llama su atención.

>>Oh pero escribir es algo que nunca lo aburre aunque le den sus bloqueos, siempre dijo que lo hacía por diversión o hobby, más que por buscar fama o dinero, aunque hay algunas que escribió pensando en lo que podría significar si alguien lo leyera, y no alguien de sus amigos. También hay una historia que escribió porque se la pedí, tengo el cuaderno original en el que la escribió. ¿Necesitas más?

—No… pero no puedo darte su dirección sólo porque sí, no sería correcto… —Por fin escuché en él, el chico introvertido que Sam aseguraba que era.

—Yo… yo sé que no, tal vez si me encontrara en tu lugar, tampoco daría su información tan fácil pero debes creer en mí, por favor.

—Lo siento pero no, ni siquiera creo que esté ahí. —Comenzó a sonar más honesto, más como podría ser él en realidad, aunque poco noté eso al escuchar lo que dijo.

—¿Por qué no? —Calló de nuevo, se dio cuenta de que dijo algo que no debía, sin embargo era demasiado tarde para echarse para atrás.

—Salió con su familia…

—¿Cuándo fue eso? ¿Hace tres semanas? —Esta vez su silencio rompió con mi autocontrol, no podía esperar más y sólo sabía de una forma en que la información dejaría de ser tan difícil de obtener—. Ok, escucha, no sé si me vayas a creer con esto pero es mi último recurso para que aceptes darme su dirección y es la verdad…

>>Hace tres semanas fue cuando nos reunimos después de esos años separados, él había aceptado vernos aunque no participó mucho cuando discutimos el sitio al que iríamos, sólo dijo que sí pero el día en que nos veríamos nos dijo que su mamá se había lastimado y no podría vernos. Obviamente le creímos y lo dejamos, sólo lo llamamos para escuchar su voz de nuevo y ya…

>>Ya han pasado tres semanas desde eso y no hemos podido localizarlo de nuevo ¿Tú has podido hablar con él en ese tiempo?

—No… me dijo que… que al sitio donde iría no habría señal… y me avisaría cuando regresara… —Escuché como si removiera cosas donde estaba, su voz pareció temblar y dudar.

—Escúchame, por favor… tal vez sepas de él cosas que nosotros no, tal vez sólo te estoy contagiando con mi preocupación y no es nada, a alguno de nosotros nos mintió, aunque ya sabemos que siempre lo ha hecho, es algo que se le da bien y lo hemos aceptado porque así es él.—A pesar de que me había inquietado tanto como él, debía calmarlo para que no me dejara hablando sin darme lo que buscaba—. Necesito su dirección, la necesitamos para ir a verlo ya. Y queremos que vengas con nosotros, queremos ir contigo. Por favor.

—Te la daré… —Al dictármela su voz sonó más centrada, se había calmado sólo un poco así que me moví con rapidez para decirle al resto que dejaran lo que fuera que estuvieran haciendo y fueran hacia el lugar que les mandé—. ¿Cuánto tiempo tardarán en llegar?

—Una hora, cuando mucho dos, por favor espera por nosotros, te lo suplico.

—Lo intentaré…


Le colgué sólo para enviar el audio de la conversación aunque sabía que los cuatro estarían ocupados pidiendo sus permisos para salir de sus trabajos, iban a ser las tres, así que no romperíamos nuestros turnos, no mucho. Después de que pedí mi permiso le volví a marcar a Gabriel para hacerlo hablar, distraerlo e impedir que se fuera sin nosotros.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lila

La última entrada de su blog seguía dándome vueltas en la cabeza, incluso más después de lo que Sam le contó a Valeria. Siempre había reconocido que Iván tenía talento para escribir, solía ver su blog cada semana cuando publicaba regularmente hasta que comencé a verlo una vez al mes o cada que me acordaba.

Tenía una mente creativa, a veces me contaba cómo nuevas historias llegaban a él cuando estaba escribiendo el final de alguna, y que en ocasiones terminaba abandonando una por escribir una nueva más llamativa. Me gustaba mucho escucharlo, sus ideas variaban tanto aunque algunas ideas parecían profundizarse entre historias, sin embargo él siempre parecía alegre de poder contarle a alguien lo que pasaba por su mente en cuanto a su imaginación. Con eso se veía una emoción e interés sincero, parecía más alegre y vivo que con cualquier otra cosa de la que platicara y eso me agradaba.

Por eso creía que debería haber un significado oculto en los fragmentos que escribía y que no pertenecían a ninguna otra historia; hablaba de huir o callar ruidos, de algo que lo molestaba y nadie le dejaba hacerlo. Quería ser positiva pensando que algo le molestaba en su casa y por eso quería alejarse de ahí, que se iría a cualquier otro lado o que, tal vez, ya lo había hecho. Podría haber salido de viaje, fuera del estado o del país, lejos de todos o a lo mejor con algún amigo. Mientras estuviera a salvo podía irse a vivir al otro lado del mundo, nosotros encontraríamos la forma de llegar a él.

Era mi lado negativo el que en ese momento me mantenía despierta a las cinco de la mañana. Mi novio había tratado de darme confort al rodearme con sus brazos para que pudiera dormir, sin embargo sólo pude mantenerme quieta hasta que lo escuché profundamente dormido. Me levanté con el mayor silencio que pude, salí a la sala a distraerme con mi celular leyendo las viejas entradas del blog de Iván.

Me di cuenta de la hora cuando un mensaje de Tom nos llegó preguntando quién estaba dormido. Curiosamente los cinco estábamos despiertos y Marco respondió lo mismo que me pasaba.

—Trataba de dormir, no dormía —Su respuesta recibió cuatro “Estoy igual”.

—Hay algo que debo contarles… Si no lo hago, ese algo que me molesta por no hacerlo nunca me abandonará… Aunque es algo embarazoso… —No era común en Tom la duda, solía ser directo y cuando se sentía avergonzado, sólo parecía usar muchos emoticones y hablar de más—. Hace más de dos o tres años, un día platicando le confesé que en el último año de la prepa… me había empezado a gustar… por un tiempo fue con quien quería salir aunque nunca lo intenté…

>>Cuando se lo conté yo tenía novio, por eso se lo dije, para que no pensara que quería intentarlo… —Ojalá estuviera escuchando su voz, las pausas que hacía entre mensajes poco mostraban del miedo que debía tener por lo que nos decía—. Pero la última vez que hablamos, hace seis meses, le conté que había terminado mi última relación, él me dijo algo similar a que también estaba libre aunque yo no sabía nada de esa otra persona con la que estuvo y no le pregunté porque me centré más en decirle que… que tal vez deberíamos salir los dos…

>>Al inicio él lo tomó como broma, dijo que no estaba mal, hasta que le insistí un poco más. De pronto parecía que había dejado de reír mientras decía que sentía que no servía para las relaciones, que a nadie podía amar de verdad y no quería hacerme lo mismo que a su última pareja. No sé qué pasó, supe que ya no debía seguir con el tema… pero ahora me lamento de mi decisión.

>>De verdad quiero creer que sólo huyó de su casa, o que cambió de celular y anda jugando con nosotros… pero tengo miedo.

De su último mensaje, sus tres palabras finales, parecieron hacer eco en mi cabeza con su voz. Siempre fue él quien mejor conoció a Iván, siempre habían estado juntos hasta que la universidad los separó y, aún así, solían decir que tal vez algún día trabajarían juntos por la relación que había entre sus carreras.

Sentí su temor despertar el mío, mi preocupación y ansiedad se volvió pánico que provocó que las lágrimas salieran de mí, pensé en que Tom podía estar llorando también, en que Cristal y Val estarían llorando si sentían lo mismo, incluso Marco podría estar conteniendo las lágrimas pues ya una vez habíamos llorado los seis juntos, una memoria preciada que ninguno tenía que hablar en voz alta para hacernos notar lo importante que fue.

Todos teníamos miedo. Ninguno se atrevía a decir que Iván podría haber cometido la peor estupidez y cobardía que existía, ninguno quería pensar que era una posibilidad aunque no podíamos deshacernos de ese miedo que hoy me tenía sollozando como nunca.

—Aún hay esperanza, aún podemos encontrarlo. —El mensaje de Marco me hizo tomar de nuevo mi teléfono. Mi yo lógica me habría hecho ignorar esas palabras, si me hubiera encontrado frente a ellos habría sonreído, me habría encogido de hombros sin decir ni una sola palabra, sin embargo esta vez la lógica no le ganó a la conexión que tenía con ellos.

—Así tengamos que forzar a nuestros jefes por vacaciones, tengamos que salir del país o lo que sea, daremos con él. —Conforme las escribía, me creí mis palabras. Tenía cinco meses conociéndolos cuando supe que ellos me harían mejor persona, que me harían cambiar para bien y que no sería una amistad pasajera.

