El día era frío, las ventanas del
hospital se encontraban empañadas con dispersas gotas recorriéndolas hasta que
el marco las detenía. Era el calor de tanta gente junta la que provocaba esa
humedad en el cristal pues la habitación que ayer podía haber sido para
albergar a diez personas, hoy la llenaban veinte camas puestas tan cerca unas
de otras que poco espacio tenían los pacientes para caminar. La guerra por el
líquido vital había dado inicio siete meses atrás.
Los primeros países donde se terminó
el suministro del agua fueron los más grandes cuyas poblaciones habían crecido
de tal forma que el abasto en general se estaba volviendo insuficiente, sin
embargo los más ricos en el recurso se vieron lo suficientemente humanitarios
para venderle a un precio justo una porción de su riqueza.
La solución al problema previsto
desde hace muchos años trajo meramente una calma pasajera que se vio acabada
cuando la codicia de aquellos limitados creció en contra de los que creían que
se aprovechaban de su pérdida. Las tropas fueron enviadas, poco a poco fueron
robando por la fuerza el territorio de los países que habían tenido reservas
aunque muchos de estos decidieron defender a costa de la seguridad de su gente.
Por eso era que los hospitales se
encontraban llenos de heridos. Las enfermeras corrían por los pasillos tan
rápido como el cansancio de días de trabajo sin descanso les permitía; los
doctores laboraban hasta caer exhaustos aún contando con los voluntarios y el
rápido movimiento de la gente que no necesitaba más de unas simples suturas.
Era en una de esas habitaciones
donde se encontraba una chica de poco menos o más de catorce años. Despertó
sintiéndose tan cansada como si no acabara de abrir los ojos, el sonido a su
alrededor le parecía distante hasta que poco a poco fue aclarándose junto a la
nitidez de su mirada sintiendo la luz artificial molestarle de tal forma en que
la sentía perforar sus ojos hasta su cerebro, por ello fue que se cubrió con su
brazo.
Buscando alejar su mirada de la
iluminación, notó que el paciente a su lado era un chico aparentemente mayor a ella
que dormía con una expresión de relativa calma. La imagen del chico, el clamor
de gente llamando por fuera y los quejidos de otros heridos, le despertaron la
curiosidad completa por el lugar así que se movió para sentarse, mas el
movimiento le provocó un fuerte dolor en su costado izquierdo que no hizo más
que por fin eliminarle toda la somnolencia que aún la agobiaba para darle
importancia a la realidad.
Examinó la venda que cubría su
abdomen, suavemente paseó los dedos donde las gasas estaban en contacto con la
supuesta herida que la molestaba. Antes de que terminara su exploración, un
apresurado médico llegó a su lado, ella percibió el olor a sudor y sangre en el
adulto que removió unas hojas en su desgastada tabla después de revisar el
número de cama en el que la chica se encontraba.
—Veo que por fin ha despertado,
dígame ¿le molesta mucho la herida? ¿tiene algún otro síntoma? —sin voltear a
verla leyó todo lo escrito en la hoja, ella confundida lo observó sin decir
nada hasta que este por fin la enfrentó con la mirada instándole a hablar de
una buena vez. Ella sólo negó con la cabeza—. Bien ¿cuál es su nombre? ¿Tiene
algún familiar al que podamos tratar de localizar por usted?
Abrió la boca cerrándola en
seguida, bajó la cabeza para observar sus manos y después regresar su vista al
médico que parecía ver a su alrededor en busca de otros pacientes que también
pudiera atender sin perder demasiado tiempo; al regresar su mirada a su actual
paciente se sorprendió de ver el cambio de su expresión confundida a una de
desesperación: —No lo sé, no puedo recordar nada...
Volviendo a su acelerada calma,
el adulto examinó la cabeza de la chica en busca del golpe que le hubiera
causado la amnesia, al no encontrarse con nada por el estilo le pidió esperar
un poco. La joven se llevó las manos a la cabeza mientras trataba de forzarse a
recordar lo mínimo como el origen de su herida, su nombre, el sitio de donde
venía o al cual regresar, sin embargo nada llegó a ella.
En poco menos de diez minutos regresó
el médico con un pedazo de papel que envolvía diez pastillas de las cuales le
hizo tomar dos con una ínfima cantidad de agua dentro de un cono de papel:
—Siento mucho tener que decirle esto, no obstante, nosotros ya no podemos hacer
más por usted, así que salga de aquí en cuanto crea que ya se siente mejor;
busque un refugio y permanezca ahí.
