jueves, 14 de enero de 2016

8. Incomodar

Se mantuvieron caminando y esforzándose por que el ruido que sus pasos hacían fuera el mínimo para concentrarse en cualquier otro sonido que les indicara la presencia de soldados, sin embargo en todo el recorrido no se encontraron con ninguna otra persona.

Tal como les habían dicho, el camino les tomó un día entero por lo que terminaron llegando a la base cerca del amanecer del siguiente día. Todos los refugios se había hecho entre pequeños pueblos o ciudades alrededor de las más importantes metrópolis de los límites del país enemigo, por ello eran constantes blancos de ataques aéreos, lo que había hecho que los soldados construyeran pasajes subterráneos entre alcantarillas y ruinas de estacionamientos.

Cada uno de estos recintos bajo tierra tenían funciones diferentes que ibas desde el resguardo de provisiones alimenticias y de municiones o armas, atención de los heridos, centro de interrogación y aprisionamiento, entre otros. A los veinticinco chicos los habían hecho memorizarse cada una de las localizaciones de dichos refugios junto a sus principales objetivos y los escuadrones que solían distribuir u organizarlos.

Kiza y Yone llegaron al refugio ocho justo a un par de horas antes del amanecer, como ya les habían advertido. El soldado que cuidaba la entrada, disfrazada como las ruinas de una casa, los guió entre olorosos túneles hasta el que alguna vez fue el sótano de un edificio pequeño, en este había usado las pocas columnas para clavar los sostenes de lonas y plásticos que dividían el lugar entre habitaciones y almacenes pues la principal función del octavo refugio era el reabastecimiento de municiones y descanso previo al cambio de territorio.

El capitán del refugio los recibió con una rápida inspección antes de darles la orden de que descansaran un poco antes de partir en su nueva misión. La pseudo-habitación en la que los dejaron acomodarse se encontraron con Tanan dormida sobre la única cama del lugar y los hermanos Kazu y Suji en un rincón del suelo sentados juntos y dormitando. Los recién llegados se acomodaron sin hacer ruido en otra esquina, se acostaron sobre el suelo tan encogidos como pudieron antes de caer dormidos.

Al cabo de casi dos horas los despertaron para llevarlos de nuevo con el capitán quien les terminó de entregar una porción más de alimentos y un par más de cartuchos para sus armas.

—Ya se les ha explicado la principal misión que tomarán estando en este lugar ¿cierto? —los cinco asintieron en silencio—. Bien, deben asegurarse de que no queden soldados vivos por ningún lado, si se llegan a encontrar civiles deben eliminarlos.

>>El alimento que les encuentren a esos soldados o civiles quédenselo pues les servirá si entre ciudad y ciudad no encuentran puntos de abastecimiento; las armas, por otro lado, deben esconderlas de la forma en que espero ya se les haya explicado —de nuevo asintieron sin decir nada—. Ahora, a cada uno de ustedes se les entregará uno de estos —de uno de los cajones de su deteriorado escritorio extrajo cinco aparatos circulares de color café claro de poco más de diez centímetros de diámetro, cada uno de ellos tenía una pequeña antena de dos centímetros de largo pintada en negro mientras que el frente tenía un pequeño decorado de un milímetro con forma de una hoja verde—. Estos son comunicadores y localizadores.

Abrió la tapa del aparato para mostrar una pantalla en la base que ocupaba casi la totalidad de esta además de una pequeña línea de un centímetro cerca de la zona donde se encontraba la cerradura de la tapa, en esa porción superior estaban los orificios para la bocina.

—Si algún soldados se les llegara a escapar, espero que con estos aparatos puedan contactar a sus compañeros más cercanos.

Al entregárselos les pidió abrirlos y colocar su dedo pulgar en la pantalla, lo cual los activó mostrándoles un mapa en color azul con líneas blancas y puntos blancos que indicaban bases de los soldados de sus país, así como congregaciones de ellos mientras que puntos azules marcaban la localización de los demás chicos.

Paso a paso les enseñaron las funciones básicas de los aparatos, siendo de uso sencillo hasta para los más chicos aunque sus cuidadores mayores no estuvieran muy de acuerdo en que incluso ellos cargaran armas y les exigieran la misma misión de matar a todo el enemigo que se encontraran.

Una vez que los cinco memorizaron todas las funciones de los nuevos aparatos, se les ordenó continuar su camino hacia las ciudades de los alrededores del país para cumplir con su misión. Sólo Tanan, Kiza y Yone fueron detenidos antes de que salieran de la base.

—Hasta próximo aviso, Tanan, deberás de viajar junto a ellos dos —la, comúnmente, inexpresiva chica se mostró ligeramente contrariada y molesta por la orden pues era alguien acostumbrada a su propio silencio y ritmo—. Será sólo por un periodo de prueba y acondicionamiento para todos, después de eso se te dará el permiso de continuar por tu cuenta, si así lo deseas o buscar otros compañeros ¿entendido?

Muy a regañadientes aceptó considerando el poco carácter que le conocía al par de chicos con los que la habían agrupado.

De esa forma los tres partieron, sólo unos metros detrás de los dos hermanos que habían salido antes que ellos. De nueva cuenta el camino fue en completo silencio con cada quién dentro de su propia mente recorriendo sus propios pensamientos.


Tanan caminaba detrás de Yone y Kiza, había estado probando las reacciones de los chicos respecto a ella al tratar de caminar más rápido que ellos sin provocar respuesta en ellos quienes se mantuvieron caminando de la misma forma; lo mismo ocurrió cuando ella se atrasó en su andar.

Algo en ellos le causaba cierta curiosidad e incomodidad con ellos desde que los había visto despertar en la zona de entrenamiento. Sus miradas siempre parecían igual de vacías, lo que la había hecho preguntarse si su amnesia también los había hecho olvidar de cómo expresarse; además de eso había experimentado una confusa sensación de que el par eran más de lo que aparentaban, mezclada con su discreta presencia que hacía que cualquiera se olvidara que estaban en ese lugar.


Había sido por lo segundo que no se había quejado por la decisión de mandarla con ellos, sin embargo ahora que tenía un diferente oportunidad para estar con ellos, su punto de vista cambió. Si bien le agradaba volver a sentirse cuando dejaba de percibirlos, no podía evitar sentir una alerta y miedo cuando no los veía alrededor siempre que ella caminaba más rápido que ellos.

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