No hablamos mucho más, sólo dijimos más cosas para subirnos el ánimo y bromear un poco acerca de los reclamos que le haríamos a Iván. Y a pesar de que mi corazón se sentía menos apretado y mi mente menos desesperada, no pude dormir la hora y media que faltaba para que el despertador sonara.

Alan despertó con el sonido de mi alarma, su horario de entrada era en la tarde ese día, sin embargo me dijo que estaba preocupado porque no dormí y tenía que trabajar. Me ofreció cambiar mi turno por el de él para que durmiera, mas yo sabia que no podría hacerlo ni aunque me pusiera a ver lo más aburrido que encontrara en la televisión, así que sólo le agradecí y me metí a bañar.

No importó cuántas tazas de café me bebí, ni cuántas aspirinas y paracetamol tomé, el dolor de cabeza, la pesadez mental, de mi cuerpo, y las náuseas siguieron en mí. No tenía idea de cuál era mi aspecto, pero sabía que no era el mejor por cómo Paula, la enfermera con la que mejor me llevaba, se mantuvo a mi lado tratando de aminorar mis errores o recordarme lo que iba a hacer cuando me detenía a la mitad del camino.

Recibí varias llamadas de Alan, estaba preocupado por mí, traté mintiéndole al asegurarle que no tenía de nada de que preocuparse, sin recordar que él también sabía bien los efectos de una noche sin sueño. Muchas noches las pasamos en vela por estar estudiando, por los trabajos y proyectos que nos habían valido la alta calificación con la que nos graduamos.

Estudiar y esforzarme no era una obligación para mí, tampoco es que fuera un pasatiempo o diversión, es sólo que era lo mejor que podía hacer, era una rutina normal en mí que me mantenía cómoda. Siempre fue algo que no podía explicar, muchas veces pensé en lo aburrida que debería ser para el resto porque ese fuera mi principal entretenimiento, por eso creí que conociendo a gente similar a mí me haría sentir cómoda, lo que terminó siendo lo contrario pues fueron cinco chicos distintos a mí, quienes me dieron lo que quería.

Y entre ellos Iván, quien creí sería como yo. Aún a mitad del tercer año quise creer que no se había perdido lo que fue al entrar a la preparatoria, ese chico de puntaje perfecto y primeras calificaciones impecables. En cambio él parecía esforzarse por desmentirlo.

Llegué a pedirle, como apuesta o juego, que se esforzara de nuevo y me ganara, que nos demostrara a los cinco que era tan inteligente como aparentaba. Parecía intentarlo, al inicio nos demostraba que lo haría hasta que ese aburrimiento dentro de él lo hacía perder el interés por cualquier recompensa que le ofreciéramos.

Nada hacía efecto, muy rápidamente se rendía, se agotaba, se distraía y nosotros no podíamos hacer nada más que reír con él y simular que no nos preocupaba. Tal vez el cambio de escuela, esa distancia que se dio, fue un alivio para él, la forma en que ya no sintió presiones ni la vergüenza de no ser el que habían esperado que siguiera siendo.

Samantha me lo contó una vez, sabía que Iván era inteligente, y eso la atraía más a él; sin embargo también sabía de esa falta de motivación de él. Me dijo que sentía que Iván se esforzaba por no salir bien, por no dejar a nadie ver su verdadera inteligencia; al inicio de la carrera ella misma lo vio cuando sacó buenas calificaciones, escuchar eso me hizo sentir que volvería el Iván de antes. Mas un sueño sólo fue, no tardó mucho en dejarse caer.

¿Por qué? Quiero entenderlo, quiero saber lo que pasaba en su mente pero no puedo, algo nubla mi lógica, el amor que siempre he sentido hacia él lo hace.

Paula rompió mis pensamientos cuando estaba por pensar en la hermandad que los seis formamos, me ofreció la sala de enfermeras para dormir unos minutos. Me negué, mas su expresión me convenció de que no aceptaría mi respuesta negativa así que le pedí que le dijera a quien me buscara que me encontraba en una junta. Esperaba no dormir más de media hora.


Sólo me había sentado cuando Valeria nos mandó el esperado mensaje: “Tengo el número de Gabriel, Sam dijo que no pudo conseguir la dirección pero espera que él la tenga”. Antes de que nadie contestara, Tom lo hizo con un simple: “¿Puedo ser quien hable con él?”.

Marco

Ninguno prestó atención al camino más que Cristal, cada uno de nosotros estaba centrado en las tareas que Lila nos asignó hasta que llegamos al primer restaurante que la conductora encontró de camino a nuestras casas.

Bajé del auto sin mucha idea de dónde nos encontrábamos o cuál era el restaurante hasta que nos sentamos y vi el menú, era uno de los populares que podías encontrar en cualquier lado así que ya me sabía la carta. Pidiendo cualquier cosa, me centré en la computadora que Cristal nos prestó para revisar más de lo que nos habían pedido mientras Vale y Tom hacían lo suyo.

Al final de muestra comida, en la que estoy seguro ninguno saboreo sus platillos, escuchamos a Tom decirnos que ninguno de ellos sabía más de lo que él sabía de él, Val nos aseguró que le dejó varios mensajes a Sam pidiéndole que la contactara. Después nos tocó a nosotros hablarle de lo que encontramos.

—En sus redes sociales no hay mucho reciente, la última foto fue de hace casi un año —empezó explicando Cristal—. Aunque revisando sus mensajes en la otra, parece que conoció a alguien después de Sam, se mostró interesado en esa persona aunque no podemos encontrar nada en otro lugar, o aún no.

—Ya sacamos los nombres de las personas con las que parecía hablar más por lo que le publicaron —continuó Lila—, pero no las contactaremos hasta después de que Val no pueda hablar con Samantha.
—Y, ya por último, lo más reciente que logré encontrar de él fue una entrada en su blog de escritura, sinceramente no la entendí muy bien así que espero Tom la entienda porque lo conocía mejor o tú, Lily, que has leído mucho.

En la computadora dejé la entrada a vista de todos, Valeria y Cristal leyeron por su cuenta en sus celulares mientras yo pedía la cuenta a la mesera, sabiendo que poco nos quedaba por hacer ahí.

Cuando terminé de firmar lo pagado, me giré a ver al resto, notando que Tom se veía aún más preocupado de lo que ya había estado desde que nos juntamos, Lila parecía sólo realmente confundida. Estaba por preguntar sobre lo que pensaban de ese escrito cuando él volteó a ver a Cristal.

—Cristi ¿recuerdas esa red que convencí a Iván de usar? —Cristal lo pensó unos segundos hasta que asintió con los ojos muy abiertos como si hubiera olvidado algo importante—. Ayúdame a revisar sus publicaciones ahí, sabes que hay demasiados en ese lugar y que los que importan podrían perderse entre ellos.

—Sí, claro pero ¿qué busco en ellos? —Todos observamos a Tom, parecía estar casi pálido o asustado, se veía que trataba con esfuerzo en cubrir lo que fuera que ocupaba su mente.

—Sólo ve los mensajes que haya escrito, si ves lo mismo que yo tal vez entiendas —dijo y volteó a ver a Lila—. ¿Podrías leer el resto de sus entradas? Tal vez haya algo importante ahí también.

—Lo haré… —Su mirada debió pasar de Valeria a Cristal y a mí, los tres luciendo completamente perdidos en lo que sospechaban, por eso pareció pedirle permiso con la mirada a Tom para contarnos, a lo que el respondió afirmativamente sin voltear a vernos—. Al igual que ustedes, no estamos seguros de lo que puede significar esa entrada, pero no podemos descartar que haya huido de su casa o de… otra forma.

Sabíamos que no debíamos dejarnos llevar por el miedo y la preocupación, debíamos seguir con lo que ya habíamos decidido y avanzar tan rápido como pudiéramos, en silencio nos quedamos sopesando las opciones hasta que nos levantamos y salimos hacia el auto, listos para separarnos de nuevo. No había más tiempo que perder.

Valeria nos dejó donde nos habíamos encontrado, cada uno tomó su camino de regreso sin mucho entusiasmo al despedirnos. Aún después de haber llegado a nuestras casas, seguimos sin hablar más de lo necesario por el chat mientras nos ocupábamos de lo que debíamos hacer y el trabajo.

Al siguiente día me sentí más ansioso por saber si Samantha contactaría a Valeria o no, mi día se volvió uno lleno de errores y olvidos por culpa de mi preocupación, varias veces mis compañeros del trabajo me tuvieron que repetir órdenes, ideas y sus problemas con los que necesitaban mi ayuda, pasé momentos sumido en mis pensamientos sin ver ningún punto en específico hasta que dieron las tres y Val nos envió el mensaje que esperábamos.

