martes, 26 de diciembre de 2017

Tomás

No lo pensé, sólo escribí mi mensaje y lo envié sin imaginar lo que ellos podrían pensar. Cualquiera de nosotros podría ser quien realizara la llamada ya que era alguien que no conocíamos, también podríamos haber llamado mientras estuviéramos todos juntos, sin embargo algo me pedía ser el primero en interrogar al chico misterioso. Una parte era porque quería conocerlo, quería intentar ver lo que Iván vio en él y si aún lo veía. Quería ser el primero en desanimarse si lo que nos decía confirmaba nuestros miedos.

Primero Cristal aceptó que fuera quien hablara con él, los demás no tardaron en responder de la misma manera. Me sentí aliviado, por un instante pensé en lo mismo que cruzó mi mente cuando empezamos a juntarnos más.

Valeria pasó el número por nuestro chat compartido, me recordó grabar lo más importante de la conversación y de alejarme de todo ruido. Algunos sugirieron preguntas y puntos necesarios para que el misterioso Gabriel no dudara de mí, también me recordaron no alterarlo con nuestros miedos.

Con un rápido OK, respondí por última vez para cerrar el chat, preparé mi otro celular para grabar, fui a la oficina donde pedí que nadie molestara hasta que saliera y, por fin, marcar. A pesar de mi miedo por conocer el tipo de persona que Gabriel pudiera ser y por la información que podría obtener, mantuve firme el teléfono cerca de mi oído escuchando el sonido de marcado.

Seis veces seguidas marqué hasta que contestó. Una voz algo fría y cortante me contestó: —¿Bueno?
—¿Eres Gabriel? —No hubo respuesta por casi un minuto, pensé que se había cortado la comunicación, sin embargo el usual ruido que el exterior creaba seguía escuchándose, aunque no era tan fuerte. Estaba por hablar para cerciorarme de que siguiera ahí cuando él respondió.

—¿Quién habla?

—Soy Tomás, amigo de Iván, seguramente alguna vez te habló de Cristal, Valeria, Lila, Marco y de mí, somos sus amigos de la prepa. ¿Lo hizo? —De nuevo no respondió, cerré mis ojos con fuerza y apreté mis manos en puño, no estaba siendo fácil hablar con él. Pensé en cómo Marco ya se habría puesto un tanto impaciente y grosero porque no respondiera o en cómo Valeria trataría de bromear con él acerca de su timidez—. Supongo que es normal que desconfíes, así que mira, te enviaré el link de mi perfil donde tengo fotos viejas de la prepa en las que estoy con él.

Mientras lo decía, ya estaba buscando la foto indicada para enviársela, era de nuestros últimos meses en tercer año, en los comentarios le escribí: “Ese que lo abraza soy yo”, ya que le había enviado el enlace. Pensé que de nuevo se quedaría en silencio, sin embargo respondió, aunque no estaba seguro si había visto lo que le envié.

—¿De dónde sacaste este número?

—¡Oh! Samantha nos ayudó a conseguirlo, fue… es la ex de Iván. —No dijo nada, así que seguí tratando de no presionar mucho sobre ese tema, todos sabían que no era agradable saber de los amores pasados de tu pareja, menos si ya eras uno también—. La conocimos por casualidad cuando aún estaban juntos, fue durante la recuperación de Iván de su apendicitis…

>>Pero la razón de la llamada y todo esto es porque quisiera saber algunas cosas que creo tú podrías responder, pero lo principal… —Había iniciado la grabación a la mitad de mi frase, porque había estado por olvidarlo— es que quisiera saber la nueva dirección de Iván, porque verás, hace unos días fuimos a su vieja casa que le quedaba a hora y media de su facultad. No sé si sepas, pero nos distanciamos los seis desde hace unos años por la escuela, el trabajo y la vida, no nos enteramos que cambió de casa y por eso queremos darle una sorpresa recriminatoria en su nueva casa.

>>Sé que suena muy sospechoso, pero no planeamos mal, sólo queremos verlo. Tal vez también te dijo de la reunión que planeamos hace unas semanas… —El silencio siguió, quise golpear mi cabeza contra el escritorio por lo mucho que me hacía esperar, obviamente él no tenía ni idea de lo desesperado que me sentía a cada minuto porque no sabía nada de mi mejor amigo, el miedo comenzaba a molestarme—. Bien, supongo que aún necesito darte más pruebas de que él confía en mí. Te diré cosas que sólo sabrían personas en las que él confiara.

>>Bueno, primero que nada, debido a ese tiempo en que perdimos contacto, ya no supe mucho de ti y no sé si aún salen juntos, además ya sabes lo reservado que es. Prefiere escuchar a los demás hablar de sus problemas y secretos, que él contar los suyos aun cuando tenga esa cara de aburrición, aparte de su mala memoria que hace que parezca que no te prestó atención. En serio que esa memoria de él ha ido empeorando cada vez más, al igual que su interés general, a veces ya ni sé lo que piensa o lo que aún llama su atención.

