jueves, 7 de enero de 2016

7. Partir

Cerca del anochecer fue que se les entregó el último complemento para su viaje, este consistió en dos paquetes de comida y una botella con agua, lo suficiente para el inicio de su camino en el territorio enemigo.

A su sitio base llegaron seis automóviles normales cuyos conductores eran soldados vestidos en ropas civiles; acomodaron a los veinticinco dentro de estos y los llevaron a la costa en un viaje de tres horas en las que poco pudieron distinguir a través de los oscurecidos cristales de los vehículos que los llevaban. Cuando uno de ellos se atrevió a preguntar si no eran ya sospechosos de ir en coches normales en tiempos de guerra en lugar de viajar en las camionetas que usaban para transportar refugiados, se le respondió que la razón era que no había gente por las calles ya que al encontrarse cerca de la costa y frontera con el país enemigo los civiles ya no habitaban esas zonas y los soldados ya se encontraban cubiertos; las dudas posteriores a eso no fueron aclaradas dejando a los chicos convencerse de que los veinticinco parecían ser parte de un plan más serio y profundo de lo que aparentaba.

En el puerto al que llegaron los esperaba un barco lo suficientemente grande para transportar los seis automóviles y un poco más de carga al país enemigo. Dentro de este los chicos pudieron encontrar lugares donde acostarse y dormir lo que les había faltado descansar desde su salida del centro de entrenamiento.

Tocaron tierra a las tres de la mañana, ordenaron a los chicos a volver a entrar en los vehículos para poder movilizarlos a una zona más desierta aun cuando el mismo puerto clandestino en donde atracaron ya se encontraba vacío por sí solo. Recorrieron los despoblados bordes del país enemigo por cerca de una hora hasta que se detuvieron a mitad de una bosque muerto donde hicieron a los veinticinco chicos volver a formarse de acuerdo a sus estaturas para que les revisaran lo que cargaban en sus mochilas una última vez.

Todo alrededor estaba en silencio, los chicos eran capaces de escuchar las respiraciones de cada uno de ellos, los murmullos de los soldados que habían permanecido en los vehículos y los sonoros pasos del soldado que los había vigilado desde su captura. El cielo nocturno estaba tan contaminado como el diurno, las  nubes en él le daban una coloración un tanto rojiza a pesar de la hora en la que se encontraban, lo cual era lo que les permitía verse entre ellos sin la necesidad de luces artificiales.

—Tenemos ocho bases distribuidas a un día de distancia, aproximadamente, desde este punto; deberán dirigirse a cualquiera de esos lugares para que reciban las últimas órdenes sobre su primera misión dentro de este territorio.

>>Ya se les ha advertido que no pueden viajar en grupos extensos o vistosos, en esos lugares ya conocen todo acerca de ustedes por lo que no necesitan de ningún tipo de identificación. Si en el camino se encontraran con soldados enemigos, no duden en terminar con ellos mas no los sigan si difieren del sitio al que deben dirigirse.

>>Cualquier retraso o falta en la presentación a dichas bases, se castigarán al ser rastreados y enviados de vuelta, si no es que disponen de otra cosa los altos mandos ¿entendido?
Al recibir la respuesta típica de la milicia, el soldado se fue junto a sus subordinados en los automóviles mientras que los chicos permanecían en el lugar viéndose los unos a los otros o examinando un poco más del paisaje hacia la zona donde debía avanzar. De esa forma perdieron cerca de una hora entre murmullos y silencio hasta que Alicia volvió a tomar la iniciativa entre todos ellos.

—Creo que ya es momento... espero que la próxima vez que nos reencontremos pueda ser de vuelta a nuestro país y sin guerra —sin creerse completamente sus palabras, la chica les dedicó una sonrisa sincera para después animar a sus cuatro amigas a emprender el viaje. El resto de los chicos las observó sin mucha confianza de seguirlas hasta que Tanan también caminó, sólo que sin dirigirles alguna mirada o palabra.

Poco a poco el lugar se fue vaciando hasta que quedaron Kiza, Yone y el grupo de Mayi pues parecían tener problemas para convencerse de que debían separarse ya que por sí solos eran los que más llamaban la atención.

—Suficiente, un equipo será de Tahagame, Ryushi y Julián —a la voz de Mayi, el resto de los chicos se mostró desilusionado y consternado por la separación, Kiza y Yone no dejaban de notar como todos ellos trataban a esa chica como su líder, lo cual levantaba un poco de su curiosidad que decidían mantener—. Sé que esto es difícil, ya lo hablamos mucho, así que confíen en mí, ya verán como encuentro la forma en que nos reunamos un poco todos los días y cambiemos los equipos ¿sí?

Los cinco chicos terminaron suspirando y renovando su incondicional confianza en esa chica tan menuda cuyo mirar desbordaba decisión y valentía. Se juntaron en un abrazo por menos de un minuto antes de que los dos equipos se despidieran de los hermanos sobrantes para comenzar su viaje.


Yone y Kiza se quedaron solos en medio del silencio, ya no alcanzaban a escuchar nada de los pasos tomados por sus compañero, sabían que ya era tarde para su propio camino sin embargo algo en ellos les había molestado al ver partir a las primeras cinco chicas. Sin lograr comprender dicho sentir, los dos iniciaron su marcha hacia la zona por donde los menos de sus compañeros se habían dirigido el cual era el norte. Sin más compañía necesaria que el uno y el otro, ambos avanzaron en silencio.

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