Sam ya me respondió, dijo que había salido del país a una conferencia y hoy regresó. Voy a llamarla, cuando acabe regreso con lo que pasó.

Mis compañeros salieron a comer, yo me quedé en mi escritorio entre viendo el celular y buscando distracción en internet. Cada que pensaba que Val ya se había tardado hablando, me decepcionaba saber que sólo llevaban unos minutos transcurridos. Sabía que el resto estaba igual, sin embargo no encontraba qué era lo mejor que podía decir para que juntos pasáramos ese tiempo, tampoco quería distraerlos si es que ellos tenían cosas que les permitían alejarse de estos pensamientos.

Al cabo de una hora volvió a mandar un mensaje: Grabé parte de la conversación, la iré pasando por aquí.

Nadie tuvo que responderle, todos nos quedamos esperando los audios de lo que habían hablado. La primera grabación empezó con Samantha respondiendo la pregunta de Vale sobre él.

—¿Iván? Oh… ya tiene tiempo. —Poco recordaba de la voz de Sam, pero sabía que era ella—. Después de que rompimos tratamos de hablar como antes pero después de año y medio la constancia disminuyó hasta que dejamos de hablar.

—¿Entonces más o menos cuándo fue la última vez? —Valeria sonaba tranquila, aunque nosotros sabíamos lo mucho que se esforzaba para eso.

—Supongo que ya son ¿cuatro años? —Si habría estado viéndola hablar, en ese momento se habría encogido de hombros—. Creo que eso, más o menos.

—¿Supiste que su familia se mudó?

—Algo me dijo en una de nuestras conversaciones de cada dos semanas, dijo que pensaban hacerlo aunque no sería muy lejos de la uni, ya nunca supe si lo hicieron y a dónde. ¿Por qué?

—Es que hace poco se enojó con nosotros porque olvidamos su cumple, según él, pero estábamos preparando una fiesta sorpresa y por nuestros trabajos no pudimos hacerla en su día, quisimos ir a su casa hace dos días pero ya no lo encontramos ahí. —Valeria sabía mentir, aunque Iván y yo siempre éramos más rápidos y convincentes que ella—. Aún queremos que sea sorpresa, así que no le vamos a preguntar a él.

—Oh ya veo, puedo conseguirles la dirección si quieres.

—Sí, pero también hay otra cosa que quisiera pedirte pero no sé si esté bien… —Sam la invitó a pedir sin preocuparse—. Iván nos contó que estaba saliendo con alguien, pero es un necio misterioso y no quiere decirnos quién es…

—Ah… sí, comenzó a salir con un chico dos años después de mí, creo… sé que se llama Gabriel, aunque no sé si siguen juntos. —Se escuchaba tranquila, el tema ya no parecía molestarla—. Él era un chico que pocos conocían, de hecho yo no supe de él hasta que salió con Iván, era bastante tímido pero no sé más.

—¿Crees que podrías conseguir su número o su apellido para que lo busquemos?

—Por nombre no creo que lo encuentren, era de esas personas que no usan ninguna red social, y él número sí lo puedo conseguir, a ver si aún son algo.

—No importa si no son nada ya, queremos preguntarle algo.

Eso fue lo último importante de la conversación hasta que Valeria comenzó a escribirnos que le había preguntado, por si era útil, el cómo habían terminado.

—Yo terminé con él o eso creo… Lo quería mucho, pero en los últimos meses se fue portando diferente, era evasivo en cuanto le preguntara sobre él, ni siquiera trataba de meterme en su vida, sólo preguntaba por curiosidad y porque me preocupaba. —Su voz en esa parte pareció expresar lo que aún sentía—. Sus calificaciones bajaron mucho más, casi no entraba a clases y ya no le preocupaba si pasaba o no… se volvió difícil estar así con él porque nada parecía interesarle, aunque nunca me descuidó… Le dije que si no se aplicaba de nuevo terminaríamos, lo quería ver titulado igual que yo pero él me dijo que no sabía que pasaría y que mejor termináramos de una vez.

>>Por eso tratamos de ser amigos, para que cada uno siguiera su ritmo, pero él quedó más atrás y se alejó, ya no supe qué hacer y sigo sin saber si fue lo mejor.

Al escuchar eso supimos que lo mejor había sido no decirle de nuestras sospechas pues podrían hacerla sentir culpable de algo que no tenía que ver con ella, y tal vez tampoco con nosotros, aunque no detenía nuestra ansiedad por saber de él.

De nuevo decidimos dar un día, lo que quedaba de ese al menos, para esperar. Mataba horrible la espera, era desesperante y deprimente pensar en lo que podría o no podría ser, cansaba estar caminando de un lado a otro o buscando entre mil cosas algo qué hacer, cualquier distracción era buena aunque su efecto durara tan poco.


Me absorbí en mi trabajo, salí con unos compañeros a beber, hablé con mi novia y hablé con otros amigos. Al final, a casi las cinco de la mañana, pensé que por fin podría dormir aunque despertaría a las seis y media, aun cuando mi mente no se detenía. No podía dejar de pensar en cómo Iván había sido de las personas que más llamaron mi atención, siempre vi algo en su mirada que no había comprendido, siempre sentí que algo dentro de él le borraba esa aparente perfección que siempre portaba, o él mismo se la borraba. Nunca lo comprendí lo suficiente, tal vez. 

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Valeria

Nuestra reunión fue increíble y maravillosa, aunque habría sido perfecta si Iván también hubiera estado con nosotros. A primera vista el cambio fue evidente, ya no éramos esos chicos de dieciséis años que se conocieron por casualidad, no éramos esos jóvenes de dieciocho que aún soñaban con el día que tomaríamos clases juntos de nuevo, y poco quedaba de los que fuimos cuando dejamos de vernos, casi a los veinte.

Marco ya no usaba el cabello largo y rebelde aunque su corte no le restaba lo guapo que siempre fue, Tom se había dejado una barba bien delineada que le daba una personalidad más masculina y adulta que resaltaba muy bien su atractivo, Lila lucía hermosa con la forma en que arreglaba su cabello y se maquillaba, Cristal se había dejado crecer el cabello y ahora se veía más como una mujer adulta, aún más bella. Yo ahora vestía más femenina y usaba lentes de contacto porque me había convencido a mí misma de que así lucía mejor. Quien parecía llevar los lentes ahora era Iván, aunque por la ausencia de fotos recientes no sabíamos si aún los llevaba.

Hablamos sobre más gente que conocimos, sobre cómo nos había ido en la escuela después de que dejamos de hablarnos, de los últimos meses de clases, de la titulación (fue una sorpresa saber que Marco fue el primero en obtener su título e Iván el segundo), sobre nuestro servicio social, los primeros trabajos, los primeros jefes y lo que ahora hacíamos.

Cuando Lila preguntó por nuestros padres, todos decidimos que hablaríamos de eso cuando estuviera Iván pues era un tema que considerábamos como nuestro secreto. Yo no le había contado a nadie más de la misma forma en que lo hice con ellos, y ellos aseguraron haber hecho lo mismo.

Comimos tarde por seguir hablando, por eso a las seis y media a penas estábamos recogiendo y decidiendo si iríamos a la casa de Marco o ya nos despediríamos, sin embargo Cristal nos convenció al recordarnos los tiempos en que dormíamos hasta tarde por estar jugando juntos o platicando en el chat. Lila contraatacó diciendo que ya no éramos tan jóvenes para pasar tiempo sin dormir bien, lo que nos hizo reír a todos por el pesimismo que extrañábamos de ella. Al final aceptó llevarnos.

Bebimos algunas cervezas en su casa, seguimos hablando de lo nuevo y lo viejo, cuando tratamos de hablar de nuevo con Iván, su teléfono ya no conectó así que no insistimos. Terminamos yendo a nuestros hogares a las doce de la noche, algunos tomamos los últimos viajes de nuestros transportes.

Y aunque llegué a la una a mi casa, los mensajes que nunca se detuvieron me hicieron dormir hasta las cuatro cuando Tomás aceptó que ya era suficiente muestra de nuestra vitalidad para un día y que tendríamos cosas que hacer al siguiente.


Luego de ese reencuentro no dejamos de hablar, me encontré en cada momento libre leyendo sus mensajes y respondiendo, las mañanas eran cuando menos mensajes intercambiábamos, y en la noche cuando más nos conectábamos todos.

