lunes, 23 de octubre de 2017

Marco

Con la sugerencia de Valeria para que saliéramos una vez más antes de que las clases reiniciaran, estuve a nada de negarme pues salir con ellos era gastar dinero, aun cuando no comiéramos fuera. Tenía poco de que había empezado a ahorrar la limitada cantidad que mis padres me dejaban para comer y lo que lograba ganar en mi trabajo.

Tenía habilidad para aprender a componer cosas sencillas y para vender, así que logré conseguir un trabajo de medio día como vendedor en un local de tecnología, el cual tendría que dejar al final de las vacaciones, sin embargo ya tenía una idea del trabajo de medio tiempo que me ocuparía en las tardes al final de las clases, lo que seguramente reduciría mi tiempo para jugar con ellos a menos que dejaran de jugar tanto por la escuela.

Por esos ahorros fue que les pedí ir a un lugar tranquilo donde no gastáramos demasiado, lo que terminó siendo una buena idea. Los seis nos encontramos en uno de los parques mejor cuidados de la ciudad, ahí nos recostamos sobre el pasto después de comer un helado. Cristal hablaba con Lila mostrándole algo en su celular; Valeria, Tomás y yo conversábamos sobre la partida del día anterior en que habíamos tenido que competir contra otro gremio, e Iván estaba con sus audífonos puestos, los brazos detrás de la nuca y los ojos cerrados, sólo el movimiento rítmico de sus pies nos demostraba que aún estaba despierto.

—Mañana son las inscripciones ¿no? —Como si hubiera estado esperando el momento en que nuestras conversaciones se hubieran calmado, el comentario de Iván quedó perfecto, haciendo que me preguntara si verdaderamente había estado escuchando su reproductor de música.

—Este tercer año es diferente la elección de grupo o algo así ¿no? —Había escuchado algo acerca de eso de unos amigos un año mayores aunque nunca me detuve a prestarles la suficiente atención así que en ese momento no tenía idea de lo que consideraban diferente.

—¿Son materias del tronco común más otras centradas en la carrera que elegiremos o formamos el grupo con solo materias encaminadas a la carrera? —Me alegró saber que Cristal estaba tan perdida como yo, o al menos lo parecía.

—No, son siete grupos a elegir para cada turno —comenzó a explicar Valeria—. Los dos primeros son del área uno, que abarca ingenierías; los dos siguientes son de el área dos, o sea médico biológicas; otros dos son de la tercera que es de sociales y uno para el área cuatro, las artes.

Meditando las opciones, los seis quedamos en silencio. No podía saber lo que los otros pensaban, obviamente, en cambio yo no dejaba de darle vueltas a lo que concideraba para mi futuro pues desde que había decidido que me graduaría de la universidad había divagado en lo que más me agradaría estudiar, algo en lo que pudiera aplicar mis habilidades, si es que las tenía. Hasta ese momento fue que me pregunté lo que sería de los demás.

—Tal y como se espera… estudiaré medicina. —Sin que ninguno de nosotros se lo preguntáramos, Lila respondió la curiosidad que todos teníamos. Fui el segundo en unirme al momento de la verdad al decir que quería estudiar derecho.

Tomás siguió al estar seguro que iría a veterinaria mientras Iván aseguraba querer biología. Las otras dos aún no estaban muy seguras pues tenían dos opciones de las cuales elegir; Cristal estaba entre arquitectura y química, en cuanto que Valeria no se decidía si quería ingeniería en computación o mecatrónica.

Ninguno tendríamos caminos similares para recorrer, y eso aún sin pensar en las universidades donde estudiaríamos nuestras carreras. Nos quedamos en silencio evitando formular aquello que no queríamos escuchar, o que al menos yo no me sentía cómodo pensándolo.

—Tal vez si… —exclamó Valeria de la nada, se movió para buscar en su bolso su celular hasta que Iván le ofreció el suyo sin haber volteado a verla—. Exacto, esto —fue lo primero que dijo al ver lo que la pantalla del aparato mostraba.

Sólo podíamos ver como bajaba y subía su pulgar por la pantalla revisando lo que veía, obviamente no entendíamos lo que hacía en ese momento hasta que se explicó, antes de pasar el celular entre todos.

—Por cualquiera de las dos carreras que me interesan, tendría que irme a un grupo del área uno, pero me iré a uno del dos —dijo sonriendo—. En el área dos también llevan cálculo diferencial, la que se supone debe ser una materia importante en mis opciones así que será suficiente si la llevo, además lo que aquí me vayan a enseñar, seguramente en la universidad me lo enseñarán de nuevo.

