domingo, 1 de noviembre de 2015

Día de los muertos


Colores, sabores, sonidos y calor. Este día es especial para todos empero distinto para cada edad.

Muchos lo inician un día antes siguiendo tradiciones extranjeras aunque, en su mayoría, son almas jóvenes las que se alegran celebrando con amigos en lugares llenos de ruido, de bebidas y diversión que se incrementa cuando cambian sus atuendos de siempre por aquellos que representan viejas leyendas o, incluso, cosas tan banales como profesiones.

El siguiente día significa el regocijo de los más pequeños, el momento de pasar una noche de puerta en puerta con vestuarios únicos como el de los jóvenes. ¿Por qué? Porque es divertido, porque verte como “algo” más es un deleite y una experiencia emocionante que se une a la alegría por recibir esos productos confitados de sabores dulces, picantes, salados o extravagantes que te durarán, por lo menos, dos semanas si fuiste sabio en dónde conseguirlos. Con suerte no tendrás que deshacerte de la mitad de ellos por el hartazgo provocado por la recolección tan generosa de tales manjares.

Mientras que los más maduros creen en estos días como el momento único de volver a sentir y recordar a aquellos que se fueron de este mundo. El primero por los niños, el segundo por los adultos. No lloremos este día, celebremos nuestra vista.

Mira hoy, mira cómo la gente no llora, no se llena de colores grises ni negros. Mira hoy cómo llenamos todo de colores, de música, de sabrosos olores y de risas pues la muerte no es más un dolor, al menos hoy, pues se transforma en nuestra fiesta por aquellos que nos dejaron; porque en estos días nos reuniremos una vez más como la familia que fuimos, los amigos que fuimos.

Papel picado, copal, pan de muerto, cempasúchil, guisos, velas, calaveritas de azúcar o chocolate, catrinas y catrines. Ve ese cementerio como se ha convertido de un lugar lúgubre a uno pintoresco y alegre con esas familias conviviendo con aquellos pequeños que los han dejado, observa ese otro donde comienzan a limpiar las hierbas y la tierra para adornarlos de la forma más bella con el objetivo de comer o cenar a su lado. No hay uno donde al menos una familia haya recordado cuál es el espíritu de esta celebración.

Para aquellos que no pueden ir tan lejos, preparan en sus casas el escenario que recibirá la temprana visita de Ellos. Siguiendo cada una de las instrucciones pasadas de generación en generación, adornan un espacio digno de recibirlos, ni más ni menos, sólo el sentimiento define el significado del altar.

Cuentos, leyendas, bailes y disfraces. Nada podría faltar en esta variada celebración a veces convertida en una atracción.


Vamos, entonces, a unirnos a esta dicha que año con año nos emociona. Vamos a terminarla con un hasta luego. Bienvenidos hoy, bienvenidos mañana. Ya nos reuniremos de nuevo.

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