A unos metros de la entrada a la
ciudad se encontraron con Kazu y Suji esperándolos sólo para decirles que
tomarían la parte oeste de la ciudad para revisarla. La razón por la que
esperaron en lugar de avisarles por el nuevo comunicador fue que aún no estaban
tan motivados para seguir con su misión ya que sentían que en ese lugar por fin
tendrían que tomar las vidas de sus denominados enemigos.
Perdieron unos minutos en el
lugar alegando que necesitaban descansar un poco, Kiza y Yone se habían sentido
indiferentes desde la unión de Tanan, sin embargo el nerviosismo de los dos
hermanos fácilmente se les contagió ligeramente hasta que la chica tomó la
iniciativa de adentrarse en la ciudad.
En su característico silencio,
ambos avanzaron por la derruidas calles sintiendo su mente apaciguarse poco a
poco por la tensión de los mínimos sonidos en los que debían concentrarse, lo
cual no hacía más que cubrir el hecho de que debían tener listas sus armas.
Tanan iba al frente observando
cada uno de los edificios que conformaban la amplia avenida por la que andaban,
notaba que la mayoría de ellos reservaban poca de su estabilidad pues sus pisos
inferiores tenían las paredes destruidas además de grandes daños en los pisos
más altos. Todo eso les restaba el trabajo de revisar uno por uno, centrándose
únicamente en aquellos que no presentaban mayor riesgo al entrar.
Cada parte de las calles estaba
tapizada de escombros y basura que incluía prendas de ropa, papeles,
recipientes, mochilas, bolsas de plástico e, incluso, juguetes. Ni Kiza ni Yone
eran capaces de distinguir el posible uso de todo lo que alcanzaban a
distinguir aunque lo que más terminaba de llamar su atención era la forma en
que todo estaba regado.
De alguna forma eran capaces de
distinguir la dirección en que las huídas habían tomado camino, los lugares por
donde las llantas de los vehículos habían transitado y las zonas donde el
desplazamiento había sido forzado. Si bien el viento, la lluvia y el pasar de
otros vehículos ya había modificado la evidencia de lo que había pasado ahí,
los dos chicos eran capaces de imaginarlo, sin estar seguros de por qué.
Acababan de entrar a una de la
calles secundarias cuando los rastros del pasado llevaron a Kiza y a Yone a
desviarse sin previo aviso hacia uno de los edificios que aún aparentaba buen
estado. La puerta de este se encontraba maltrecha, a punto de perder el agarre
que la última bisagra le confería; entraron a la construcción sin hacer ruido,
mantenían su mano dentro de la mochila que cargaban pues con fuerza sostenían
el arma que deberían usar si el enemigo se presentaba.
Tanan los siguió sin
comprenderlos, se había sentido molesta por el súbito cambio de actitud del par
sin expresión sin embargo, al notar que algo parecía diferente que en el resto
de los edificios, sus sentidos se pusieron alerta tratando de ver todo lo que
los otros dos parecían ver.
El primer piso estaba desordenado,
como en todos los lugares, Kiza notó porciones oscurecidas en el suelo sin
prestar atención a su duda sobre el origen de dichas manchas. Manteniendo todo
el sigilo que el deteriorado edificio podía concederles, ascendieron al piso
siguiente donde el desastre sólo parecía aumentar.
Por el piso del pasillo se
encontraron prendas de ropa, papeles, vidrios rotos y escombros; notaron que en
algunas partes de las paredes la pintura había sido rasgada siguiendo un patrón
delgado y discontinúo de cuatro líneas, las cuales se encontraban más evidentes
en las partes cercanas a las puertas.
En total había cinco puertas,
sólo dos se encontraban destrozadas por el golpe que las había abierto. Además
del repetitivo desorden, las habitaciones estaban vacías sin nada que llamara
su atención hasta que Tanan llegó a la segunda de las habitaciones.
Cuando los otros dos se giraron a
verla notaron que todo el color en su rostro se había borrado, sus ojos estaban
muy abiertos viendo hacia un solo sitio de la habitación en la que había
entrado, sus labios y extremidades temblaban ligeramente sin poder reaccionar
más. En el momento en que Kiza y Yone vieron, quedaron igual de sorprendidos.
En esta ocasión la sangre no
tenía tanto tiempo desde que había sido derramada pues las manchas, eran mucho
más evidentes que las pequeñas en el resto del edificio al conservar su coloración rojiza aunque oxidada. La mayor
parte de las manchas menores se encontraban en la primera pared vista desde la
entrada y el techo mientras que las de mayor tamaño se encontraban en el suelo:
la primera estaba a unos tres pasos de la puerta de entrada, la segunda en la
puerta a la primera habitación.
Lentamente recuperaron los tres
su movimiento para entrar a la habitación tras las segunda mancha. Tanan dedujo
que se trataba de la habitación de un niño por los juguetes alrededor, sin
embargo lo que terminó por engrandecer su incomodidad fue la clara imagen de lo
que ahí había sucedido. La cama individual presentaba un total de seis disparos
sobre de ella que llevaron a la formación de una mancha pequeña de sangre por
el cuerpo escondido debajo, mismo que fue arrastrado fuera para recibir un
certero tiro de gracia.
Tanan sólo alcanzó a correr fuera
de la habitación antes de devolver lo último que había comido, por su lado Yone
sólo pudo remover su vista del escenario que no terminaba de comprender
mientras que Kiza se movía hacia la única ventana de esa habitación.
Nada más llegando a la ventana se
asomó al exterior donde alcanzó a ver a cuatro soldados enemigos. Incapaz de
encontrar su voz por la resequedad en su garganta, lo único que pudo hacer para
llamar la atención de sus dos compañeros fue sacar su arma y cargarla. Pronto
los tres se encontraron apuntando sus armas sin terminar de convencerse de
disparar por la escena que acababan de ver.
Hasta que los soldados comenzaban
a salir de su visión, Yone tiró primero del gatillo contra uno de ellos,
obligando a las otras dos chicas a seguirlo después para impedir que el resto
de los soldados sacaran sus propias armas y los atacaran. El primer ataque dejó
a uno desangrándose por el roce de una bala en su cuello, uno con el impacto en
su pulmón izquierdo, uno en la cabeza y otro en el abdomen. Fue Tanan quien
salió del edificio a darles el último golpe aprovechando la situación para
deshacerse de sus propias dudas y malestar causado por lo que habían visto.
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