Pasamos dos semanas enfrascados en las opciones para la siguiente vez que nos veríamos, ya teníamos día para apartar, sin embargo aún nos debatíamos si iríamos solos o llevaríamos a la pareja o amigo cercano. Pensábamos en ir a un punto turístico a descansar o a un parque acuático a disfrutar del día.

Esa noche hablábamos de un sitio medianamente popular en el que había deportes extremos y una vista natural impresionante, cuando Cristal nos detuvo diciendo: —¿No creen que ya fue mucho sin saber de Iván? O al menos a mí no me ha respondido mis mensajes.

—Ahora que lo dices… a mí tampoco.

Con la respuesta de Tomás, salí del chat con ellos para mandarle mensajes a Iván. La última vez que lo había hecho fue una semana atrás para preguntarle sobre su mamá, siendo que nunca recibí respuesta sin que lo hubiese notado. Llamé sólo una vez pensando que el resto podía estar haciendo lo mismo, la monótona voz del teléfono me respondió lo mismo que en mi último intento: el número estaba fuera del área de servicio.

—O ya no quiere hablarnos o algo ha pasado —les escribí al terminar mis intentos.

—No podría ser ¿o sí? —El comentario de Marco se quedó entre nosotros por unos largos minutos hasta que Tom volvió a responder.

—Trataré de contactarlo, alguna explicación lógica debe haber como que se haya ido de viaje de trabajo o familiar. No se preocupen ya lo traeré de regreso.

Hasta ese momento no me había sentido tan nerviosa, muchos pensamientos negativos llenaron mi mente sobre lo que podría ser la causa, por eso me concentré de más en mi trabajo para evitarlos, lo cual notaron mis compañeros. Cuando pensé en hablar con mi novio recordé que él me había pedido tiempo para pensar en lo siguiente de nuestra relación, sabiendo que debía dejarlo solo con sus pensamientos o lo que fuera que hiciera, le hablé a mi amiga sobre lo que pasaba, ella me tranquilizó dándome opiniones más positivas.

Dos días faltaban para que la tercera semana se terminara desde que nos vimos, cuando Tom nos pidió acompañarlo a la casa de Iván pues no había logrado contactarlo por ningún medio y ya se sentía tan nervioso como nosotros. Sabía que no sería fácil, pero nos pidió vernos al siguiente día en la tarde para ir a esa visita de emergencia.

Fui yo quien llevó el auto en esta ocasión; la suerte parecía no estar en contra de nosotros pues los cinco pudimos tomar el resto de la tarde. El coche quedó en silencio al final de nuestros rápidos saludos, sólo unos segundos tardó Tom en contarnos las llamadas que le había hecho a su amigo y los mensajes no respondidos.

Tardamos hora y media en llegar. Iván vivía en un conjunto habitacional bastante grande, había casas cuádruples, dobles y edificios que tenían desde tres pisos hasta cinco. El centro era donde habían acomodado los departamentos, en la parte más externa estaban las casas cuádruples y al fondo las dobles, en una de esas vivía quien buscábamos.

Todo ahí estaba hecho de ladrillos rojos y concreto, rejas delgadas de malla ciclónica separaban los edificios de las casas, aunque la mayoría estaba rota o chueca. Eran los jardines de las casas las que estaban mejor cuidados y adornados, aunque a veces nada más la mitad lo estaba. Cada casa y edificio estaba marcado por una gran letra metálica ya oxidada, el orden parecía ir de alrededor hacia el centro y de dos en dos casas.

La de Iván era la H-02, vivía en la parte de arriba así que estacionamos el coche frente al que era su mitad de estacionamiento y, después de un intercambio de miradas, subimos las escaleras hacia su puerta donde llamamos dos veces con el timbre.

El que no estuviera el coche de su familia nos hizo temer que nadie se encontrara en la casa, además sentíamos algo diferente en el lugar pues las plantas y el pasto ya no estaban tan bien cuidadas, al papá de Iván le gustaba relajarse como jardinero en su propia casa, además de que las siempre variadas y bonitas cortinas de su casa eran ahora simples pedazos de tela de color uniforme, nada parecía quedar de aquellas cortinas de las que su mamá se sentía orgullosa.

Tocamos un par de veces más con el timbre y los nudillos, sin embargo nadie respondió. O no había nadie o Iván se había mudado con su familia sin que a nosotros nos hubiera dicho.

—Preguntémosle a su vecina de abajo —sugirió Cristal, se había detenido antes de empezar a bajar las escaleras, todos supimos que su vecina se encontraba en casa por el movimiento de cortinas que hubo cuando esta se asomó al escucharnos llegar—. Recuerdo que Iván dijo que no se llevaban mal con ella, sólo la saludaban con cortesía y ya… tal vez sepa algo.

Sin mucha convicción en lo último que dijo, los cinco aceptamos su idea porque no teníamos nada más, así que nos detuvimos frente a la puerta de ella y tocamos con tanta amabilidad como se podía.

La señora era una mujer de más de cincuenta años, su cabello estaba pintado en color castaño oscuro para ocultar sus canas, supuse; el maquillaje era sencillo al igual que su peinado y sus ropas. Parecía estar sola.

—Disculpe la molestia, venimos a buscar a Iván —La mujer mantuvo su mirada molesta y crítica sobre Cristal mientras hablaba, parecía que entendía poco de lo que le preguntaba—. ¿Hijo de sus vecinos de arriba?

—No sé de quién me hablan. —Estuvo por cerrarnos la puerta en la cara hasta que Marco intervino.

—Su madre se llama Edith y su padre Francisco, tienen un hijo que se llama Iván y una hija menor que se llama Beatriz. —Trató de sonreír con amabilidad, nosotros nos alegramos de la excelente memoria que tenía, con la que pudo guardar los nombres de la familia de nuestro amigo.

—Se fueron hace años, no sé cuántos —La mujer mostró indiferencia—. O llegaron tarde o les dieron mal la dirección, pero yo no sé nada de ellos después de que se fueron.

Sin querer hablar más con nosotros, cerró la puerta. De nuevo nos vimos los unos a los otros con la pesadez de la derrota y el nerviosismo, caminamos hacia el coche aún en silencio sin entrar aunque ya había abierto los seguros. Ninguno de nosotros quería darse por vencido aunque el enterarnos de esa forma que él había cambiado de dirección nos dio un fuerte golpe.

—No lo dejaremos así. —Como siempre, Lila tomó la iniciativa para liderarnos— Val, tú fuiste quien más hablaba con Samantha, trata de contactarla y pedirle información pero no la alarmes. —Asentí sacando mi celular al instante, aún buscando Sam entre mis amigos, escuché las demás órdenes—. Tom, habla con los demás amigos que tuvieron en la prepa u otros amigos que hayas conocido bien de su carrera, tal vez sepan algo que tú no aunque parece imposible. —Él tampoco tardó en sacar su teléfono y realizar lo pedido—. Nosotros revisaremos las demás redes que tiene para sacar alguna información sobre otras personas que conozca bien o del lugar donde haya estado. Vamos a comer mientras.


—¿Quién maneja? Yo debo textear —Todos se hicieron los desentendidos hasta que Cristal puso los ojos en blanco y tomó las llaves, después todos subimos a devolver el silencio aunque este ya no era tan pesimista. 

lunes, 27 de noviembre de 2017

Iván

Después de todos esos años separados sabía que el lazo que creamos se mantendría. Escucharlos a través de teléfono me lo confirmó, se escuchaban felices de verdad, tal y como muchas veces lo estuvimos antes de que nuestras carreras nos separaran. Muy en mi interior sentí la añoranza por ese tiempo, la alegría que esos días me dieron y la calidez que siempre sentí al estar junto a ellos.

Un llamado me hizo despedirme de ellos, tenía tan pocas ganas de dejar de escucharlos, tal cual ellos me lo demostraron; sin embargo tenía cosas que hacer y ellos lo comprendían.

Llevé lo que me pidieron y después regresé a mi lugar a seguir tecleando en mi celular. Como lo hacía todas las veces en que tenía tiempo libre. Pocos sabían de mi pasatiempo y esos cinco eran de esos pocos.

Me gustaba escribir, había empezado a hacerlo hace más de diez años porque parecía entretenido y porque no era difícil hacerlo. Había leído tantos libros que la inspiración no me faltaba ni el conocimiento de reglas básicas de narración, aunque mis primeros logros no fueron nada perfectos. Sólo gracias al tiempo y que nunca me detuve, hoy mi escritura no es tan mala.

Creaba historias con cierta facilidad, incluso mientras escribía una, iba formando la idea de otra, lo que provocó que dejara muchas incompletas. Los temas variaban o, si se repetían, los manejaba de manera diferente. Me sentía orgulloso de lo que hacía aunque no tenía la confianza para enseñarle a cualquiera lo que creaba, había historias que ni Tom había leído, y él siempre fue quien más interés mostró en lo que hacía.

