martes, 5 de septiembre de 2017

Valeria

Tal vez sea una de las pocas personas que de verdad quisiera regresar a los tiempos de preparatoria donde toda la vida era más sencilla a pesar de que aún no podíamos ser adultos. Tuve varios amigos que me hicieron los días divertidos, aunque sólo cinco de ellos hicieron de mis días horas inolvidables, me dieron las mejores de las alegrías cuando lo único que deseaba era ser mayor e independiente.

Recuerdo que estábamos atorados con los últimos dos problemas del examen de casa, ni siquiera Lila parecía poder encontrar la respuesta a estos y el tiempo se nos terminaba. La propuesta de Cristal fue algo que ya había estado pensando aunque me alivió que fuera ella quien lo dijera porque así podría dar aparte mi ayuda con mi amiga de otro grupo.

Que hubiese aceptado ayudarnos me ayudó a olvidarme un poco de la molestia que sentía porque mis padres fueran hasta la escuela por mí. Es cierto que ya era tarde, pero no vivíamos tan lejos como para que tuvieran que preocuparse tanto, además de que vivía hacia donde Lila vivía así que podíamos ir juntas sin que fuera tan peligroso; sin embargo ellos nunca querían dejarme correr ese tipo de riesgos.

No podía odiarlos por eso, sabía muy bien que lo hacían sin malas intenciones, que sólo querían protegerme aunque ya tuviera dieciséis años. Por eso quería ser mayor pronto, para dejar de ser la carga que me creía ser y poder hacer mis cosas sin tener que estar pensando que mis padres ya me esperaban, que debía avisarles dónde estaba cada diez minutos y con quién. La mayor parte del tiempo era embarazoso hacerlo, me sentía tan mal cuando mis amigas los veían ya esperándome o mandándome mensajes, aun cuando lograba hacerme la tonta con otras cosas para que lo olvidaran.

Al menos no me exigían tanto al estudiar pues nunca me consideré muy brillante ni aplicada así que sólo intentaba cuanto podía para que los permisos no se me negaran, en caso de que pensaran hacerlo.
 
Esperé a que fueran las nueve para agregar los números que me habían pasado, no me llevó más de cinco minutos por lo que antes de hablarles me quedé viendo sus imágenes. Cristal tenía una foto con sus amigas, las cuales no me agradaban mucho por su forma de ser tan creída, lo que era diferente con Cristal por su timidez y modestia; en esa foto ella se veía con una sonrisa más honesta que las de ellas, por eso era que se veía más bonita. Tomás también tenía una foto suya aunque estaba con su perro, o el que yo creía que era suyo, lo abrazaba con un brazo mientras el perro parecía sonreír con su lengua de fuera.

Lila aún tenía la imagen predeterminada que ponen al instalar el chat. Marco tenía la imagen de una banda de rock, o eso me pareció, lo que no era muy diferente a lo que imaginaba de él. Iván tenía una imagen que tuve que ver por un tiempo algo más largo para encontrar que se trataba de un paisaje hecho digitalmente, al verlo mejor noté lo hermoso que era así que me imaginé que lo habría sacado de algún juego o algo similar.

Valei: >>Hola, soy yo Valeria. Mi amiga aceptó ayudar. Hablará con la maestra Estela y nos dejará preguntarle lo que necesitamos.
Cristy:>>Oh bien, así podremos terminar pronto.
Iván: >>Sino es que nos descubren y terminamos peor que los que no harán ese examen…
Tom: >>¿Empezamos otra vez?
Valei:>>Apostemos. Decide qué.
Marco: >>¿Nosotros podemos apostar también?
Tom: >>Apoyo eso. Para ver quién tiene la razón.
Iván: >>Apostaremos calificación ¿no es suficiente?
Cristy: >>No seas así, pon emoción.
Lila: >>Yo apuesto a que si nos descubren, que la culpa sea sobre Valeria.
Tom: >>Técnicamente Cristal dio la idea.
Valei: >>Ya sé! Si nos atrapan Cristi y yo invitamos el cine o la comida o lo que sea. Si no, Lila e Iván… Pues también, invitan.
Marco: >>Me parece justo.
Tom: >> Igual a mí.
Iván: >>Sólo porque no tienen nada qué perder.
Lila: >>Ya veremos si de verdad no pierden nada.

La conversación que creí que duraría cinco minutos terminó siendo de hora y media donde no hablamos de nada sobre nuestras vidas, sólo seguimos la broma de nuestra apuesta pareciendo que no éramos un grupo de seis chicos recién conociéndose.

No había sido mi principal objetivo cuando pedí sus números a pesar de que sabía bien cómo la gente cambiaba cuando hablaba desde un chat a como era cuando hablaban en persona, lo que yo había querido era sólo facilitar nuestra comunicación fuera de la escuela, en cambio el desarrollo que se dio sólo me hizo desear que ese trabajo durara un poco más.


