martes, 26 de julio de 2016

Es tiempo de decir adiós



Tengo una mala memoria para tantas cosas, excepto cuando se trata de recordar a quienes he amado. Puedo recordar cómo fue que hace cinco años te vi por primera vez, en ese momento eras una cachorra en adopción a quien yo nunca podría tener así que sólo rogué porque alguien te llevara y te cuidara.

Te vi partir ese día en los brazos de una amiga mientras a tu hermana se la llevaba la mejor amiga de esa chica. En ese tiempo sólo sonreí y decidí centrar mis pensamientos en algo más, tu historia había terminado para mí y sólo quedarías como el lejano recuerdo de una animal más que conocía. O eso, pensaba.

¿Fueron dos días o una semana? Perdóname porque no puedo recordarlo con exactitud. Sin embargo esa amiga nos contó cómo su padre no te quería en su casa porque eras un desastre, una cachorra mal educada y juguetona. Fue al día siguiente en que ella nos dijo que su padre no bromeaba que tomé la decisión de llamar a quien tal vez podría aceptarte y como tal, sucedió. Mi tía accedió a que te llevara con ella.

Eras pequeña, negra y café con un pequeño aguijón blanco en la cola hecho de sólo unos cuantos pelos; tenías mucha energía, mucho carácter y una nueva vida qué empezar. Te llamaron Maya, un nombre un tanto común pero que te quedaría.

En la nueva casa te educaron de la única forma en que se sabía educar ahí, y aún así no cambiaste demasiado tu ser tan alegre y desastroso. Te defendías al mismo tiempo de que te sometías, eras toda una curiosidad que por mucho tiempo creí que no eras parte de mí a pesar de las incontables veces en que mi tía bromeaba acerca de que eras mi hija y que ella sólo te estaba cuidando.

Nunca me sentí especial para ti, tampoco sentía que fueras más especial para mí que el resto de los perros que ahí tenían, sólo te quería. Me divertía escuchar de tus rarezas, me gustaban las pocas veces que te me acercabas para que te acariciara o saludara. No sabía cuánto significabas para mí hasta que te vi cambiar.

Comenzaste a perder peso, pensé que estaba bien porque en realidad habías estado un poco arriba de lo normal, te sobreponías a tus problemas en la piel con diagnósticos que sólo nos alejaron de la realidad. Después con la cirugía sentí que el lazo entre nosotras empezaba a mostrarse en realidad mientras yo me encargaba de limpiarte.

Cuando nos dieron la noticia de que lo que te habían quitado no era benigno me mantuve positiva, muy raro en mí, pensando que estarías bien por varios años, que empeorarías ya cerca de tu edad de despedirte; de verdad que no me preocupé en absoluto...

Entonces todo pasó rápido, perdiste más peso del que esperábamos, tu cuerpo se vio afectado casi completamente, tu comportamiento dejó de ser tan alegre por la desesperación que la enfermedad te causaba, permanecías escondida y quieta aunque aún agitabas tu cola al escucharme y salías cuando te hablaba. Cuando mi mamá dijo que estabas sufriendo y que pronto tendríamos que ponerte a dormir, yo seguí negándolo en mi cabeza sin darme cuenta; hasta ese día que te vi peor y tú te echaste en mis pies como si esperaras que te consolara o ayudara, ahí fue cuando noté el dolor que me provocaba tu estado y lo que terminaría sucediendo.

Sabiendo que ya no comías, que ya te quejabas, tomaron la decisión de que ya era el momento de decir adiós. Traté de ser fuerte, no quería llorar más pero tú me miraste de una forma que derribó mi muro. Me dijeron que yo lo hiciera, creí que podría como la vez anterior sin embargo cuando lo dije en voz alta supe que no sería capaz de hacerlo.

Así como yo había sido quien te había llevado a esa casa, ese día fui yo quien te llevó de nuevo a tu último viaje. Lloré frente a quien no debía a pesar de que sabía que lo que hacíamos era lo mejor y la única salida.

Izete solu jameur, Maya. Mir Ventaze leupni fo Koneza.

1 comentario:

  1. Al parecer ella vivía al máximo.
    Me alegra que haya encontrado una familia que pudiera aceptarla como era, eso debió significarle mucho, estar rodeada de personas que pudieran compartir su alegría y junto con seres como ella.
    Maya supo aprovechar la segunda oportunidad que le diste para encajar en otra familia, y creo que lo más importante fue que dejó atrás su afecto hacia los que la querían.
    La pequeña supo mantenerse positiva también y peleó contra su enfermedad mostrándose afectiva con sus seres queridos. Debo decir que parece que fue una compañera y amiga valiente y fuerte de tu familia.

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