Por eso mientras esperaba me entretuve escribiendo esta historia que tenía tiempo en mi mente.

“Aún en los días más tormentosos uno puede encontrar refugio. Sea un refugio construido con la familia, con los amigos o de uno mismo; siempre ayuda a olvidar por un rato la lluvia hasta que esta pase o antes de salir a ella.

Al inicio, estando en este refugio solo, no sabía que estaba lloviendo; no lo escuchaba ni lo veía, sólo me concentraba en lo que me divertía y distraía. Leer y escribir fueron parte de lo que me ayudó a pasar el tiempo bajo ese refugio, así nunca me molestó estar ahí solo. Aunque estar con mi familia también me agradaba.

Unos cuantos años después comencé a sentir algunas gotas, ya se veía un poco nublado, sin embargo no me importó porque estaba en mi refugio y no necesitaba estar afuera, no me importaba que lloviera porque terminaría pasando, sabía que todas las tormentas acababan en algún momento.

Y entonces lo noté. Por momentos sólo llovía, en otros granizaba o la tormenta eléctrica cimbraba todo alrededor. Me confundí mucho por el repentino inicio, me encerré aún más en mi refugio y corrí a otros con las nuevas personas que conocí, o con las que ya conocía.

Pasar de un refugio a otro me empapaba, incluso estar en mi refugio solitario no siempre me dejaba seco pues el viento provocaba que ese techo sin paredes no me protegiera por completo. Mis tenis, calcetines y pies siempre se mantenían mojados, aun cuando el sol parecía estar saliendo o me creía seco junto a ellos.

Por tiempo y otras razones pasé periodos más largos en mi propio refugio, ahí solía olvidar de nuevo la lluvia hasta que esta parecía enfurecerse, se convertía en una tormenta que volvía a mojarme y tardaba mucho en secar. Sentía que el sol ya no saldría más, así que seguía escribiendo como si de esa forma pudiera crear un escape a toda el agua que se acumulaba, lo sentía útil.

¿Quién necesitaba ayuda? Sólo era una tormenta, agua, truenos y viento. En algún momento terminaría, no me hacía daño ni me molestaba de verdad. Pedirla sería demostrar que era débil o que quería llamar la atención, me dirían que sólo era un mal día y que me alegrara. No serviría de nada así que seguí por mi cuenta.

Un día de lluvia, sin que esta estuviera tan fuerte, me di cuenta que quería correr bajo ella y llegar a esa zona que desde mi refugio solitario parecía ser el mejor lugar sin lluvia, sólo veía que ahí el cielo no estaba tan oscuro y había una salida. Me di cuenta que quería estar ahí desde hace tiempo, que mis ojos habían estado fijos en ese lugar, que mi corazón dolía cada que pensaba en ese escape.

Por eso cuando la tormenta se hizo terriblemente fuerte, salí corriendo hacia ese lugar, sabía que sólo ahí podría terminar todo el mal clima. Sabía que de ese lado no habría más de esa agua y que todo volvería al silencio. Sin embargo me detuve a mitad del camino y regresé al refugio de mi familia y por fin pedí ayuda.

Llegué a ver el sol de nuevo, creí que todo volvería a estar bien pero las nubes nunca se fueron. No tardaron en volver a oscurecer todo a mi alrededor tan súbitamente como cuando me di cuenta de que estaba lloviendo. Esta vez ya no quiero ayuda, pedirla sólo empeora el tiempo y duele.


La salida es la única opción.”

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Cristal

Sinceramente tuve mucho miedo al final del tercer año de preparatoria, no quería perder a esos cinco amigos que gané tan tarde. Si Valeria no iniciaba las conversaciones, yo lo hacía. Quería hablar con ellos, quería saber de ellos para que la distancia entre nosotros no se hiciera mayor de lo que ya era. Me aferré a la idea de Tom sobre las vacaciones interminables, era lo mejor.

Me había decidido por arquitectura, el temor que sentí por mi poca suerte en las matemáticas fue fácilmente disipado por ellos al decirme que podría con ellas, que no serían tan complicadas como las derivadas y las ecuaciones. Y tenían razón, no tardé ni medio semestre en acostumbrarme a ellas y a usar los métodos que Lila me había enseñado antes.

Así como el tiempo avanzó, la distancia entre nosotros creció. Todos conocimos más gente, por lo menos una vez todos tuvimos pareja, las salidas entre los que estábamos en la zona central disminuyeron por diferencias en los horarios y porque queríamos irnos con los nuevos amigos, aunque de vez en cuando sí nos veíamos, excepto Lila quien fue encerrándose de nuevo en sus estudios.

Para el cuarto semestre, las salidas de cada semestre fueron incompletas, algunos no lograban hacerse tiempo, otros se enfermaban el día, unos ya tenían compromisos. Quisiera decir que no fue sencilla la separación, sin embargo lo fue. Sin que necesitáramos hablarlo o detenerlo, dejamos de contactarnos tan seguido, decíamos que así tendríamos mucho más que platicar cuando nos viéramos, y en parte era cierto.

A veces sólo éramos dos de los seis, cuando había suerte llegábamos a cuatro, sólo un día a cinco. Ya no jugábamos aquel juego de computadora que tanto nos obsesionó a todos, después de que decidiéramos subir diez niveles cada mes y cuando tuviéramos tiempo, aunque no nos encontráramos hasta fin de mes para hacer misiones.

En las redes sociales era donde nos poníamos al tanto de lo que pasaba en nuestras vidas, en lugar de hablarlo, y a pesar de que Lila e Iván eran los que menos actualizaban estas. Ahí veíamos, o al menos yo, las salidas que celebraban con sus amigos, algunos de sus logros o de sus relaciones amorosas. Aunque dejé de checarlos hacia el inicio de mi séptimo semestre.

Y a finales de ese semestre fue que logré que Lila y Valeria aceptaran, y pudieran, salir un sábado conmigo. Fuimos a un parque, no quería gastar tiempo caminando sin prestar atención a los aparadores de algún centro comercial ni ver una película sin poder hablar con ellas. Tampoco lo hice para saber si ellas también sentían tristeza por nuestra distancia, sólo quería estar con ellas y saber un poco de cómo les iba.

Lila nos contó de su novio, de cómo sería un chico aburrido para nosotras porque juntos sólo estudiaban y pocas veces se ponían románticos, pocas veces salían en citas y aún así se querían mucho y se entendían. Nunca comprendería su relación pues Lila era una chica realmente intelectual, lo contrario a mí, pero me sentía feliz por ella, porque había cambiado mucho de la chica seria y simple que había sido cuando nos conocimos en aquel viejo trabajo.

Por otra parte Valeria nos habló de su novia, ella nos había dicho desde la preparatoria que se consideraba bisexual, por eso en la universidad ya había tenido un novio y una novia, esta era la tercera y sentía que era más real que los otros dos. Era sencillo aceptar su forma de amar, siempre había sido muy liberal y abierta, sabía que en el fondo era una persona casi tan romántica como yo, aunque le gustara negarlo. Además al inicio se había negado a las relaciones con chicas de su carrera por el estigma social que había sobre la falta de feminidad en las que estudiaban mecatrónica, había querido negarse a eso vistiendo mejor y maquillándose, además de que su novia era de otra carrera.

Nos contó que al final esta nueva novia la había convencido, después de algunos largos intentos, en desmentir lo que se decía pues ella era tan delicada como yo, así me dijo Valeria. En sus fotos de veían felices juntas, se divertían y Vale estaba orgullosa de ella por lo mucho que nos contó de sus logros.

Y yo, que salía con el que era mi segundo novio de la carrera; con él ya había cumplido dos años y queríamos estar más tiempo juntos, teníamos un relación típica heterosexual donde él era un caballero y yo una chica amorosa. Pensé que a los ojos de ellas, mi relación les parecería aburrida, no obstante me hicieron muchas preguntas sobre él y se preocuparon de que me tratara bien. Me sentí tan afortunada por tenerlas y casi lloré al extrañar los viejos tiempos.

Finalmente hablamos de lo que sabíamos de las últimas parejas de los tres chicos. Marco ya había tenido poco más de cuatro novias, lo que era normal pues siempre se llevaba bien con las chicas y, aunque aún le gustaban las fiestas y la bebida, se había cuidado para no dejar a nadie embarazada y terminar su carrera. Tom se había declarado gay desde el final de nuestro tercer año aunque hasta el tercer semestre tuvo su primer novio, después de ese fueron dos más que lo dejaron medio decepcionado y enojado, por mucho tiempo me divertí escuchándolo hasta que dejó de llamarme.

