jueves, 4 de febrero de 2016

10. Desconfiar

En total pasaron una semana y media recorriendo la parte de la ciudad que les correspondía, durante ese tiempo sólo tuvieron un segundo enfrentamiento con dos soldados enemigos al noveno día, los cuales no les presentaron mayor problema ya que se encontraban ocultos en el momento en que los vieron llegar, además de que su titubeo antes de disparar se había detenido un poco.

Las escenas como la que los había paralizado al inicio de su estancia en la urbe se repitieron cinco veces más en diferentes aspectos, sin embargo los tres dejaron de mostrarse tan sorprendidos sabiendo que a lo largo de su camino estas seguirían apareciendo aunque aún no estaban seguros de si podrían resistir ver una escena como esa en pleno desarrollo; por ello trataban de no pensar mucho en el asunto dejando ese tipo de habitaciones lo más pronto posible.

En completo silencio los tres continuaron juntos, solían comportarse como si estuvieran solos ya que la mayor parte del tiempo se encontraban viendo a los alrededores o inspeccionando edificios dejando que cada uno tomara el que deseara, las únicas veces en que debían verse los unos a los otros era para los cambios de guardia en los descansos o para dar órdenes y advertencias silenciosas sobre la búsqueda dentro de las construcciones.

Aún curiosa, Tanan no dejó de observar a sus dos acompañantes pues seguían pareciéndole dos muñecos vivientes. No se había atrevido a hablarles pues no era parte de su personalidad meterse en los asuntos de otros por lo que no estaba segura qué era lo que pasaba en las cabezas de ellos dos.
El haberlos visto reaccionar, aunque menos que ella, ante la escena del primer edificio le había dado cierta tranquilidad al comprobar que sí eran humanos , no obstante con el transcurso de los días y el retorno de ambos a su estado vacío la hizo preguntarse si no había sido actuada su reacción. A partir de eso comenzó a sentirse aún más incómoda viajando con ellos pues le molestaba no tener idea en lo que ellos pensaban además de que por momentos se sentía confiada por las veces en que se separaban.

Había ocurrido un par de ocasiones después de su primer edificio cuando cada uno investigaba por separado los pisos. La primera vez se encontraban en un corto edifico de tres pisos, Tanan y Kiza ya habían terminado su inspección por lo que esperaban afuera la salida del chico, ya lo escuchaban bajar cuando la debilidad de la construcción se incrementó provocando el estremecimiento de esta y la ruptura de las pocas ventanas que aún conservaban fragmentos de cristal.

Tanan se sintió ligeramente preocupada por Yone aunque sabía que no debía estar muy lejos de la salida, sin embargo Kiza se mostró más ansiosa al grado de que se alejó para encontrar piedras y comenzar a lanzarlas hacia la zona contraria de donde las escaleras se encontraban para contrarrestar el peso que estaba provocando el temblor en la construcción hasta que vio salir a su compañero salir de un salto. Tanan se había sorprendido por su respuesta a la situación pues los militares no les habían enseñado eso, aunque recordaba haberlos escuchado hablar de un hombre que les había enseñado algunas cosas antes de que los militares los atraparan.

La segunda vez que ocurrió algo que la hizo dudar fue cuando se encontraban descansando cerca de unos edificios ya en ruinas que únicamente mantenían una porción de su primer piso, ya era la tarde por lo que la oscuridad les imposibilitó cerciorarse de la estabilidad de los edificios además de que una fuerte ventisca los presionó para detener su búsqueda. Por eso fue que, al cabo de unos minutos, escombros de la construcción más cerca a ellos comenzaron a caer con una rapidez tan abrumadora que provocó que los reflejos de Tanan se aletargaran así que fue la rápida acción de Yone la que la salvó una porción mayor de concreto aunque su mochila se quedara entre los escombros.

Había visto a los dos moverse con la misma velocidad que les había descubierto cuando estaban entrenando, la cual nadie más había sido capaz de imitar entre los veinticinco; además de que había percibido la preocupación de ambos chicos cuando notaron que ella no reaccionaba tan rápido como ellos.

Ese suceso los había obligado a tener que avanzar un par de horas más hasta encontrar un lugar mucho más seguro. Tanan estaba más cansada que ellos por la guardia anterior así que fue la primera en caer dormida después de que ambos chicos le entregaran una parte de su alimento y bebida por lo que había perdido atrás, siendo una surte que el arma se la hubiera guardado en la bolsa frontal de su chamarra junto a su aparato que había estado revisando antes de que ocurriera el accidente. Para su sorpresa, al despertar, encontró su mochila a su lado; ambos chicos ignoraron sus miradas inquisitivas y analíticas pues los notaba como la noche anterior, tal como si no hubieran hecho ningún esfuerzo por recuperarla.

Eso era lo que la molestaba más, que en un momento parecieran cuerpos sin sentimientos y que de pronto parecieran como hermanos mayores que se preocupaban mucho por los que los rodeaban. No los entendía, no tenía intenciones de hablar con ellos para hacerlo así que al salir de la ciudad tomó su decisión, justo después de caminar con ellos poco más de un kilómetro. Se detuvo provocando que el par la imitara al verla.

