miércoles, 27 de septiembre de 2017

Tomás

Durante ese primer sábado, que pasamos juntos como si fuéramos amigos de toda la vida, tuvimos nuestra primera plática verdadera sobre nuestros gustos; descubrimos que Valeria había jugado desde muy chica por sus padres que eran seguidores de los clásicos aunque ahora jugaba más los móviles, que Iván era un nuevo jugador desde hace tres años por lo que sus conocimientos eran más actuales, que Cristal era más de los de celular aunque conocía poco de los actuales, que lo único que había jugado Marco eran los juegos de las maquinitas mientras Lila ni uno había probado y que yo sólo jugaba de los simples y populares de celular hasta que me hartaban.

El recorrido por el pequeño local no duró más de diez minutos en los que los tres nos hablaron sólo un poco de los que veían, afuera caminamos mientras los escuchábamos hablar de sus tipos preferidos hasta que llegamos a la zona de comida donde nos sentamos a seguir escuchándolos intentando convencernos de que nos uniéramos a su amor por los videojuegos.

Usualmente me molestaba que la gente tratara de obligarme a probar sus gustos, o que hablaran sin parar de algo que les gustaba a pesar de que sabía lo grosero que era mi comportamiento, sin embargo se trataba de algo que mi yo egoísta no podía detener. Sólo que en ese día no me molestó escucharlos, incluso me interesó mucho de lo que Cristal me habló sobre los juegos móviles que conocía.

El final de esa plática terminó con Valeria ofreciendo su casa para que todos pudiéramos jugar los que tenía y algunos que Iván se ofreció a llevar, lo que pactó nuestra segunda promesa y dio paso a la tercera en el momento en que nos levantábamos de la mesa pues Lila nos invitó a ver la colección de películas de terror que su padre había juntado años atrás.


Nuestra reunión terminó poco después de las cuatro, nos despedimos en la entrada de la plaza para tomar nuestros transportes. Esa salida me dejó sonriendo aún después de que llegué a mi casa; mientras preparaba la cena para mi papá, que sería nuestra comida del siguiente día, mi hermana mayor notó mi felicidad.

—¿Ya conseguiste novia? O tal vez… ¿novio?

—¡No! Sabes que serías la primera en saberlo. —Riéndose me dio con la cadera sin dejar que el tema pasara de largo— Es sólo que me divertí con los chicos con los que hoy salí. —Acabé por contarle cómo los había conocido y lo que habíamos hecho ese día, al hablarlo lo sentí estúpido y normal, ya la imaginaba riéndose de mi comportamiento infantil. Sin embargo me observó en silencio sin ninguna expresión, solamente recargando su mentón en sus manos y sobre el palo de la escoba.

—Te deseo de verdad que no sea una amistad de unos meses. —Tanto me sorprendió lo que dijo que todas las respuestas que imaginé se me borraron—. En la secu y la prepa tienes amigos con tus mismos gustos, pero al no buscar un futuro juntos los olvidas cuando en la carrera conoces gente distinta a ti pero con una meta no muy diferente.

>>Tal vez es pronto para que pienses en el futuro, así que sólo considérate afortunado si esa amistad tan aleatoria se mantiene. —No tardó mucho en notar la forma tan extraña en que la veía y, aunque no se mostró apenada, trató de darle fin a nuestra conversación— La sociable es Eli y el suertudo tú.

—Y la anciana es Cami. —A la cocina llegó Elisa con la ropa doblada bajo sus brazos, lo que la hacía parecer que estaba poniendo los brazos en jarras como si estuviera enojada—. Sólo tienes un año en la carrera y ya te crees sabia.

—Hasta el día en que muera, seré la mayor de ustedes, les pese lo que les pese.

Las palabras de mi hermana mayor quedaron en mi mente, me esforzaba por dejar de pensar en ello pues si las cosas no resultaban tan bien como lo había dicho, la decepción sería peor. Incluso cuando el lunes Lila e Iván llegaron con las copias del libro que leeríamos, traté de convencerme de que él lo habría hecho si los hubiéramos conocido o no y casi lo logré hasta el miércoles.

Entrando a la escuela, a unos pasos del edificio donde tenía mi clase, Marco me llamó. Iván estaba a su lado como si lo acabara de encontrar también, lo que nos dijo fue que quería que convenciéramos a Lila para que fuéramos al cine durante la clase de inglés, la cual era la penúltima de ese día.

No recordaba haber visto a Marco llegar tan temprano antes, aunque tal vez sólo no lo noté. Después de que aceptáramos, nos dejó para esperar a las otras chicas pues debía ser fuera del salón ya que Lila era de las que llegaban primero. Y efectivamente, ella ya estaba dentro.