Iván… tuvo una novia que todos amamos, nos caía muy bien por su forma sencilla y simpática de ser. La conocimos un día en que todos fuimos a verlo a su casa porque se había enfermado de apendicitis, había tenido una cirugía de la que se recuperó en pocos días; ambos se veían bien juntos y ella publicaba cosas de los dos porque él no lo hacía, y fue por ella que nos enteramos que terminaron aunque no supimos el por qué. Después de eso nos perdimos de su vida amorosa.


Hoy ya son casi ocho años desde que terminamos la preparatoria, ya tengo los veinticinco años cumplidos y he estado trabajando como titulada desde hace poco más de dos años. Por un evento en la oficina terminé saliendo más temprano así que me detuve en un café a distraerme un poco con dos compañeros del trabajo, una era unos años mayor que yo y el otro más joven, hacíamos equipo en el proyecto que nos habían asignado y, por suerte, no nos llevábamos mal.

Hablamos un poco de cosas sin mucha importancia hasta que cada uno nos distrajimos en nuestros celulares. Paseaba por las redes sociales cuando me encontré una foto de Tom reuniéndose con algunos amigos de su carrera. No estoy segura de cuándo era la primer memoria que llegó a mi mente al verlo, pues noté enormes cambios en él como lo era su mirada madura, su estilo de vestir más serio e, incluso, se había dejado barba después de siempre jurar que no lo haría.

Una punzada de dolor atravesó mi corazón, él había cambiado durante ese tiempo y hasta ese momento yo lo sabía. La última vez que había hablado con él fue a un semestre de que él terminara su carrera, me había dicho lo indeciso que se sentía respecto a la especialidad que tomaría pero ya no me había enterado de su decisión hasta que paseé entre sus publicaciones hasta ver que trabajaba en un refugio de animales decomisados.

Tal y como a mí me había sucedido, no tenía alguna fotografía o publicación con los otros cuatro, por esa razón fui buscando uno a uno. La última foto de Lila era con su novio, el mismo de los últimos años; en cada retrato, de los pocos que tenían, se veían felices a su manera. Marco fue el siguiente, de nuevo estaba acompañado de una chica que no conocía, aunque no parecían tanto una pareja; siempre salía con traje, sólo en un par estaba en ropa casual bebiendo con amigos.

Valeria se veía con amigos, tenía fotos de competiciones fuera del país con los aparatos que, la última vez le había contado, creaba junto a su equipo de investigación; se centraban en prótesis más que en tecnología que facilitara la flojera humana (esas palabras usó). Sólo con Iván fue una búsqueda sin resultados importantes, la última vez que había escrito o enseñado algo personal era de cuatro años atrás sobre un viaje con sus compañeros de escuela, la última cosa que había compartido fue hace siete meses. Él siempre descuidando esa red social que tanto odiaba.

Mis compañeros del trabajo ya estaban de nuevo hablando, era algo sobre salir el viernes o el fin de semana, no les presté mucha atención pues me dediqué a crear un evento para nosotros seis. Deseaba verlos, estaba realmente motivada y emocionada a pesar de la vocecilla miedosa que me susurraba mis inseguridades. ¿Y si ellos ya no querían nada con el resto? ¿Y si ya no me recordaban? ¿Qué tal si ya ni viven en el país?

Sólo tenía una forma de encontrar la respuesta a eso y fue invitándolos con un simple mensaje: Hay que recordar los viejos tiempos, les ruego que hagan todo lo posible porque el domingo, dentro de un mes, estén libres para vernos, los seis. Podemos ir planeando a dónde y cómo después, mientras sólo dejen apartado e intocable ese día. Por favor.

Ya que lo había publicado me di cuenta que sonaba medio desesperada en ese mensaje, pensé en modificarlo, mas decidí no hacerlo porque era como me sentía.

Las respuestas de Valeria, Marco y Tomás no tardaron nada en llegar, si acaso fueron diez minutos en que mi mensaje estuvo sin ser visto. Los tres se mostraron interesados y emocionados, lo que me levantó los ánimos aún más. Por educación tuve que despedirme de mis dos compañeros para ir a responderles y planear sin ignorar a nadie, lo hice durante el trayecto al trabajo de mi novio que saldría más tarde.

Hablamos sobre los lugares que conocíamos y las cosas que podíamos hacer, muchas fueron sugerencias bien recibidas para ese domingo que planeábamos, otras se quedaron como opciones para futuros encuentros. La primer duda fue de Tom sobre si podríamos llevar a alguien más, a lo que respondimos que ese día no pero que en uno siguiente sí lo podríamos hacer más grande.

Lila respondió en la noche, dio otras sugerencias y nos dijo que haría todo lo posible para tomar el día pues ella sí trabajaba en domingo. Iván nos respondió en la tarde del siguiente día, sólo dejó dicho que iría a donde decidiéramos.

Deseé tanto porque el mes se pasara volando que sentí que sucedió como tal. Ya faltaba una semana cuando se decidió terminantemente que iríamos de picnic a un bosque a las afueras de la ciudad, ahí podríamos hablar tanto como quisiéramos sin que otros ruidos o distracciones nos detuvieran. Después de ahí dejamos pendiente si iríamos a la casa de Marco o si lo dejaríamos para otra ocasión puesto que él estaba emocionado por enseñarnos la casa que había comenzado a rentar hace cuatro años y la que estaba a poco de comprar.

La noche anterior a vernos no podía dormir, me sentía emocionada y tan feliz que hasta mi novio estaba feliz por mí, no se quejó de que no parara de hablar de mi salida ni de los planes a futuro que estábamos ya haciendo. Él sabía lo mucho que esos chicos habían significado para mí así que tampoco podía esperar para conocerlos.

En la mañana, cuando estaba por llegar al punto de reunión, un solitario mensaje nos llegó a todos: Lo siento, mi mamá se cayó hoy y debo llevarla al hospital, no podré ir con ustedes. La disculpa era de Iván.

Notamos que nos había enviado lo mismo cuando acabaron los abrazos, los gritos de emoción y las risas. Nos desanimó un poco saber que no estaríamos todos, pero comprendíamos que era un imprevisto real.

Lo llamamos ya estando en un mismo auto, el de Lila, lo sorprendimos al hablarle todos juntos y le deseamos lo mejor para su mamá. No pudimos tener una conversación muy larga porque sonaba ocupado, sin embargo lo sentimos feliz al escucharnos.


Tendríamos que disfrutar el día sin él, así nos lo pidió. 

lunes, 13 de noviembre de 2017

Tomás

El helado que nos comimos ese día en especial, cuando nos dimos a conocer más personalmente, se sintió como el más delicioso de todos. La aparente incomodidad que entre nosotros se levantó por lo contado, se fue evaporando mientras caminábamos hacia la plaza contigua a la escuela, como tantas veces ya habíamos hecho con otros amigos y con ellos.

La plaza era un sitio solitario durante la semana, exceptuando por las visitas ocasionales de nosotros los estudiantes que aprovechábamos horas libres para pasear por sus pasillos. La mayoría prefería la plaza del lado contrario porque tenía tiendas más sofisticadas y abiertas, además de que era más grande. Sólo por eso a nosotros nos gustaba esa.

La mayoría de los locales estaban cerrados hasta la una, sólo algunos de comestibles y el supermercado abrían desde temprano. No era difícil encontrar mesas en la zona de comida así que ahí nos reunimos con nuestros helados para seguir hablando como siempre, dejando de lado el tema de los padres.

Siendo sincero, estaba preocupado por Marco ya que fue el que se mostró más incómodo hablando de su familia, sin embargo pronto sobrepasó su silencio con sus usuales bromas y relatos sobre las rarezas que solía hacer con sus otros amigos. En nada volvió a ser el chico fanfarrón y rebelde al que nos habíamos acostumbrado, así como Lila recuperó su humor que tan bien había disimulado a pesar de lo que nos había contado.


Ese fue el mejor año que tuve, me divirtió tanto que sentí que se fue más rápido de lo que hubiera deseado. Un día estábamos en el primer día y al otro ya se estaban acomodando para ocupar su lugar en la foto de generación.

Ninguno de nosotros seis se arregló ni interesó en tal foto, no sentíamos que tuviera algún significado especial pues sólo estábamos terminando un grado más y que la que valdría más la pena sería la de la carrera. Por esa razón ese día fuimos con nuestras ropas de siempre a ver desde abajo al resto de los compañeros formarse por estaturas, todos vistiendo formalmente con su blusa o camisa blanca, el pantalón negro y corbata del mismo color para los hombres.

