domingo, 15 de marzo de 2015

La formación de las nubes.

Este es un pequeño mito que hice para una enciclopedia de mitos, leyendas y fábulas en la secundaria donde mis compañeros y yo investigamos algunas y escribimos otras. De los tres géneros, este fue el que consideré que había salido mejor.
Al cabo de los suficientes meses de espera, el dios de los elementos, Take, y la diosa de la luz, Ebon, tuvieron su primer hijo a quien nombraron Ten. El acontecimiento fue merecedor de una gran fiesta con los todos los dioses reunidos para conocer al nuevo integrante del gremio de quién aún no conocían el significado que tendría para el mundo de los humanos.
Un día después del décimo cumpleaños de Ten, se encontraba completamente aburrido pues sus padres habían empezado a dejarlo más tiempo solo al igual que el resto de los jóvenes dioses que ya cumplían con sus labores, sin embargo el pequeño Ten aún desconocía su razón y por ello se puso a observar a los humanos. Los adultos siempre ocupados y acelerados, y los niños disfrutando de todo lo que como adultos dejarían de apreciar. Notó cinco de esos niños corretear por una colina decorada de un verde brillante con delicados puntos amarillos de flores; los cinco, al cansarse, se recostaron en lo más alto viendo hacia el cielo mientras platicaban. 
Cuando sus respiraciones se calmaron, Ten los notó aburridos y con los deseos de regresar a sus hogares por lo que el joven dios comenzó a pensar en formas de divertirlos hasta que le llegó la idea de jugar con ellos a las adivinanzas, su idea se vino abajo al recordar la prohibición de sus padres respecto al trato directo con los humanos y suspiró decepcionado, sin embargo una nueva idea llegó. Tomó una de las nubes más grande y le dio la forma similar a un perro, en cuanto los cinco la notaron sonrieron describiéndola; igualmente feliz por su logro, el dios tomó más nubes para darles las mejores figuras que los de abajo pudieran reconocer, manteniéndolos riendo al descubrir las formas.
A partir de ese momento, Ten decidió que esa sería su razón de ser adquiriendo el control completo al grado de que su estado de ánimo se reflejara en ellas por lo que cuando se encontraba preocupado, las nubes cubrían el cielo o cuando estaba enojado, las nubes se encontraban dispersas y de menor tamaño y cuando estaba triste estas eran del gris más oscuro o con figuras muy extrañas.

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