En total pasaron una semana y
media recorriendo la parte de la ciudad que les correspondía, durante ese
tiempo sólo tuvieron un segundo enfrentamiento con dos soldados enemigos al
noveno día, los cuales no les presentaron mayor problema ya que se encontraban
ocultos en el momento en que los vieron llegar, además de que su titubeo antes
de disparar se había detenido un poco.
Las escenas como la que los había
paralizado al inicio de su estancia en la urbe se repitieron cinco veces más en
diferentes aspectos, sin embargo los tres dejaron de mostrarse tan sorprendidos
sabiendo que a lo largo de su camino estas seguirían apareciendo aunque aún no
estaban seguros de si podrían resistir ver una escena como esa en pleno
desarrollo; por ello trataban de no pensar mucho en el asunto dejando ese tipo
de habitaciones lo más pronto posible.
En completo silencio los tres
continuaron juntos, solían comportarse como si estuvieran solos ya que la mayor
parte del tiempo se encontraban viendo a los alrededores o inspeccionando
edificios dejando que cada uno tomara el que deseara, las únicas veces en que
debían verse los unos a los otros era para los cambios de guardia en los
descansos o para dar órdenes y advertencias silenciosas sobre la búsqueda
dentro de las construcciones.
Aún curiosa, Tanan no dejó de
observar a sus dos acompañantes pues seguían pareciéndole dos muñecos
vivientes. No se había atrevido a hablarles pues no era parte de su
personalidad meterse en los asuntos de otros por lo que no estaba segura qué
era lo que pasaba en las cabezas de ellos dos.
El haberlos visto reaccionar,
aunque menos que ella, ante la escena del primer edificio le había dado cierta
tranquilidad al comprobar que sí eran humanos , no obstante con el transcurso
de los días y el retorno de ambos a su estado vacío la hizo preguntarse si no
había sido actuada su reacción. A partir de eso comenzó a sentirse aún más
incómoda viajando con ellos pues le molestaba no tener idea en lo que ellos
pensaban además de que por momentos se sentía confiada por las veces en que se
separaban.
Había ocurrido un par de
ocasiones después de su primer edificio cuando cada uno investigaba por
separado los pisos. La primera vez se encontraban en un corto edifico de tres
pisos, Tanan y Kiza ya habían terminado su inspección por lo que esperaban
afuera la salida del chico, ya lo escuchaban bajar cuando la debilidad de la
construcción se incrementó provocando el estremecimiento de esta y la ruptura
de las pocas ventanas que aún conservaban fragmentos de cristal.
Tanan se sintió ligeramente
preocupada por Yone aunque sabía que no debía estar muy lejos de la salida, sin
embargo Kiza se mostró más ansiosa al grado de que se alejó para encontrar
piedras y comenzar a lanzarlas hacia la zona contraria de donde las escaleras
se encontraban para contrarrestar el peso que estaba provocando el temblor en
la construcción hasta que vio salir a su compañero salir de un salto. Tanan se
había sorprendido por su respuesta a la situación pues los militares no les
habían enseñado eso, aunque recordaba haberlos escuchado hablar de un hombre
que les había enseñado algunas cosas antes de que los militares los atraparan.
La segunda vez que ocurrió algo
que la hizo dudar fue cuando se encontraban descansando cerca de unos edificios
ya en ruinas que únicamente mantenían una porción de su primer piso, ya era la
tarde por lo que la oscuridad les imposibilitó cerciorarse de la estabilidad de
los edificios además de que una fuerte ventisca los presionó para detener su
búsqueda. Por eso fue que, al cabo de unos minutos, escombros de la
construcción más cerca a ellos comenzaron a caer con una rapidez tan abrumadora
que provocó que los reflejos de Tanan se aletargaran así que fue la rápida
acción de Yone la que la salvó una porción mayor de concreto aunque su mochila
se quedara entre los escombros.
Había visto a los dos moverse con
la misma velocidad que les había descubierto cuando estaban entrenando, la cual
nadie más había sido capaz de imitar entre los veinticinco; además de que había
percibido la preocupación de ambos chicos cuando notaron que ella no
reaccionaba tan rápido como ellos.
Ese suceso los había obligado a
tener que avanzar un par de horas más hasta encontrar un lugar mucho más
seguro. Tanan estaba más cansada que ellos por la guardia anterior así que fue
la primera en caer dormida después de que ambos chicos le entregaran una parte
de su alimento y bebida por lo que había perdido atrás, siendo una surte que el
arma se la hubiera guardado en la bolsa frontal de su chamarra junto a su
aparato que había estado revisando antes de que ocurriera el accidente. Para su
sorpresa, al despertar, encontró su mochila a su lado; ambos chicos ignoraron
sus miradas inquisitivas y analíticas pues los notaba como la noche anterior,
tal como si no hubieran hecho ningún esfuerzo por recuperarla.
Eso era lo que la molestaba más,
que en un momento parecieran cuerpos sin sentimientos y que de pronto parecieran
como hermanos mayores que se preocupaban mucho por los que los rodeaban. No los
entendía, no tenía intenciones de hablar con ellos para hacerlo así que al
salir de la ciudad tomó su decisión, justo después de caminar con ellos poco
más de un kilómetro. Se detuvo provocando que el par la imitara al verla.
