miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lila

La última entrada de su blog seguía dándome vueltas en la cabeza, incluso más después de lo que Sam le contó a Valeria. Siempre había reconocido que Iván tenía talento para escribir, solía ver su blog cada semana cuando publicaba regularmente hasta que comencé a verlo una vez al mes o cada que me acordaba.

Tenía una mente creativa, a veces me contaba cómo nuevas historias llegaban a él cuando estaba escribiendo el final de alguna, y que en ocasiones terminaba abandonando una por escribir una nueva más llamativa. Me gustaba mucho escucharlo, sus ideas variaban tanto aunque algunas ideas parecían profundizarse entre historias, sin embargo él siempre parecía alegre de poder contarle a alguien lo que pasaba por su mente en cuanto a su imaginación. Con eso se veía una emoción e interés sincero, parecía más alegre y vivo que con cualquier otra cosa de la que platicara y eso me agradaba.

Por eso creía que debería haber un significado oculto en los fragmentos que escribía y que no pertenecían a ninguna otra historia; hablaba de huir o callar ruidos, de algo que lo molestaba y nadie le dejaba hacerlo. Quería ser positiva pensando que algo le molestaba en su casa y por eso quería alejarse de ahí, que se iría a cualquier otro lado o que, tal vez, ya lo había hecho. Podría haber salido de viaje, fuera del estado o del país, lejos de todos o a lo mejor con algún amigo. Mientras estuviera a salvo podía irse a vivir al otro lado del mundo, nosotros encontraríamos la forma de llegar a él.

Era mi lado negativo el que en ese momento me mantenía despierta a las cinco de la mañana. Mi novio había tratado de darme confort al rodearme con sus brazos para que pudiera dormir, sin embargo sólo pude mantenerme quieta hasta que lo escuché profundamente dormido. Me levanté con el mayor silencio que pude, salí a la sala a distraerme con mi celular leyendo las viejas entradas del blog de Iván.

Me di cuenta de la hora cuando un mensaje de Tom nos llegó preguntando quién estaba dormido. Curiosamente los cinco estábamos despiertos y Marco respondió lo mismo que me pasaba.

—Trataba de dormir, no dormía —Su respuesta recibió cuatro “Estoy igual”.

—Hay algo que debo contarles… Si no lo hago, ese algo que me molesta por no hacerlo nunca me abandonará… Aunque es algo embarazoso… —No era común en Tom la duda, solía ser directo y cuando se sentía avergonzado, sólo parecía usar muchos emoticones y hablar de más—. Hace más de dos o tres años, un día platicando le confesé que en el último año de la prepa… me había empezado a gustar… por un tiempo fue con quien quería salir aunque nunca lo intenté…

>>Cuando se lo conté yo tenía novio, por eso se lo dije, para que no pensara que quería intentarlo… —Ojalá estuviera escuchando su voz, las pausas que hacía entre mensajes poco mostraban del miedo que debía tener por lo que nos decía—. Pero la última vez que hablamos, hace seis meses, le conté que había terminado mi última relación, él me dijo algo similar a que también estaba libre aunque yo no sabía nada de esa otra persona con la que estuvo y no le pregunté porque me centré más en decirle que… que tal vez deberíamos salir los dos…

>>Al inicio él lo tomó como broma, dijo que no estaba mal, hasta que le insistí un poco más. De pronto parecía que había dejado de reír mientras decía que sentía que no servía para las relaciones, que a nadie podía amar de verdad y no quería hacerme lo mismo que a su última pareja. No sé qué pasó, supe que ya no debía seguir con el tema… pero ahora me lamento de mi decisión.

>>De verdad quiero creer que sólo huyó de su casa, o que cambió de celular y anda jugando con nosotros… pero tengo miedo.

De su último mensaje, sus tres palabras finales, parecieron hacer eco en mi cabeza con su voz. Siempre fue él quien mejor conoció a Iván, siempre habían estado juntos hasta que la universidad los separó y, aún así, solían decir que tal vez algún día trabajarían juntos por la relación que había entre sus carreras.

Sentí su temor despertar el mío, mi preocupación y ansiedad se volvió pánico que provocó que las lágrimas salieran de mí, pensé en que Tom podía estar llorando también, en que Cristal y Val estarían llorando si sentían lo mismo, incluso Marco podría estar conteniendo las lágrimas pues ya una vez habíamos llorado los seis juntos, una memoria preciada que ninguno tenía que hablar en voz alta para hacernos notar lo importante que fue.

Todos teníamos miedo. Ninguno se atrevía a decir que Iván podría haber cometido la peor estupidez y cobardía que existía, ninguno quería pensar que era una posibilidad aunque no podíamos deshacernos de ese miedo que hoy me tenía sollozando como nunca.