Lo único divertido de ese día fue ver a los que estaban en las gradas hacer la ola mientras esperaban a que todos ya estuvieran en su lugar. Al cabo de casi una hora los dejaron bajar para comenzar a tomar fotos por grupo, sólo en esa decidimos participar para que nuestro grupo no se viera tan incompleto y porque sería curioso salir ahí con nuestra ropa tan informal.

Los fotógrafos no reclamaron ni se mostraron interesados en nosotros, nos acomodamos de forma que de un solo lado quedáramos los seis. A un amigo mío que iba pasando por el lugar le di mi celular para que nos sacara una foto de ese momento, la única que valdría la pena.

Al final nos tuvieron que robar a Cristal, Valeria y a mí de los amigos que nos pidieron fotos del momento. Sólo aparecimos en un par antes de que los otros tres nos tomaran del brazo para llevarnos a nuestro sitio de siempre, ahí nadie nos vería ni pediría por las fotos que seguramente, eso dijeron, volverían a sacarnos en la entrega de diplomas.

Y, efectivamente, así fue.

Logramos vernos al llegar a la ceremonia, habíamos decidido llegar temprano para ayudar a Marco con su peinado, a Lila con su maquillaje y a Valeria con su cabello. El día anterior acompañamos a Marco en buscar de su ropa formal pues aseguró no tener nada presentable que le quedara así que fue una buena excusa para pasar la tarde juntos. Aun cuando no necesitábamos excusas para eso.

En cuanto los seis nos veíamos bien, sacamos una rápida fotografía antes de que nos llamaran a ocupar nuestros lugares, más porque Lila daría el discurso de despedida. Como teníamos que estar sentados alfabéticamente por nuestro apellido, a los seis nos tocó lejos de nosotros mismos, al menos yo tenía a un amigo cerca así que no fue tan aburrida la espera del discurso de Lila y la entrega de nuestros diplomas.

Al salir creímos que por fin nos reuniríamos, mas el resto de nuestros amigos lo impidió. A Cristal, Valeria, Marco y a mí nos llevaron de un lado a otro para sacarnos fotos, ni tiempo nos dieron de reunir a nuestras familias mientras nos esperaban. Fue una suerte que Lila e Iván terminaran sus fotos y se encargaran de reunirlos.

No sé cuánto nos tardamos, sólo recuerdo a nuestras hermanas ayudándonos a librarnos para que nos llevaran junto a Iván y Lila a nuestro sitio secreto para que ellas nos tomaran nuestras fotos, las que más deseábamos.

Después de ese evento el tiempo pasó aún más rápido. Nos vimos algunas veces durante las vacaciones, aun estando entre inscripciones a las nuevas escuelas. Cuatro de nosotros iríamos a la zona central de las facultades, no estaríamos tan lejos como Iván y Marco que habían sido enviados a las escuelas al otro lado de la zona central y, además, les dieron horarios vespertinos. No les molestaba, pues sus casas no quedaban tan lejos como lo habría estado donde a nosotros nos tocó.

Todavía en todo el primer semestre de la carrera pensaba que estábamos de vacaciones y que cuando estas se terminaran, volveríamos a estar los seis en un mismo grupo, que no faltaba mucho para estar juntos como antes. Eso me daba ánimos junto a las largas pláticas que teníamos por el chat de siempre, por lo menos cuatro veces a la semana hablábamos de cómo nos iba, las personas que conocíamos y las materias.

Era divertido que todos tuviéramos materias tan diferentes, sólo algunas de Lila y mías se parecían aunque nunca hablábamos de qué tan real era eso por todo el estigma que nos estaban enseñando sobre las relaciones de médicos y veterinarios. Nunca nos subestimaríamos entre nosotros, pero preferíamos ignorarlo mientras.

Las tres chicas y yo podíamos vernos más seguido por la cercanía de nuestras facultades, nos encontrábamos cuando alguno salía más temprano de sus clases o cuando terminaban a la misma hora pues nuestros caminos de regreso ya eran similares, al menos la mitad de estos.

Los otros dos se mantenían concentrados en lo suyo sin olvidarnos, nos contaban las diferencias que podría haber con las facultades de la zona central y de cómo tenía una arquitectura muy similar a la de la preparatoria. Sobre todo la biblioteca.

Con quien más me mantenía en contacto era con Iván porque lo había conocido en primero de prepa, no había sido sencillo para él acercarse a otros, yo fui uno de los primeros en notarlo e invitarlo. Temía que se quedara solo por eso, sin embargo él me contó como en el primer día se juntó con otros chicos fácilmente y que aún seguía llevándose bien con ellos. De alguna forma había cambiado y eso me tranquilizó un poco.

Como no podíamos estar los seis juntos durante los semestres, nos reuníamos en cuanto se acababan los exámenes finales y estábamos todos seguros de no necesitar extraordinarios. No tardábamos en decidir el lugar y la hora, ningún día fuimos impuntuales, demostrando que aún queríamos estar juntos después de esos casi seis meses en que sólo podíamos hablar por el teléfono.

No paramos de hablar de lo novedoso de la universidad, de los amigos o profesores que conocimos, hablamos de lo que nos esperaría en los siguientes semestres y disfrutamos comer juntos. Marco seguía consiguiendo trabajos de medio tiempo pues tenía la ilusión de rentar un cuarto cerca de su escuela para irse separando más de su familia aunque significara que ya no recibiría esa parte que ellos le daban, lo cual no era una verdadera pérdida, como él decía, pues cada día le daban menos.

Valeria ya viajaba más en el transporte público, sus padres no dejaban de ser sobreprotectores aunque habían bajado un poco de su locura. Cristal se había distanciado aún más de su padre, ninguno de nosotros la juzgó pues ella entendía porqué lo hacía, más de lo que nos pudiera explicar.

Lila seguía estudiando mucho, tal vez más, y por eso no siempre salía con nosotros tres que estábamos en la zona central. Estaba decidida a terminar a pesar de todos los problemas que nos decía que su carrera significaba actualmente. Iván hacía su esfuerzo a medias, no siempre se veía con ganas, por lo que me contaba, además de que siempre me respondía mis mensajes aunque estuviera en clase.


Por esos primeros semestres seguí deseando y esperando el día en que las vacaciones se terminaran para que pudiéramos reunirnos de nuevo en un grupo. No tardó mucho en perderse ese sentimiento. 

lunes, 30 de octubre de 2017

Lila

Nuestra clase de física se había cancelado ese día. Después de esperar media hora a que el profesor llegara se decidió que ya no vendría así que nos fuimos de ahí. Obviamente yo no podía dejar de dudar y temer que fuera a llegar después de que nos hubiéramos ido, que al no ver a nadie nos guardaría las represalias para la siguiente clase y que seguramente sería algún tema dado por visto.

Por mí fue que nos fuimos de ahí casi a los cuarenta minutos, quería quedarme donde pudiéramos ver el salón por si llegaba, sin embargo ellos lograron distraerme para que la siguiente vez en que me diera cuenta, ya estuviéramos en nuestro sitio de descanso.

Me resigné con el tema que comenzaron de la nada sobre si nos gustaba o no hacer quehaceres en la casa y cuál era el que preferíamos y el que odiábamos. Me sorprendí de saber que Tomás era el quien más parecía hacer que el resto y que, además, casi disfrutaba.

—Es raro y sonará a excusa pero a mí mis padres nunca me dejan ayudarlos… —comentó Valeria con una mirada contrariada, veía hacia el pasto que sobresalía de debajo de sus pies, sólo antes de que comenzara a arrancarlo—. Tenemos ama de llaves, sí, pero incluso cuando ellos arreglan cosas que usaron o usamos los tres, no puedo ayudarlos. Lo único que logré hacer mi responsabilidad fue mi cuarto.

>>Y es que son sobreprotectores.—A medida que iba siguiendo el hilo de sus pensamientos, hablaba más rápido y arrancaba el pasto con más fuerza para arrojarlo lejos, aún evitando vernos—. O sea, estoy muy agradecida con ellos, siempre he creído que nací con los mejores padres, sé que me quieren y desean lo mejor para mí, que realizan muchos sacrificios por mí y se esfuerzan por mí… Pero a veces quisiera que me dejaran moverme sola, ser más independiente sin torturarlos con el miedo de que podría pasarme algo malo…

—¿Con el tiempo no se han vuelto un poco más flexibles? —le preguntó Iván, yo no estaba segura si intervenir era lo correcto, tampoco es que supiera las palabras necesarias, sin embargo algo en la forma en que él preguntó hizo que se sintiera como la única pregunta necesaria.

—Casi nada y yo no me atrevo a hablar con ellos por miedo a herirlos o hacerlos enojar… —Al decirlo por fin nos observó, sonrió casi con una disculpa en la mirada.

