Por
primera vez en mucho tiempo, el permiso que pedí no fue de sí con mi mamá y no
con mi papá, los dos estuvieron de acuerdo después de contestarles a dónde iba.
Estaba emocionada, tal como tenía meses sin estarlo debido a que las salidas
con mis amigas ya no me divertían tanto al ser siempre lugares similares donde
iban a ver chicos y ropa, tal vez lo de ver ropa seguía gustándome pero tener
que estar hablando de cosas para las que nunca obtendría permiso, era lo que me
aburría.
Sabía
que mis padres, y de verdad lo creía de ambos, no me permitirían ir un fin de
semana a casa de alguien más, o salir de viaje por placer, o estar fuera de
casa hasta tarde. Además, salir con ellas siempre era caro por la comida, el
transporte y cosas extras que les gustaba que compráramos juntas. Mi familia no
era rica, el poco dinero que me daban lo sentía suficiente, considerando las
limitaciones que teníamos, así que muchas veces me encontré negándome a sus
salidas, lo que ya las tenía acostumbradas aunque siguieran haciendo su cara de
desilusión o de disgusto.
No
imaginaba cómo sería salir con estos cinco chicos que apenas conocía, sólo
sabía que podría ser que nunca más saliéramos de nuevo, y eso me hacía sentir
un tanto desanimada. Por eso fue que me emocionó la salida, quería disfrutarla
sin pensar en nada, y el que mis padres lo hubieran permitido de buena gana
mejoró mucho más mi humor.
Llegué
al sitio planeado cinco minutos antes de la hora, y no me sorprendió ver a Lila
esperando. Estaba sentada en una banca leyendo, parecía que cada cierto tiempo
levantaba la vista para buscarnos, así que cuando ya estaba casi cerca de ella,
me vio y cerró su libro.
Mientras
esperábamos hablamos de las veces que habíamos estado en plazas y de las que
nos gustaban aunque fue claro que a ella no le gustaba como hobby el caminar
sólo viendo aparadores con cosas que nunca comprarías o comiendo en esos
lugares donde todo era exageradamente caro. La forma en que me lo dijo me hizo
pensar en mí misma, aun cuando no estaba de acuerdo con todo.
El
tercero en llegar fue Marco, entró con la apariencia de siempre a la hora exacta.
Veía hacia los lados confirmando el que no conocía ese lugar, aunque también
parecía como si viera a las personas, siendo que algunos sí se le quedaban
viendo por su aspecto tan desaliñado.
Al
saludarnos percibí el olor a tabaco, por lo que tuvo que explicarnos que había
llegado como veinte o treinta minutos antes, esperando fuera mientras fumaba ya
que no quería entrar solo por las veces anteriores que con sus amigos habían
provocado incomodidad en los vigilantes y visitantes al grado de que les pidieran
salir. No le molestaba ni le agradaba que lo siguieran tratando con precaución,
por eso Lila se interesó en experimentar si se trataba por su aspecto o
compañía.
Discutíamos
de lo que haríamos para comprobarlo cuando llegó el cuarto de nosotros, Iván, quien
tenía el cabello despeinado por el viento y la respiración agitada por haber
corrido ya que pasaban diez minutos de la hora de reunión.
—Lo
siento, mis padres me entretuvieron antes de salir. —Se dejó caer a un lado de
Marco haciéndose aire con la mano.
—Alégrate,
no fuiste el último. —Marco le pasó una propaganda para que se aireara mejor.
—Eso
no me preocupaba. —Agradeció el papel—. Es raro pero siempre que voy tarde, Tom
también llega tarde así que procuro apresurarme para al menos ganarle a él.
—Bien,
eso de verdad es raro —dije en lo que tomaba el libro que Lila había estado
leyendo para saber de lo que trataba.
El
último par llegó al mismo tiempo, quince minutos más tarde de la hora, Tom
alegó que se la había encontrado en la entrada de la plaza y que por eso venían
juntos, sin embargo nosotros hicimos bromas en todo el camino hacia la taquilla
del cine para decidir por fin lo que veríamos.
La
elección quedó en empate donde Marco y Tom querían ver una de terror mientras Valeria
y yo queríamos ver una de animación; Lila no tardó en desbalancear las opciones
cuando apoyó la de los chicos así que la decisión final quedó en Iván, quien se
mostró algo incómodo por ser quien tuviera la última palabra.
Para
convencerlo, Tom y Marco hablaron de lo mala que era la película, que no
asustaba y que era más para reírse; por eso Valeria y yo también expusimos lo
mejor de nuestra selección. Lo que logramos fue confundirlo más hasta que nos
pidió unos segundos para decidir.
—Veamos
la de terror, es una que seguramente no durará mucho en cartelera así que la
otra la podremos ver otro día.
Se
veía inseguro con su resolución, nosotros nos observamos sorprendidos, al menos
yo no creía que habría una segunda reunión como esa antes de que él lo hubiera
sugerido de esa forma. En ese momento la idea me hizo muy feliz, sin embargo no
lo demostré pues tenía miedo de que los demás no sintieran lo mismo.
—No
hay que olvidar que al lado de la prepa hay un cine. —Valeria habló primero,
tan sonriente como siempre, los demás compartieron la alegría.