—Perdieron su memoria ¿no es cierto? —la primera pregunta que les hizo la hizo sentir tonta pues lo habían demostrado durante su tiempo de entrenamiento cuando cualquiera de los otros chicos hacía comentarios comunes y ellos no reaccionaban a ellos. En silencio ambos asintieron—. Aún así creo que estarán bien.

—¿De qué hablas? —Tanan dejó de ver hacia sus zapatos para enfrentar la mirada de los dos.

—A partir de aquí seguiré mi viaje sola, no lo tomen a mal pero no me agrada ir con compañía —en silencio ambos asintieron aún con la cara en blanco.

—Si eso es lo que deseas, está bien, ve con cuidado —la respuesta de Yone sonó sincera, algo en sus ojos se lo demostraba a la que se despedía, pero eso sólo incrementó sus deseos de dejarlos de una buena vez pues no quería sentirse más apegada a ellos si los terminaba por comprender.

Con un solo movimiento de mano se despidió de ellos antes de comenzar su avance hacia el noreste de la ciudad donde había estado mientras que ellos seguía su andar hacia el norte.

Cerca del amanecer fue cuando Kiza y Yone por fin llegaron a la nueva ciudad, a primera vista les pareció completamente igual a la que acaban de dejar aunque el lejano ruido les pareció que no tendrían la suerte de encontrarse con los pocos soldados que habían tenido que eliminar en la pasada.

Sigilosamente, uno caminando al lado del otro, se adentraron en la urbe con toda la concentración en la fuente del ruido. A cuatro calles de donde entraron se encontraron con tres soldados golpeando furiosamente la puerta de un edificio que aún se conservaba bien, los tres golpeaban y se arrojaban contra la puerta gritando a los que estaban dentro de una manera que Kiza y Yone no terminaron de comprender aparte de la orden de que salieran.

Los dos recién llegados se volvieron a esconder viéndose el uno al otro pues sabían que ayudarían a quien fuera que estuviera dentro bajo la excusa de que debían eliminar soldados enemigos, sin embargo los detenía más el pensamiento de que los de adentro fueran también parte de los enemigos que el quitarle la vida de nuevo a una persona. Si resultaban ser de ese país, tendrían que cumplir la orden de eliminarlos o dejarlos huir sabiendo que si los descubrían haciéndolo podría llevarlos a algún tipo de castigo.

En silencio asintieron extrayendo de sus mochilas los cuchillos, abriendo y cerrando los dedos en el mango, los dos chicos esperaron unos segundos más hasta que salieron de nuevo en silencio y aprovechándose de los puntos ciegos de los tres soldados para alcanzarlos por la espalda. Con un corte limpio y rápido, Kiza y Yone cortaron la yugular de dos; cuando el tercero lo notó, Yone ya había clavado el cuchillo a la mitad de su cuello para silenciarlo.

Arrastraron los cuerpos para alejarlos de la puerta y así poder quitarles todo lo de valor que pudieran tener, se colocaron en un punto donde los que estuvieran dentro de la construcción los pudieran ver aunque si trataban de dispararles los escucharían pues la ventana aún tenía que ser abierta.

Únicamente encontraron un pedazo de pan grande en uno de ellos, además de que los contenidos de sus cantimploras lo repartieron entre sus dos botellas. Comenzaban a alejarse de los cadáveres para empezar la revisión de la ciudad cuando escucharon la puerta abrirse y una voz conocida llamarlos. Al girarse se encontraron con Alicia saliendo lentamente mientras observaba los alrededores, cuando los dos chicos empezaron a avanzar hacia ella, las demás chicas salieron corriendo de su escondite para abrazarse a los dos chicos mientras lloraban y temblaban.

Kiza y Yone las hicieron entrar de nuevo y cerrar, les pidieron sentarse en las escaleras en lo que Yone partía el pan en cinco para darle a cada una de ellas un pedazo esperando que se fueran calmando poco a poco.

—¿Qué fue lo que pasó? —les preguntó Kiza cuando las cinco detuvieron su llanto.

—No servimos para esto, no podemos matar a nadie —con las palabras de Alicia, los sollozos en las chicas volvieron aunque no fueran tan fuertes—. No queremos estar aquí.

>>Nos dirigíamos a uno de los hospitales para ofrecernos como voluntarias cuando esos soldados nos persiguieron...

—Está bien, cálmense —Yone observó a Kiza por unos segundos con las miradas que ya se habían acostumbrado a darse pues de alguna forma ambos eran capaces de entenderse sin palabras—. Sólo se me ocurre que sigan con la misión aunque no maten a nadie mientras no se expongan —las cinco chicas se vieron entre ellas secando sus últimas lágrimas, los dos chicos se pusieron de pie sabiendo que no podían permanecer mucho tiempo como un grupo grande si no deseaban que los soldados los regañaran—. No le diremos a nadie que no matan, así que por favor cuídense.


Las cinco los dejaron marcharse con un agradecimiento, ellas aún se quedarían en ese lugar un poco más para descansar y pensar en las soluciones que pudieran ocurrírseles. Vieron las espaldas de sus dos salvadores alejarse con cada paso, las cinco sabían que los dos chicos eran muy fuertes por los entrenamientos, sin embargo no podían dejar de preocuparse por ellos a causa de lo peligrosa de la misión además de su memoria en blanco.

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