Cerca del anochecer fue que se
les entregó el último complemento para su viaje, este consistió en dos paquetes
de comida y una botella con agua, lo suficiente para el inicio de su camino en
el territorio enemigo.
A su sitio base llegaron seis
automóviles normales cuyos conductores eran soldados vestidos en ropas civiles;
acomodaron a los veinticinco dentro de estos y los llevaron a la costa en un
viaje de tres horas en las que poco pudieron distinguir a través de los
oscurecidos cristales de los vehículos que los llevaban. Cuando uno de ellos se
atrevió a preguntar si no eran ya sospechosos de ir en coches normales en tiempos
de guerra en lugar de viajar en las camionetas que usaban para transportar
refugiados, se le respondió que la razón era que no había gente por las calles
ya que al encontrarse cerca de la costa y frontera con el país enemigo los
civiles ya no habitaban esas zonas y los soldados ya se encontraban cubiertos;
las dudas posteriores a eso no fueron aclaradas dejando a los chicos
convencerse de que los veinticinco parecían ser parte de un plan más serio y
profundo de lo que aparentaba.
En el puerto al que llegaron los
esperaba un barco lo suficientemente grande para transportar los seis
automóviles y un poco más de carga al país enemigo. Dentro de este los chicos
pudieron encontrar lugares donde acostarse y dormir lo que les había faltado
descansar desde su salida del centro de entrenamiento.
Tocaron tierra a las tres de la
mañana, ordenaron a los chicos a volver a entrar en los vehículos para poder
movilizarlos a una zona más desierta aun cuando el mismo puerto clandestino en
donde atracaron ya se encontraba vacío por sí solo. Recorrieron los despoblados
bordes del país enemigo por cerca de una hora hasta que se detuvieron a mitad
de una bosque muerto donde hicieron a los veinticinco chicos volver a formarse
de acuerdo a sus estaturas para que les revisaran lo que cargaban en sus
mochilas una última vez.
Todo alrededor estaba en
silencio, los chicos eran capaces de escuchar las respiraciones de cada uno de
ellos, los murmullos de los soldados que habían permanecido en los vehículos y
los sonoros pasos del soldado que los había vigilado desde su captura. El cielo
nocturno estaba tan contaminado como el diurno, las nubes en él le daban una coloración un tanto
rojiza a pesar de la hora en la que se encontraban, lo cual era lo que les
permitía verse entre ellos sin la necesidad de luces artificiales.
—Tenemos ocho bases distribuidas
a un día de distancia, aproximadamente, desde este punto; deberán dirigirse a
cualquiera de esos lugares para que reciban las últimas órdenes sobre su
primera misión dentro de este territorio.
>>Ya se les ha
advertido que no pueden viajar en grupos extensos o vistosos, en esos lugares
ya conocen todo acerca de ustedes por lo que no necesitan de ningún tipo de
identificación. Si en el camino se encontraran con soldados enemigos, no duden
en terminar con ellos mas no los sigan si difieren del sitio al que deben
dirigirse.
>>Cualquier retraso o falta
en la presentación a dichas bases, se castigarán al ser rastreados y enviados
de vuelta, si no es que disponen de otra cosa los altos mandos ¿entendido?
Al recibir la respuesta típica de
la milicia, el soldado se fue junto a sus subordinados en los automóviles
mientras que los chicos permanecían en el lugar viéndose los unos a los otros o
examinando un poco más del paisaje hacia la zona donde debía avanzar. De esa
forma perdieron cerca de una hora entre murmullos y silencio hasta que Alicia
volvió a tomar la iniciativa entre todos ellos.
—Creo que ya es momento... espero
que la próxima vez que nos reencontremos pueda ser de vuelta a nuestro país y
sin guerra —sin creerse completamente sus palabras, la chica les dedicó una
sonrisa sincera para después animar a sus cuatro amigas a emprender el viaje.
El resto de los chicos las observó sin mucha confianza de seguirlas hasta que
Tanan también caminó, sólo que sin dirigirles alguna mirada o palabra.
Poco a poco el lugar se fue
vaciando hasta que quedaron Kiza, Yone y el grupo de Mayi pues parecían tener
problemas para convencerse de que debían separarse ya que por sí solos eran los
que más llamaban la atención.
—Suficiente, un equipo será de
Tahagame, Ryushi y Julián —a la voz de Mayi, el resto de los chicos se mostró
desilusionado y consternado por la separación, Kiza y Yone no dejaban de notar
como todos ellos trataban a esa chica como su líder, lo cual levantaba un poco
de su curiosidad que decidían mantener—. Sé que esto es difícil, ya lo hablamos
mucho, así que confíen en mí, ya verán como encuentro la forma en que nos
reunamos un poco todos los días y cambiemos los equipos ¿sí?
Los cinco chicos terminaron
suspirando y renovando su incondicional confianza en esa chica tan menuda cuyo
mirar desbordaba decisión y valentía. Se juntaron en un abrazo por menos de un
minuto antes de que los dos equipos se despidieran de los hermanos sobrantes
para comenzar su viaje.
Yone y Kiza se quedaron solos en
medio del silencio, ya no alcanzaban a escuchar nada de los pasos tomados por
sus compañero, sabían que ya era tarde para su propio camino sin embargo algo
en ellos les había molestado al ver partir a las primeras cinco chicas. Sin
lograr comprender dicho sentir, los dos iniciaron su marcha hacia la zona por
donde los menos de sus compañeros se habían dirigido el cual era el norte. Sin
más compañía necesaria que el uno y el otro, ambos avanzaron en silencio.
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