—Aún hay esperanza, aún podemos encontrarlo. —El mensaje de Marco me hizo tomar de nuevo mi teléfono. Mi yo lógica me habría hecho ignorar esas palabras, si me hubiera encontrado frente a ellos habría sonreído, me habría encogido de hombros sin decir ni una sola palabra, sin embargo esta vez la lógica no le ganó a la conexión que tenía con ellos.

—Así tengamos que forzar a nuestros jefes por vacaciones, tengamos que salir del país o lo que sea, daremos con él. —Conforme las escribía, me creí mis palabras. Tenía cinco meses conociéndolos cuando supe que ellos me harían mejor persona, que me harían cambiar para bien y que no sería una amistad pasajera.

No hablamos mucho más, sólo dijimos más cosas para subirnos el ánimo y bromear un poco acerca de los reclamos que le haríamos a Iván. Y a pesar de que mi corazón se sentía menos apretado y mi mente menos desesperada, no pude dormir la hora y media que faltaba para que el despertador sonara.

Alan despertó con el sonido de mi alarma, su horario de entrada era en la tarde ese día, sin embargo me dijo que estaba preocupado porque no dormí y tenía que trabajar. Me ofreció cambiar mi turno por el de él para que durmiera, mas yo sabia que no podría hacerlo ni aunque me pusiera a ver lo más aburrido que encontrara en la televisión, así que sólo le agradecí y me metí a bañar.

No importó cuántas tazas de café me bebí, ni cuántas aspirinas y paracetamol tomé, el dolor de cabeza, la pesadez mental, de mi cuerpo, y las náuseas siguieron en mí. No tenía idea de cuál era mi aspecto, pero sabía que no era el mejor por cómo Paula, la enfermera con la que mejor me llevaba, se mantuvo a mi lado tratando de aminorar mis errores o recordarme lo que iba a hacer cuando me detenía a la mitad del camino.

Recibí varias llamadas de Alan, estaba preocupado por mí, traté mintiéndole al asegurarle que no tenía de nada de que preocuparse, sin recordar que él también sabía bien los efectos de una noche sin sueño. Muchas noches las pasamos en vela por estar estudiando, por los trabajos y proyectos que nos habían valido la alta calificación con la que nos graduamos.

Estudiar y esforzarme no era una obligación para mí, tampoco es que fuera un pasatiempo o diversión, es sólo que era lo mejor que podía hacer, era una rutina normal en mí que me mantenía cómoda. Siempre fue algo que no podía explicar, muchas veces pensé en lo aburrida que debería ser para el resto porque ese fuera mi principal entretenimiento, por eso creí que conociendo a gente similar a mí me haría sentir cómoda, lo que terminó siendo lo contrario pues fueron cinco chicos distintos a mí, quienes me dieron lo que quería.

Y entre ellos Iván, quien creí sería como yo. Aún a mitad del tercer año quise creer que no se había perdido lo que fue al entrar a la preparatoria, ese chico de puntaje perfecto y primeras calificaciones impecables. En cambio él parecía esforzarse por desmentirlo.

Llegué a pedirle, como apuesta o juego, que se esforzara de nuevo y me ganara, que nos demostrara a los cinco que era tan inteligente como aparentaba. Parecía intentarlo, al inicio nos demostraba que lo haría hasta que ese aburrimiento dentro de él lo hacía perder el interés por cualquier recompensa que le ofreciéramos.

Nada hacía efecto, muy rápidamente se rendía, se agotaba, se distraía y nosotros no podíamos hacer nada más que reír con él y simular que no nos preocupaba. Tal vez el cambio de escuela, esa distancia que se dio, fue un alivio para él, la forma en que ya no sintió presiones ni la vergüenza de no ser el que habían esperado que siguiera siendo.

Samantha me lo contó una vez, sabía que Iván era inteligente, y eso la atraía más a él; sin embargo también sabía de esa falta de motivación de él. Me dijo que sentía que Iván se esforzaba por no salir bien, por no dejar a nadie ver su verdadera inteligencia; al inicio de la carrera ella misma lo vio cuando sacó buenas calificaciones, escuchar eso me hizo sentir que volvería el Iván de antes. Mas un sueño sólo fue, no tardó mucho en dejarse caer.

¿Por qué? Quiero entenderlo, quiero saber lo que pasaba en su mente pero no puedo, algo nubla mi lógica, el amor que siempre he sentido hacia él lo hace.

Paula rompió mis pensamientos cuando estaba por pensar en la hermandad que los seis formamos, me ofreció la sala de enfermeras para dormir unos minutos. Me negué, mas su expresión me convenció de que no aceptaría mi respuesta negativa así que le pedí que le dijera a quien me buscara que me encontraba en una junta. Esperaba no dormir más de media hora.


Sólo me había sentado cuando Valeria nos mandó el esperado mensaje: “Tengo el número de Gabriel, Sam dijo que no pudo conseguir la dirección pero espera que él la tenga”. Antes de que nadie contestara, Tom lo hizo con un simple: “¿Puedo ser quien hable con él?”.

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