martes, 8 de agosto de 2017

Cristal

En segundo de preparatoria conocí a cinco personas de una forma en que nunca me imaginé que sucedería, además de que ese acontecimiento me hizo darme cuenta de la verdad acerca de los que antes consideré como mis amigos, esos cinco me permitieron cambiar mi personalidad a lo que hoy soy. 
Recuerdo bien haber estado asustada cuando el maestro sacó a los que no habían estudiado del tema que nos pidió, de mis amigas sólo dos lo habíamos leído pero Erica prefirió seguirlas para aprovechar las horas libres que quedarse a evitar un tema por visto. Sinceramente deseé ser tan despreocupada como ellas y seguirlas, sin embargo tenía más miedo de las consecuencias por irme que el encontrarme con gente con la que nunca había hablado. 

Una chica llamada Lila nos salvó siendo la que ideara la mejor forma de trabajar así que me relajé y fui a buscar a mis amigas. No estaban en nuestro punto de reunión de siempre ni en la biblioteca así que les hablé. Se encontraban en la plaza de a lado de la escuela, estaban comiendo helado y el tiempo ya no alcanzaba para que yo las acompañara así que me quedé en los alrededores de nuestro propio salón jugando con mi celular. 

A mi lado llegó Valeria, me sonrió como si entendiera la razón por la que estaba sola en ese momento porque se encontraba igual, o al menos eso creí. Retomaba mi juego cuando escuché la música de este sonar, al bajar el volumen noté que no era el mío sino el de Lila; quise voltear a verla y hablarle por jugar lo mismo, sin embargo mi timidez me hizo detenerme y seguir en lo mío pues sabía que después de ese supuesto examen no volveríamos a hablar. 

El resto del día escuché a mis amigas hablar, no traté de mostrarme interesada ni de interferir ya que no me sentía con las ganas de hacerlo. No estaba segura si había sido porque me sentía enojada de que me hubieran dejado sola o si estaba dolida o si simplemente no era un buen día. 

Regresé a casa aún molesta, saludé sin mucha gana a mi mamá y me fui a mi cuarto a esperar que me llamara para comer, sabía que ella nunca me preguntaría por mi actitud o por cómo había estado mi día porque así era ella. 

Al inicio mi padre había sido todo para mí, era mi modelo, mi protector y con quien más pasaba tiempo pues con él todo era divertido cuando tenía tiempo mientras que mi mamá se portaba más grosera y fría conmigo. Cuando mi papá comenzó a trabajar más, su tiempo para mí disminuyó y, de alguna forma, él cambió a ser un hombre más estricto, que si bien no me exigía las mejores calificaciones, no me permitía faltar sin razón ni dejar trabajos al último, además de que no podía ir a las casas de mis amigas. 

Para cuando entré a la preparatoria, mi mamá se había vuelto menos fría conmigo para ser demasiado condescendiente ya que me daba permiso para todo aunque mi papá ya hubiera dicho que no, me defendía de las exigencias de él y me consolaba aunque sus palabras siempre sonaran algo vacías.
Puedo decir que gracias a eso comencé a cambiar. Seguía siendo tímida en los momentos de conocer nueva gente, sin embargo ya no tardaba tanto en abrirme hacia las personas que me habían hablado ni tardaba en confiar en ellas lo suficiente para encontrar el coraje que necesitaba para pedir los permisos que me permitieran salir con ellas. 

Me divertía, estar con ellas me ayudaba a olvidarme de cualquier tipo de problema, podía volverme una chica simple que riera de cualquier cosa, podía soltar el miedo con el que asistía a la escuela, podía sentirme una chica normal. Y así, al volver a casa, el silencio dentro de esta me volvía a desanimar; me di cuenta de lo sola que me sentía cuando ya no podía seguir riendo con ellas porque tardaran en contestar sus mensajes y porque preferían pasar todo el día en las redes sociales, las cuales yo también tenía aunque me aburrían, por eso pasaba más tiempo con los juegos de mi celular.

Después de cuatro horas entretenida con mi teléfono terminé por aburrirme, lo arrojé a mi cama para ir hacia mi escritorio y encender la computadora. No siempre encontraba con qué pasar el tiempo en Internet así que había instalado otro tipo de juegos en esta. Mientras esperaba que se encendiera, saqué la hoja del supuesto examen de casa recordando que mis amigas no se habían mostrado ni un poco interesadas por el contenido de este. 