—Saliendo
de clases, tal vez. —Aceptó Lila encogiéndose de hombros sin mucha convicción.
—O
saltándonos alguna.
Aunque
la mitad de nosotros no estaba en desacuerdo con la alternativa de Marco,
decidimos tomarla como broma antes de que Lila e Iván fueran a la taquilla a
comprar los boletos mientras nosotros buscábamos una mesa para esperar pues la
función más cercana estaba a una hora de que comenzara.
El
primer tema que salió, ya que estuvimos los seis acomodados en la mesa, fue sobre
el trabajo de literatura, siendo lo primero que señaló Valeria el que
hubiéramos quedado en parejas a pesar de que sabía que en mi equipo tenía a dos
de mis amigas, Tom con uno de los suyos y dos de Marco, y una con ella misma.
No
fue sorpresa que los tres equipos hubieran elegido cómic pues era lo más fácil
de hacer y presentar, lo que sí nos sorprendió fue que el libro elegido fuera
el mismo.
—Y
por eso es que Iván nos va a prestar su libro. —Tomás rodeo el cuello de Iván
con su brazo, más como si lo ahorcara que si lo abrazara; por eso fue rechazado
casi de inmediato por su amigo que hizo una mueca un tanto malhumorada que
cambió rápido por una sarcástica.
—Así
que elegiste esa porque me escuchaste. —La respuesta del acusado fue de una
sonrisa sin vergüenza.
—En
realidad tenemos dos libros, Lila también tiene el suyo así que no nos pelearemos.
—Lila e Iván se vieron para después suspirar aunque no se veían molestos, de
hecho parecían divertidos.
Dimos
alternativas sobre cómo y cuándo sacarles copias pues ellos también necesitaban
leerlos así que no nos los podían dar inmediatamente, ni tampoco nosotros
podríamos leerlos tan rápido para pasárselo al siguiente. Marco proponía
llevarlo en la mañana a la papelería frente a la preparatoria, donde las copias
costaban diez centavos, y recogerlos al salir, sin embargo ninguno de nosotros
quería ser quien lo llevara tan temprano. Lila se quejaba de que no sería quien
lo llevara cuando Tomás nos recordó que ya debíamos formarnos por las golosinas
o no nos daría tiempo.
Dentro
de la sala Lila pidió que yo me sentara en medio de ella y Valeria para que
llevara las palomitas, a pesar de que le pedí que ellas se encargaran de eso
pues los sustos sorpresivos de esas películas me harían tirarlas. Aún así ella
insistió ya que durante la película me estuvo quitando el bote cada momento en
que uno de esos sustos sucedería lo cual me ayudó a que no me tomaran tan de
sorpresa.
Al
salir comenzamos a caminar por la plaza mientras hablábamos de la película, los
tres que la eligieron no dejaban de reír por lo irreal y estúpido de algunas situaciones
y de cómo los personajes parecían haber sido realmente tontos. Hasta que
terminó la euforia provocada, Lila recordó el experimento que quería hacer con
respecto a Marco, lo que comprobó que sí se trataba de su forma de vestir pues
el resto había notado unas cuantas de las miradas de algunos vigilantes y
transeúntes.
Entonces
se le ocurrió a Tomás que podían cambiarle un poco la apariencia si él le daba
su chaqueta. Estaban por entrar al baño para arreglarse lejos de la vista de
los demás, cuando también metió a Iván con la excusa de que el chaleco
desgastado de Marco no le combinaría con el resto de su ropa por lo que
necesitaba de la sudadera del tercero y que este llevara el chaleco.
A
empujones y reclamos, los tres entraron y tardaron menos de cinco minutos en
salir. Tomás lucía como siempre, sólo menos arreglado de lo normal, Iván entraba
en el aspecto de vago como si siempre lo hubiera sido aunque no tenía toda la
intimidación en la mirada y postura como Marco, quien ahora se veía más como un
chico normal, e incluso hasta guapo.
El
cambio fue obvio, ya nadie lo seguía con la mirada ni lo trataba como algo más
que un chico con sus amigos. Después de eso pudimos distraernos con las tiendas
de ropa, aunque no entrábamos a ninguna ni perdíamos tanto tiempo frente a estas,
lo que fue nuevo para mí ya que mis amigas querían entrar a todas sin pena de
sólo pasearse entre los pasillos y vestidores sin comprar nada o poco.
Caminamos
medio platicando del cambio de los tres chicos cuando pasamos cerca de una
tienda de videojuegos, traté de disimular sin detenerme, sin embargo Valeria se
me acercó al oído para susurrarme: “Sé que quieres entrar”.
Al
inicio me asusté pensando que había sido obvia, mas al verla tomar el brazo de
Iván y el mío, nos arrastró dentro sin decirle nada a los otros tres que
siguieron caminando sólo un par de pasos más hasta notar nuestra ausencia,
obligándolos a seguirnos dentro sin mostrarse molestos.
Pobre Cristal, aún así se llevó algunos sustos pero leves... que bueno que Lila la ayudó en la película :'''D
ResponderBorrarHmm entonces ven a Marco feo por cómo viste, sabía que era un chico bueno (?)