En ese momento creí que el silencio quedaría entre nosotros, que nadie más se atrevería a hablar de nuevo por temor a acaparar la atención. Yo sentía que quería hablar de mi familia, que quería contribuir para que ella supiera que no era la única con una familia imperfecta, mas las palabras no adquirían una forma lógica en mi mente sin que sonaran como un reproche.

—Los míos sí cambiaron con el tiempo, aunque fue demasiado repentino. —La costumbre de Iván era evitar miradas, sin importar de lo que hablara, siempre prefería ver más allá de nosotros—. Desde que tengo memoria, ambos fueron estrictos al grado de que en calificaciones un siete era la peor calificación del mundo y un ocho era la recompensa de un flojo; además eran de esos padres que con una mirada te advertían lo que pasaría si no te comportabas adecuadamente.

—¿La de “ya verás cuando lleguemos a la casa”? —Sonriendo de medio lado, Tomás volvió a callar después de recibir el asentimiento de Iván.

—Sí, eran de esos que sus métodos de disciplina incluía un cinturón y la palma de la mano. —Aún sin que nos viera directamente, se le veía la incomodidad al hablar del tema, la mayoría de las personas no lo veía como maltrato infantil aunque los nuevos padres reprobaban ese método, yo sabía que entre nuestras generaciones era algo normal—. Gracias o no gracias a eso, mi hermana y yo crecimos bien, sin embargo cuando entré a aquí ellos me… liberaron de tanta presión sin decirlo. Ya no me preguntaban por calificaciones o exámenes, no me exigían más dieces, y cuando saqué seis en historia, esperando un regaño terrible, ellos sólo me dijeron que al menos había pasado. —Se encogió de hombros antes de voltear a vernos—. Y ahora arruiné mi promedio porque la libertad es embriagante.

—Mi padres es un punto medio entre los suyos, o eso creo. —Cristal tomó el siguiente turno para hablar, una vez que se aseguró de que Iván había terminado. Ella era mucho más tímida que Iván, así que al hablar se encogió abrazando sus piernas y jugando nerviosamente con su cabello.—Él suele estar encima de mí preguntándome si ya he hecho exámenes y cómo salí, cada vez que le pido permiso para salir me lo niega o me pone condiciones o quiere saber a dónde y con quién estoy. Y al contrario de contigo, Iván, él parece volverse más estricto e insoportable que antes.

>>Y luego está mi mamá… ella me da más libertad y entiende que sólo quiero tener momentos divertidos con mis amigos, pero eso sólo provoca peleas entre ellos porque uno dice que sí y el otro que no —se quejó mientras enterraba un pedazo de rama en la tierra hasta que este se quebraba a la mitad por la fuerza—. Se iban a divorciar hace años ¿saben? Pero detuvieron todo porque mi mamá se enfermó y ella no podía cuidar bien de mí ni yo de ella… No debería pero desearía que se hubieran separado.

—Y cuando eras niña ¿te llevabas mejor con tu papá? —Esta vez un solo pensamiento llenó mi mente y me hizo intervenir en su relato, aunque parecía que ya había terminado, Cristal asintió como respuesta, yo noté un sutil dolor en su mirada al admitirlo—. Creo que deberías considerar no alejarte demasiado de él antes de que sea demasiado tarde…

Ninguno dijo nada, Cristal volvía a ver hacia nosotros, hacia a mí, al igual que el resto. Yo no acostumbraba huir de la mirada, por eso muchos se incomodaban conmigo; a mí eso ya no me importaba.

—Mi papá murió hace dos años, él y mi mamá trabajaban sus ocho horas normales en trabajos diferentes así que no era complicado que nuestras vacaciones pudieran organizarse para estar todos. Tal vez éramos una familia ejemplar, las presiones que nos daban eran normales sin ser demasiado estrictas o desinteresadas aunque sí eran de los creyentes del castigo. —En verdad era complicado hablar sobre castigos, sin embargo mi incomodidad por el tema fue opacado por el dolor que comenzaba a sentir mientras recordaba el tiempo anterior a esos dos años, tiempo que nunca volvería.
 
>>No había problemas reales entre nosotros cuatro, pero desde un poco antes de entrar a sexto de primaria comencé a esforzarme más y más en la escuela por la vez en que noté el orgullo en mis padres cuando obtenía las mejores calificaciones. Entonces me encerré, sólo me preocupaba mejorar hasta que un día, un solo día, decidí hacer caso de la sugerencia de mi mamá por salir una tarde con ellas… —Hasta ese momento dejé de verlos, no quería que se dieran cuenta si mis ojos llegaban a traicionarme con las lágrimas— Papá quiso quedarse porque tenía cosas que acabar de su trabajo así que sería tarde de chicas, como dijeron ellas.

Tuve que callar sólo unos segundos—. Murió de un paro cardíaco, cuando llegamos ya no pudimos hacer nada. —Le resté importancia al encogerme de hombros, no quería que me tuvieran lástima—. A partir de eso cada una de nosotras lidió con su pesar a su manera: mi mamá comenzó a trabajar doble turno para pasar en casa el menor tiempo posible, mi hermana decidió salir constantemente con sus amigos y yo sólo seguí encerrada estudiando porque si eso me arrebató tiempo con él, no lo echaría a la borda como si nada.

Y arruiné el ambiente. Creía que había pasado con Valeria, sin embargo lo que yo dije era más pesado, o eso pensé al inicio hasta que Tomás me dedicó una de sus contadas sonrisas, parecía sincera aunque al final fue un tanto triste.

—Mi familia también está incompleta aunque no igual —rascó su nuca por más pena que por verdadero picor–. Mi mamá se fue de la casa cuando mi hermanita tenía cuatro años y yo seis, lo poco que recuerdo de ella no son cosas agradables, son peleas entre ella y mi papá, no recuerdo ningún abrazo o palabras amables de ella aunque mi viejo asegura que en algunos casos si nos mostraba afecto a pesar de que ser madre nunca había sido su deseo. Mi papá tuvo que trabajar más para mantenernos a los tres, mi hermana mayor y yo decidimos aminorarle la carga al ocuparnos de los trabajos en la casa y cuidar a la menor para que no se presionara demasiado. Fuera de eso, no somos una familia tan complicada, sólo una muestra de que las mamás no siempre son las buenas.

—Y se nos acaba el tiempo, debemos regresar a clase. —Es cierto que ya hasta nos habíamos pasado por quince minutos de nuestra última clase, sin embargo fui la primera en tirar de la manga a Marco para evitar que se levantara mientras los demás usaban palabras para alentarlo a seguir el tema de nuestra conversación.

—Pero no debemos obligarlo, si tiene motivos para no hablar de eso, no vamos a intervenir —casi murmuró Cristal, tan tímida y femenina como solía ser. Marco dejó escapar un suspiro anormalmente largo junto a un par de expresiones de incomodidad y resignación.

—Creo que es obvio, mis padres no son buenos padres —exclamó finalmente—. Mi padre trabaja lejos y hay veces en que pasamos días sin verlo y cuando regresa suele estar borracho o con ganas de discutir con mi madre, algunas veces se golpean en uno al otro aunque la que acaba peor es ella. Y mi madre trabaja en turno vespertino, a veces también le gusta pasar la noche lejos de nosotros; ella nos educó a punta de golpes, aunque su disciplina fue tan ilógica o mala que sus tres hijos terminaron mal.

>>Con suerte mi hermano no acabará muerto o en la cárcel, mi hermana no se embarazará o acabará casada con un viejo que la mantenga, y luego estoy yo, del que no se espera nada, tal vez su muerte o que desaparezca algún día.

Entonces vimos a Marco incómodo y evitando nuestras miradas, una vez más se hizo el silencio sin que supiéramos como romperlo hasta que Iván fue de nuevo el que nos salvara. Se levantó para estirarse y sacudirse de encima todos los restos de árbol mientras veía su reloj.

—Ya no podemos entrar a clase, vamos por un helado —dijo sonriendo de medio lado, Valeria y Tomás fueron los primeros en levantarse aceptando la oferta y tratando de alegrar el ambiente de nuevo.

—De los baratos ¿no? Ando corta de dinero. —Cristal se unió a ellos doblando la cobija en la que ellos estaban sentados.


—No, de los caros, hoy hay dos por uno en los grandes. —Sabía que no siempre tenían dinero para esos helados, así que antes de que me reclamaran y me dijeran pudiente, me adelanté con las cuentas—. Cada uno tendría que pagar la mitad de un grande, en total sólo pagaríamos tres y comeríamos seis. —Ninguno se resistió a la oferta.