Sutilmente dio la idea de que todos debíamos entrar a un grupo de la segunda área, aunque dejó caer la discreción cuando sugirió el segundo grupo de dicha área pensando que sería la opción menos popular para el resto. Los que debíamos decidir si era factible hacerlo era Cristal y yo, aunque ella no tardó en acceder al recordarnos que una de sus opciones sí era del área dos.

Tampoco fue difícil conmigo pues no estaba tan interesado en las diferentes clases que debería tomar si seguía el área de mi carrera aunque había escuchado que la tercera y la cuarta eran las más fáciles de aprobar. Sólo eso me hacía dudar, sin embargo no quería ser el único que quedara fuera del plan así que no pensé más en eso.

No nos quedamos más tiempo en ese sitio, únicamente discutimos lo último acerca del día de inscripción y nos fuimos. Había escuchado mucho sobre el nerviosismo que daba la reinscripción pues muchos temían no alcanzar cupo en el grupo que quisieran. En cambio yo nunca había sentido algo de eso ya que el primer año estuve en el grupo en el que se me asignó, para el segundo elegí el mismo día de la inscripción el primero que me agradó en número pues no tenía ni idea de las materias o maestros.

Hasta ese día en que sentía mis manos sudar por el miedo que me transmitía el resto hablando de que tanto se iban llenando los grupos y nuestra opción. Me sentía raro conversando con ellos a unos minutos de que el sistema se abriera para mí y me permitiera elegir mi grupo, no estoy seguro si lo que sentía en ese día era alegría por elegir junto a alguien mi grupo o si era incomodidad por lo mismo. Prefiero pensar que fue lo primero.


Gracias a esa decisión fue que mi último año en la preparatoria se convirtió en uno de los mejores de mi vida. Obviamente no cambié totalmente, aunque traté de hacerlo, sin embargo falté menos, dejé de beber y fumar tantas sustancias raras, me concentré en ahorrar bien lo que ganaba en mis trabajos de medio tiempo, en pasar tardes tranquilas con esos chicos y esforzarme un poco en la escuela para no tener que sufrir al final.

En mi memoria tengo el lúcido recuerdo de nuestro primer día, los seis llegamos casi a la misma hora para ocupar nuestros nuevos lugares juntos sin que prestáramos mucha atención a los demás compañeros. En parte yo lo hice porque me imaginaba que nadie de los que conocía estarían en ese grupo.

En los salones las mesas eran dobles y se formaban en cuatro hileras, nosotros ocupamos la segunda y tercera mesa de la columna cercana a las ventanas, por donde el escritorio del profesor se encontraba, y la segunda de la hilera siguiente. Todos los días nos cambiábamos de silla dependiendo de la hora en que llegábamos, la materia o el trabajo que se realizaría.

Los trabajos en equipo eran más fáciles, al menos si eran tríos o parejas porque cuando se trataban de cuartetos o quintetos debíamos sacrificar a dos o uno, sólo gracias a que los que entre nosotros aún tenían amigos en el salón de grupos pasados era que no peleábamos por saber quiénes se irían.

Todos los momentos que teníamos los pasábamos juntos, muchas horas libres o al final de las clases las pasamos en la plaza al costado de nuestra escuela o en la zona de ejercicios que había en el camellón frente a la preparatoria. Ya no jugábamos todas las noches, ni salíamos seguido los fines de semana, mas las conversaciones por el chat del teléfono nunca se apagaban, ni cuando nos quedábamos en el sitio secreto que Iván nos compartió que era en una parte del jardín de la escuela más cercano al estacionamiento menos usado.

El pasto no era tan fuerte pues los pinos del lugar dejaban mucha de su basura a su alrededor junto a sus semillas tan molestas; dejando eso de lado, el lugar era tranquilo, sin tanto ruido ni demasiada gente que pasara por ahí así que las chicas ya siempre llevaban una manta para que nos acostáramos sin tanto dolor.


Y en una de esos momentos de tranquilidad, sin tener que estudiar, correr a la clase siguiente, o las casas, fue que comenzamos más a hablar de nosotros. De todos nuestros gustos, disgustos, la música que escuchábamos, la secundaria y demás hasta que llegamos a uno de los temas que más temía: los padres.

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