—Perdieron su memoria ¿no es
cierto? —la primera pregunta que les hizo la hizo sentir tonta pues lo habían
demostrado durante su tiempo de entrenamiento cuando cualquiera de los otros
chicos hacía comentarios comunes y ellos no reaccionaban a ellos. En silencio
ambos asintieron—. Aún así creo que estarán bien.
—¿De qué hablas? —Tanan dejó de
ver hacia sus zapatos para enfrentar la mirada de los dos.
—A partir de aquí seguiré mi
viaje sola, no lo tomen a mal pero no me agrada ir con compañía —en silencio
ambos asintieron aún con la cara en blanco.
—Si eso es lo que deseas, está
bien, ve con cuidado —la respuesta de Yone sonó sincera, algo en sus ojos se lo
demostraba a la que se despedía, pero eso sólo incrementó sus deseos de
dejarlos de una buena vez pues no quería sentirse más apegada a ellos si los
terminaba por comprender.
Con un solo movimiento de mano se
despidió de ellos antes de comenzar su avance hacia el noreste de la ciudad
donde había estado mientras que ellos seguía su andar hacia el norte.
Cerca del amanecer fue cuando
Kiza y Yone por fin llegaron a la nueva ciudad, a primera vista les pareció
completamente igual a la que acaban de dejar aunque el lejano ruido les pareció
que no tendrían la suerte de encontrarse con los pocos soldados que habían
tenido que eliminar en la pasada.
Sigilosamente, uno caminando al
lado del otro, se adentraron en la urbe con toda la concentración en la fuente
del ruido. A cuatro calles de donde entraron se encontraron con tres soldados
golpeando furiosamente la puerta de un edificio que aún se conservaba bien, los
tres golpeaban y se arrojaban contra la puerta gritando a los que estaban
dentro de una manera que Kiza y Yone no terminaron de comprender aparte de la
orden de que salieran.
Los dos recién llegados se
volvieron a esconder viéndose el uno al otro pues sabían que ayudarían a quien
fuera que estuviera dentro bajo la excusa de que debían eliminar soldados
enemigos, sin embargo los detenía más el pensamiento de que los de adentro
fueran también parte de los enemigos que el quitarle la vida de nuevo a una
persona. Si resultaban ser de ese país, tendrían que cumplir la orden de
eliminarlos o dejarlos huir sabiendo que si los descubrían haciéndolo podría
llevarlos a algún tipo de castigo.
En silencio asintieron extrayendo
de sus mochilas los cuchillos, abriendo y cerrando los dedos en el mango, los
dos chicos esperaron unos segundos más hasta que salieron de nuevo en silencio
y aprovechándose de los puntos ciegos de los tres soldados para alcanzarlos por
la espalda. Con un corte limpio y rápido, Kiza y Yone cortaron la yugular de
dos; cuando el tercero lo notó, Yone ya había clavado el cuchillo a la mitad de
su cuello para silenciarlo.
Arrastraron los cuerpos para
alejarlos de la puerta y así poder quitarles todo lo de valor que pudieran
tener, se colocaron en un punto donde los que estuvieran dentro de la
construcción los pudieran ver aunque si trataban de dispararles los escucharían
pues la ventana aún tenía que ser abierta.
Únicamente encontraron un pedazo
de pan grande en uno de ellos, además de que los contenidos de sus cantimploras
lo repartieron entre sus dos botellas. Comenzaban a alejarse de los cadáveres
para empezar la revisión de la ciudad cuando escucharon la puerta abrirse y una
voz conocida llamarlos. Al girarse se encontraron con Alicia saliendo
lentamente mientras observaba los alrededores, cuando los dos chicos empezaron
a avanzar hacia ella, las demás chicas salieron corriendo de su escondite para
abrazarse a los dos chicos mientras lloraban y temblaban.
Kiza y Yone las hicieron entrar
de nuevo y cerrar, les pidieron sentarse en las escaleras en lo que Yone partía
el pan en cinco para darle a cada una de ellas un pedazo esperando que se
fueran calmando poco a poco.
—¿Qué fue lo que pasó? —les
preguntó Kiza cuando las cinco detuvieron su llanto.
—No servimos para esto, no
podemos matar a nadie —con las palabras de Alicia, los sollozos en las chicas
volvieron aunque no fueran tan fuertes—. No queremos estar aquí.
>>Nos dirigíamos a uno de
los hospitales para ofrecernos como voluntarias cuando esos soldados nos
persiguieron...
—Está bien, cálmense —Yone
observó a Kiza por unos segundos con las miradas que ya se habían acostumbrado
a darse pues de alguna forma ambos eran capaces de entenderse sin palabras—.
Sólo se me ocurre que sigan con la misión aunque no maten a nadie mientras no
se expongan —las cinco chicas se vieron entre ellas secando sus últimas
lágrimas, los dos chicos se pusieron de pie sabiendo que no podían permanecer
mucho tiempo como un grupo grande si no deseaban que los soldados los
regañaran—. No le diremos a nadie que no matan, así que por favor cuídense.
Las cinco los dejaron marcharse
con un agradecimiento, ellas aún se quedarían en ese lugar un poco más para
descansar y pensar en las soluciones que pudieran ocurrírseles. Vieron las
espaldas de sus dos salvadores alejarse con cada paso, las cinco sabían que los
dos chicos eran muy fuertes por los entrenamientos, sin embargo no podían dejar
de preocuparse por ellos a causa de lo peligrosa de la misión además de su
memoria en blanco.
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