Sin esperar preguntas de la joven,
el médico dejó el lugar para volver a su ronda con los pacientes mientras que
ella permaneció observando el papel que envolvía la medicina el cual le decía
el horario en que debería tomarla además de la forma en que debería tratar su
herida. El dolor en su cabeza fue disminuyendo conforme se rendía a la búsqueda
de respuestas, dejó de ver lo entregado para concentrarse en el exterior que la
ventana le permitía ver: la ciudad humeaba, el cielo gris aumentaba la
percepción del desastre, en intervalos largos y aleatorios pasaban avionetas
por el cielo y vehículos de guerra por las calles perceptibles desde ese punto.
La guerra era palpable con esa sola vista, sin embargo ella no podía entender
si eso era normal o no.
Bajaba de la cama cuando notó su
paciente contiguo removerse en señal de su despertar. Dejó la habitación cuando
una enfermera entraba para ayudar a ese mismo paciente que acababa de tomar asiento
en la cama.
Al salir se topó con un pasillo
repleto de más camas con muchos más heridos, incluso algunos sentados en el
suelo, unos más haciendo compañía y otros cuantos pasando de cama en cama como
si buscaran a alguien en especial. El camino que recorrió tenía sonidos más
fuertes que en la habitación; escuchaba los sonidos de las máquinas que no
lograba comprender, escuchaba y veía el sufrimiento de la gente manifestado con
lágrimas y quejidos, presenció el dolor de una persona al abrazar a otra que
había dejado de respirar. Todas esas imágenes llegaban a ella sin significado
¿por qué tienen esa expresión? ¿cómo es que su rostro parece mojado? ¿está así por
esa persona? ¿así como ellos pudieron haber llegado, ella lo hizo también?.
Tratando de alejarse de la
creciente confusión, entro a la única habitación sin camas donde un espejo
largo, sucio y ligeramente roto ocupaba la mitad de una de las paredes del
cuarto. Un baño. Observó a la chica reflejada sin reconocerla; dudando de la
realidad que le mostraba, llevó su mano derecha a su cabeza recibiendo como
respuesta la imitación de la otra persona así que se acercó aún más para
terminar de conocerse.
El cabello castaño le caía sin
forma hasta diez centímetros abajo de sus hombros, estaba enmarañado y lleno de
tierra, su piel parecía más oscura por la suciedad; lo que llamó su atención fue
que su iris izquierdo era rojo mientras que el derecho era violeta, recordaba
que el médico y algunos de los pacientes de los pasillos tenían ambos ojos del
mismo color. Detuvo su inspección al notar a un hombre adulto entrar, este no
interrumpió su camino a uno de los compartimentos con retretes por verla, así
que ella decidió salir.
Después de unos intentos y
vueltas equivocadas, logró encontrar la salida del hospital; permaneció unos
minutos en el primer de los escalones observando los alrededores mientras
intentaba decidirse por qué camino seguir. Frente suyo se abría un amplio
camino hacia la ciudad humeante, del lado derecho se alzaba lo que parecía un
seco y deteriorado bosque al igual que en el lado izquierdo. Se preparaba para
dar ese primer paso cuando notó a alguien más salir detrás de ella, de reojo
notó que era el mismo chico que había dormido en la cama contigua; al igual que
ella, se detuvo en el lugar para analizar las opciones que lo llevarían lejos
de ese lugar. Fue así como pudo distinguir su mirada por unos cortos segundos,
suficientes para demostrarle que tenían la misma coloración que los de ella.
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Primer capítulo de mi historia: Olvidados pero Juntos que les presenté aquí. Espero lograr traerla semanalmente e intercalarla con la nueva que ya estoy escribiendo. Si llego a tardar con ella, a pesar de que ya está completa, es porque la estoy re-escribiendo así que ténganme paciencia. Nos leemos luego~
Por fin pude leer algo de ti, Betta!~
ResponderBorrarMe gustó mucho como empezó la historia, con la descripción del cuarto (no sé porque me agradó pero estuvo muy bien)
Tal vez en el siguiente capítulo se aclare mi duda pero por el momento preguntaré: la gente normalmente tiene ambos ojos morados o ambos rojos?
Ah y me esperaba ver al chico de al lado dado al énfasis que le pusiste en la redacción, pero no me imaginé que tuviera los mismos ojos que ella! Fue perfecto~ \*^*/
Espero leer más de ti!