Al final de nuestro día de clases les pedí que me esperaran en la zona donde el cubículo de la profesora se encontraba mientras iba por mi amiga quien ya estaba saliendo, las chicas con las que se juntaba también eran mis amigas y querían acompañarnos hasta que las convencí de que no tardaría en dejar que se regresara con ellas.

—¿Y quién está en tu equipo? ¿Gina y ellas?

—Oh no, fue un equipo… que, se puede decir, lo eligió el profesor. —Sentí que se extrañaría si veía a los chicos de mi equipo, lo mismo que sentí con el resto de nuestras amigas—. Somos algo variado así que no te rías.

Aun sabiendo que no lo haría, se lo dije antes de distraerla con una plática más simple sobre cómo le estaba yendo ese año. Con la profesora ella entró primero para explicarle que éramos alumnos del maestro Roberto, lo que provocó en ella una muñeca instantánea que me llevó a golpear suavemente con mi codo a Iván para que se fuera haciendo a la idea de su apuesta perdida.

—A ver, déjenme ver cómo han respondido los problemas anteriores. —Cristal le pasó la hoja de nuestras respuestas después de que hubiera leído los problemas, los seis nos quedamos en silencio hasta que nos vio con una sonrisa amable—. Vaya que lo han hecho bien, si fuera su maestra y me entregaran sólo esos ocho, les pondría un diez sin dudarlo.

—Qué alivio, no podía dejar de pensar que algo había mal. —Tomás suspiró, los demás nos reímos de su comentario al sentir el mismo alivio.

—Pero no se pueden relajar aún, estos últimos dos son bastante ambiguos. —Se inclinó sobre su escritorio con la parte posterior de la hoja de los problemas lista para garabatear su explicación mientras los seis nos pegábamos los unos a los otros para poder ver todo.

Como lo habíamos planeado, nos explicó qué y cómo buscar sin darnos la respuesta real, lo cual nos dejó muy conformes. Al dejar su cubículo, después de agradecerle y cerciorarnos de que no le diría a nadie de nuestra trampa, nos quedamos en las jardineras más cercanas para comprobar lo que ya habíamos discutido y de cómo Cristal había sido quien había tenido la idea más cercana a lo que debíamos hacer.

Nos fuimos a las tres, el ambiente entre nosotros parecía aligerarse cada vez más. En esos días pensé que sólo yo quería que ese trabajo durara más, por eso hoy me alegro de saber que el sentimiento era mutuo.

El viernes ya era nuestro último día puesto que nuestro examen debía ser entregado ese mismo día hasta las cuatro, que era la hora límite. En cuanto nuestra última clase terminó, los seis fuimos rápido hacia la misma mesa en la biblioteca, en el camino los tres chicos habían tomado los libros en lo que nosotras preparábamos las hojas y sillas.

De nuevo no hablamos de nada que no fuera ese trabajo infernal en el que nos habíamos metido, las ideas fluyeron más rápido que con las primeras ocho pues teníamos aún la explicación de la maestra en mente y por lo que habíamos ya hablado así que en una hora terminamos.

Mientras Iván y Lila daban una revisión final, Cristal, Tomás y yo saltamos de nuestras sillas con los brazos hacia arriba, sólo la advertencia de Marco nos impidió gritar de verdad por la alegría de haber terminado a tiempo. Dejamos la biblioteca a las tres diez, caminamos hacia el salón donde encontraríamos a nuestro profesor sin dejar de platicar sobre nuestra victoria ya que la calificación no nos preocupaba por lo que la maestra nos había dicho.

Con su sonrisa tan extraña, el maestro aceptó nuestros problemas felicitándonos por hacerlo a tiempo y completo, se despidió deseándonos un buen fin de semana y regresó a su clase. Los seis nos quedamos en el mismo lugar viéndonos sin decir nada.

—Y pues terminamos… y todo salió bien. —Fue lo único que se me ocurrió que podría decir sin parecer tan sentimental como esperaba.

—Ya después veremos si fue útil el sacrificio… —Marco se encogió de hombros, tal como parecía ser su costumbre.

—Creo que falta pagar la apuesta. —Fue clara la timidez de Iván al decirlo, Tomás le sonrió para alentarlo—. Estoy dispuesto a pagar cuando digan.

—Supongo que yo igual, si es cine… de preferencia.


Al final acordamos usar el pago de esa apuesta cuando nos dieran los resultados del examen de casa y así poder celebrar si de verdad resultaba haber sido un sacrificio grato. Esa promesa nos permitió no despedirnos completamente de la unión que habíamos formado. 

1 comentario:

  1. Yay por fin lo terminaron!~
    Siento que Valeria no tiene tanta historia como los otros, tal vez porque no tiene nada que resalte tanto aparte de que sus padres son sobreprotectores, pero me agrada.
    Deberian amar a esa maestra por ayudarlos (?)

    ResponderBorrar