Nunca me enteré por qué, pero a Cristal no le pudo decir antes de que empezara la clase, así que sólo le fue posible al final de la segunda clase, momento en que la mayoría de los compañeros habían salido por algo de almorzar o al baño, Lila estaba por salir cuando Marco fue a la mesa de Cristal y sus amigas.

—Ya lo desacomodé… tenías razón. —Sobre su mesa le dejó sus copias un tanto arrugadas y desordenadas.

—Vaya… superaste mis expectativas, creí que estarían así al final del primer día. —Mientras ella le sonreía y tomaba sus hojas, sus amigas la veían de reojo como si no creyeran posible que estuviera hablando con tanta familiaridad con él.

—No tienes idea de cuánto puedo sorprender. —Cuando nos habían dado nuestras copias, Cristal había dicho que las de Marco no durarían en orden y que ella se ofrecía a engraparlas juntas y coserlas, lo que él había rechazado al decir que no era tan desastroso. Sin embargo en ese momento lo que hizo sí causó sorpresa en el resto pues se sentó en la mesa de Cristal, se agachó para quedar a la altura de su cara y así usar su brazo alrededor de su cuello para atraerla más hacia él y hablarle al oído.

Yo no estaba muy lejos de ellos por lo que pude ver lo roja que se puso por la acción aunque se negara a moverse, vi a sus amigas girarse incómodas y sorprendidas, e imaginé las preguntas con las que la atacarían después. Cristal sólo asintió a lo que le dijo, Marco se separó de ella distrayéndola con sus copias para que la pena se le pasara rápido antes de irse.

El plan de Marco fue que, mientras todos se retiraban hacia la clase, Valeria e Iván le impidieran a Lila seguirlos. La excusa sería el trabajo que harían y el libro, la distraerían los primeros cinco minutos, diez si se podía, para que la clase comenzara; los demás nos quedaríamos fuera del salón para encerrarla si era necesario.

—¿Podemos hablar de esto en los salones de inglés? —Su voz sonó un tanto nerviosa al levantarse de su banca.

—No, recuerda que Valeria está en el otro grupo. —Como siempre, Iván fue el más rápido en improvisar, sin embargo Lila no estuvo satisfecha con la respuesta.

—Pero los salones no están separados… y ya es tarde…

Escuchamos un ruido que pareció ser de los dos saltando sobre o frente a ella para detenerla así que los tres por fin entramos. La sorpresa fue evidente en ella cuando cerramos la puerta, sólo las palabras tranquilas de Valeria fueron calmándola hasta que le contaron de lo que se trataba el plan.

—No. —Su respuesta fue tajante, ese día, en el que Iván había dado la idea, no había notado la expresión que ella había puesto, sin embargo en ese momento imaginé lo que habría hecho— Es cierto que nunca me he saltado ninguna clase, pero no estoy interesada en hacerlo porque… me da miedo pensar que después ya no pueda dejar de hacerlo. —Tenían lógica sus palabras, ninguno de nosotros pareció encontrar la respuesta adecuada, excepto Iván.

—Ok, creo que entiendo. —Todos lo observamos, provocando su timidez aunque no lo detuvimos pues él sí había notado la mirada que Lila había hecho antes, según me contó después—. Como creo que sabes, fui el que sacó el puntaje perfecto en la prueba de selección… y no hice trampa, sólo estudié. —Fue a final del primer año cuando me enteré de eso de él, aunque me fue indiferente pues en esos tiempos aún era aplicado, y después de ver cómo era en realidad dejé de verlo como esa otra persona.

>>Antes me esforzaba, ahora no lo hago sólo porque ya no quiero. —Bajó la cabeza mientras se rascaba la nuca—. Y te seré sincero, saltarse las clases es agradable, mucho más que entrar a ellas, pero ni siquiera yo lo hago a cada rato sólo porque ya no tengo control. —Se giró a verme—. ¿Cuántas veces he faltado a alguna en este año?

—Un par, la última te saltaste solo inglés.

—Sí, odio la voz de la maestra y su forma de enseñar así que no vale. —La incomodidad o tensión que sus palabras habían provocado se disolvió ligeramente con su comentario, hasta él pareció relajarse un poco aunque yo no podía dejar de preguntarme cuál había sido la razón de su cambio como estudiante—. Una vez, sólo inténtalo esta vez y nunca más te lo volveremos a pedir si así lo quieres.


Después de eso ya no tardamos más en que Lila aceptara así que los seis pudimos irnos al cine platicando de los recuerdos que teníamos de la primera vez que alguno se había saltado clases, además de la cantidad infinita de recuerdos que parecía tener Marco sobre sus experiencias en ese tema. Poco a poco Lila fue dejando de pensar si lo que hacía estaba mal o no. 

1 comentario:

  1. Lila ya se volvió vaga (?)
    Pero me encantó Marco con Cristal... mi ship zarpará (?)

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