Sólo había leído las primeras palabras cuando recordé los que serían parte de ese equipo pues me parecía que no teníamos nada en común. Por apariencia podía decir que éramos: un chico rebelde y vago, un par de amigos donde uno parecía más carismático que el otro, una chica que la mayoría consideraba como prepotente por ser inteligente, una chica que parecía reírse de cualquier cosa y de las que les gustaba llamar la atención y una chica tímida.

Era obvio que, si no terminábamos odiándonos por la forma diferente en que pudiéramos trabajar, terminaríamos como conocidos que se saludarían de vez en cuando para que al graduarnos nunca volviéramos a saber de nosotros. No sé por qué pasaba así, pero era poco común que se formaran grupos de amigos donde el género variara tan perfectamente como en nuestro equipo ya que siempre se hacían los grupos de chicas y grupos de chicos, siendo sólo uno o dos los que se mezclaran. Nunca lo noté hasta ese día. 


El viernes pasó tan aburrido como el día anterior, mis amigas hablaron y hablaron de cosas que realmente no me interesaban; cuando planearon salir al siguiente día decidí no acompañarlas porque no quería enfrentar a mi padre diciendo que no y mi madre diciendo que sí, además de que estaba ahorrando mi dinero y salir con ellas significaba gastarlo. 

Un par de veces me encontré volteando a ver hacia mis próximos compañeros de equipo. Quien más me interesaba era Valeria por haber tenido el mismo juego que yo aunque sentía que no podría llevarme bien con ella por su forma de ser tan abierta y simple, además de que me daba un poco de miedo pensar que le gustaba hacer bromas o molestar, y por muy ligero que pudiera serlo o inocente, era algo que me disgustaba pues incrementaba mi propia inseguridad. 

Los dos amigos parecían inseparables, siempre se sentaban juntos y caminaban juntos a pesar de que la mitad de las veces se encontraban con otros chicos con los que Tomás hablaba más que Iván. Ellos me hacían recordar la envidia que me daban los chicos en general por lo fácil que parecía que les era hablar entre ellos puesto que no tenían que demostrar superioridad u originalidad para que otros aceptaran hablarles. Las mujeres siempre me parecieron más estrictas y fijadas, además de envidiosas. 

Lila, al fijarme mejor, noté como parecía ignorar a sus amigas pues ellas hablaban casi en cualquier momento mientras que ella se dedicaba a sus apuntes o al libro que llevara en las manos. Obviamente en ese día no lo comprendí pues unas horas de verla no eran suficientes, fue hasta después que supe el origen de su comportamiento.

A Marcos no me atreví a observarlo mucho, en primera porque se sentaba hasta atrás y yo por en medio, en segunda porque me daba miedo que notara mi mirada sobre de él y que por eso me molestara junto a sus amigos o que tal vez rechazara mi interés momentáneo. Las pocas veces en que tuve excusas para verlo fue cuando llegaba tarde al salón de la nueva clase; caminaba lento y con la espalda encorvada, las manos en los bolsillos ya rotos de su pantalón o su chaleco de mezclilla negra, parecía que su cabello pocas veces lo arreglaba así que se veía maltratado y desordenado. Hasta ese momento me di cuenta que no conocía su voz pues a pesar de ser de los que no prestaban atención, no alzaba el volumen. 

A la hora de la salida me despedí de mis amigas quienes aún querían hacer planes para el siguiente día, no era la primera vez que las dejaba tan abruptamente pues ya sabían que no siempre se me daba el permiso para salir y, aun así, sentí que mientras me alejaba de ellas se quedaban hablando de mí. Bien podía ser mi propia imaginación o podría ser la realidad, sin embargo no tuve el valor ni la excusa para girar a verlas. 

En mi casa esos pensamientos se acabarían, fácilmente encontraría con qué distraerme hasta que me entraran las ganas de hacer un poco del dichoso examen de casa. Sólo esperaba que no fuera la única entre los seis que lo intentara.

1 comentario:

  1. En muchos casos nos tocan ese tipo de personas en un equipo, más cuando somos nuevos entre todos y no sabemos que hacer ni de qué hablar.
    Ahhh me gusta cómo ve ella a sus compañeros, su primera impresión me agrada y tengo ganas de ver si cambia o no conforme avanza la historia xux

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