Se mantuvieron caminando y
esforzándose por que el ruido que sus pasos hacían fuera el mínimo para
concentrarse en cualquier otro sonido que les indicara la presencia de
soldados, sin embargo en todo el recorrido no se encontraron con ninguna otra
persona.
Tal como les habían dicho, el
camino les tomó un día entero por lo que terminaron llegando a la base cerca
del amanecer del siguiente día. Todos los refugios se había hecho entre
pequeños pueblos o ciudades alrededor de las más importantes metrópolis de los
límites del país enemigo, por ello eran constantes blancos de ataques aéreos,
lo que había hecho que los soldados construyeran pasajes subterráneos entre
alcantarillas y ruinas de estacionamientos.
Cada uno de estos recintos bajo
tierra tenían funciones diferentes que ibas desde el resguardo de provisiones
alimenticias y de municiones o armas, atención de los heridos, centro de
interrogación y aprisionamiento, entre otros. A los veinticinco chicos los
habían hecho memorizarse cada una de las localizaciones de dichos refugios
junto a sus principales objetivos y los escuadrones que solían distribuir u
organizarlos.
Kiza y Yone llegaron al refugio
ocho justo a un par de horas antes del amanecer, como ya les habían advertido. El
soldado que cuidaba la entrada, disfrazada como las ruinas de una casa, los
guió entre olorosos túneles hasta el que alguna vez fue el sótano de un
edificio pequeño, en este había usado las pocas columnas para clavar los
sostenes de lonas y plásticos que dividían el lugar entre habitaciones y
almacenes pues la principal función del octavo refugio era el reabastecimiento
de municiones y descanso previo al cambio de territorio.
El capitán del refugio los
recibió con una rápida inspección antes de darles la orden de que descansaran
un poco antes de partir en su nueva misión. La pseudo-habitación en la que los
dejaron acomodarse se encontraron con Tanan dormida sobre la única cama del
lugar y los hermanos Kazu y Suji en un rincón del suelo sentados juntos y
dormitando. Los recién llegados se acomodaron sin hacer ruido en otra esquina,
se acostaron sobre el suelo tan encogidos como pudieron antes de caer dormidos.
Al cabo de casi dos horas los
despertaron para llevarlos de nuevo con el capitán quien les terminó de
entregar una porción más de alimentos y un par más de cartuchos para sus armas.
—Ya se les ha explicado la
principal misión que tomarán estando en este lugar ¿cierto? —los cinco
asintieron en silencio—. Bien, deben asegurarse de que no queden soldados vivos
por ningún lado, si se llegan a encontrar civiles deben eliminarlos.
>>El alimento que les
encuentren a esos soldados o civiles quédenselo pues les servirá si entre
ciudad y ciudad no encuentran puntos de abastecimiento; las armas, por otro
lado, deben esconderlas de la forma en que espero ya se les haya explicado —de
nuevo asintieron sin decir nada—. Ahora, a cada uno de ustedes se les entregará
uno de estos —de uno de los cajones de su deteriorado escritorio extrajo cinco
aparatos circulares de color café claro de poco más de diez centímetros de
diámetro, cada uno de ellos tenía una pequeña antena de dos centímetros de
largo pintada en negro mientras que el frente tenía un pequeño decorado de un
milímetro con forma de una hoja verde—. Estos son comunicadores y localizadores.
Abrió la tapa del aparato para
mostrar una pantalla en la base que ocupaba casi la totalidad de esta además de
una pequeña línea de un centímetro cerca de la zona donde se encontraba la
cerradura de la tapa, en esa porción superior estaban los orificios para la
bocina.
—Si algún soldados se les llegara
a escapar, espero que con estos aparatos puedan contactar a sus compañeros más
cercanos.
Al entregárselos les pidió
abrirlos y colocar su dedo pulgar en la pantalla, lo cual los activó
mostrándoles un mapa en color azul con líneas blancas y puntos blancos que
indicaban bases de los soldados de sus país, así como congregaciones de ellos
mientras que puntos azules marcaban la localización de los demás chicos.
Paso a paso les enseñaron las
funciones básicas de los aparatos, siendo de uso sencillo hasta para los más
chicos aunque sus cuidadores mayores no estuvieran muy de acuerdo en que
incluso ellos cargaran armas y les exigieran la misma misión de matar a todo el
enemigo que se encontraran.
Una vez que los cinco memorizaron
todas las funciones de los nuevos aparatos, se les ordenó continuar su camino
hacia las ciudades de los alrededores del país para cumplir con su misión. Sólo
Tanan, Kiza y Yone fueron detenidos antes de que salieran de la base.
—Hasta próximo aviso, Tanan,
deberás de viajar junto a ellos dos —la, comúnmente, inexpresiva chica se
mostró ligeramente contrariada y molesta por la orden pues era alguien
acostumbrada a su propio silencio y ritmo—. Será sólo por un periodo de prueba
y acondicionamiento para todos, después de eso se te dará el permiso de
continuar por tu cuenta, si así lo deseas o buscar otros compañeros ¿entendido?
Muy a regañadientes aceptó
considerando el poco carácter que le conocía al par de chicos con los que la
habían agrupado.
De esa forma los tres partieron,
sólo unos metros detrás de los dos hermanos que habían salido antes que ellos.
De nueva cuenta el camino fue en completo silencio con cada quién dentro de su
propia mente recorriendo sus propios pensamientos.
Tanan caminaba detrás de Yone y
Kiza, había estado probando las reacciones de los chicos respecto a ella al
tratar de caminar más rápido que ellos sin provocar respuesta en ellos quienes
se mantuvieron caminando de la misma forma; lo mismo ocurrió cuando ella se
atrasó en su andar.
Algo en ellos le causaba cierta
curiosidad e incomodidad con ellos desde que los había visto despertar en la
zona de entrenamiento. Sus miradas siempre parecían igual de vacías, lo que la
había hecho preguntarse si su amnesia también los había hecho olvidar de cómo
expresarse; además de eso había experimentado una confusa sensación de que el
par eran más de lo que aparentaban, mezclada con su discreta presencia que
hacía que cualquiera se olvidara que estaban en ese lugar.
Había sido por lo segundo que no
se había quejado por la decisión de mandarla con ellos, sin embargo ahora que
tenía un diferente oportunidad para estar con ellos, su punto de vista cambió.
Si bien le agradaba volver a sentirse cuando dejaba de percibirlos, no podía
evitar sentir una alerta y miedo cuando no los veía alrededor siempre que ella
caminaba más rápido que ellos.
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