>>Oh pero escribir es algo que nunca lo aburre aunque le den sus bloqueos, siempre dijo que lo hacía por diversión o hobby, más que por buscar fama o dinero, aunque hay algunas que escribió pensando en lo que podría significar si alguien lo leyera, y no alguien de sus amigos. También hay una historia que escribió porque se la pedí, tengo el cuaderno original en el que la escribió. ¿Necesitas más?

—No… pero no puedo darte su dirección sólo porque sí, no sería correcto… —Por fin escuché en él, el chico introvertido que Sam aseguraba que era.

—Yo… yo sé que no, tal vez si me encontrara en tu lugar, tampoco daría su información tan fácil pero debes creer en mí, por favor.

—Lo siento pero no, ni siquiera creo que esté ahí. —Comenzó a sonar más honesto, más como podría ser él en realidad, aunque poco noté eso al escuchar lo que dijo.

—¿Por qué no? —Calló de nuevo, se dio cuenta de que dijo algo que no debía, sin embargo era demasiado tarde para echarse para atrás.

—Salió con su familia…

—¿Cuándo fue eso? ¿Hace tres semanas? —Esta vez su silencio rompió con mi autocontrol, no podía esperar más y sólo sabía de una forma en que la información dejaría de ser tan difícil de obtener—. Ok, escucha, no sé si me vayas a creer con esto pero es mi último recurso para que aceptes darme su dirección y es la verdad…

>>Hace tres semanas fue cuando nos reunimos después de esos años separados, él había aceptado vernos aunque no participó mucho cuando discutimos el sitio al que iríamos, sólo dijo que sí pero el día en que nos veríamos nos dijo que su mamá se había lastimado y no podría vernos. Obviamente le creímos y lo dejamos, sólo lo llamamos para escuchar su voz de nuevo y ya…

>>Ya han pasado tres semanas desde eso y no hemos podido localizarlo de nuevo ¿Tú has podido hablar con él en ese tiempo?

—No… me dijo que… que al sitio donde iría no habría señal… y me avisaría cuando regresara… —Escuché como si removiera cosas donde estaba, su voz pareció temblar y dudar.

—Escúchame, por favor… tal vez sepas de él cosas que nosotros no, tal vez sólo te estoy contagiando con mi preocupación y no es nada, a alguno de nosotros nos mintió, aunque ya sabemos que siempre lo ha hecho, es algo que se le da bien y lo hemos aceptado porque así es él.—A pesar de que me había inquietado tanto como él, debía calmarlo para que no me dejara hablando sin darme lo que buscaba—. Necesito su dirección, la necesitamos para ir a verlo ya. Y queremos que vengas con nosotros, queremos ir contigo. Por favor.

—Te la daré… —Al dictármela su voz sonó más centrada, se había calmado sólo un poco así que me moví con rapidez para decirle al resto que dejaran lo que fuera que estuvieran haciendo y fueran hacia el lugar que les mandé—. ¿Cuánto tiempo tardarán en llegar?

—Una hora, cuando mucho dos, por favor espera por nosotros, te lo suplico.

—Lo intentaré…


Le colgué sólo para enviar el audio de la conversación aunque sabía que los cuatro estarían ocupados pidiendo sus permisos para salir de sus trabajos, iban a ser las tres, así que no romperíamos nuestros turnos, no mucho. Después de que pedí mi permiso le volví a marcar a Gabriel para hacerlo hablar, distraerlo e impedir que se fuera sin nosotros.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Lila

La última entrada de su blog seguía dándome vueltas en la cabeza, incluso más después de lo que Sam le contó a Valeria. Siempre había reconocido que Iván tenía talento para escribir, solía ver su blog cada semana cuando publicaba regularmente hasta que comencé a verlo una vez al mes o cada que me acordaba.

Tenía una mente creativa, a veces me contaba cómo nuevas historias llegaban a él cuando estaba escribiendo el final de alguna, y que en ocasiones terminaba abandonando una por escribir una nueva más llamativa. Me gustaba mucho escucharlo, sus ideas variaban tanto aunque algunas ideas parecían profundizarse entre historias, sin embargo él siempre parecía alegre de poder contarle a alguien lo que pasaba por su mente en cuanto a su imaginación. Con eso se veía una emoción e interés sincero, parecía más alegre y vivo que con cualquier otra cosa de la que platicara y eso me agradaba.

Por eso creía que debería haber un significado oculto en los fragmentos que escribía y que no pertenecían a ninguna otra historia; hablaba de huir o callar ruidos, de algo que lo molestaba y nadie le dejaba hacerlo. Quería ser positiva pensando que algo le molestaba en su casa y por eso quería alejarse de ahí, que se iría a cualquier otro lado o que, tal vez, ya lo había hecho. Podría haber salido de viaje, fuera del estado o del país, lejos de todos o a lo mejor con algún amigo. Mientras estuviera a salvo podía irse a vivir al otro lado del mundo, nosotros encontraríamos la forma de llegar a él.

Era mi lado negativo el que en ese momento me mantenía despierta a las cinco de la mañana. Mi novio había tratado de darme confort al rodearme con sus brazos para que pudiera dormir, sin embargo sólo pude mantenerme quieta hasta que lo escuché profundamente dormido. Me levanté con el mayor silencio que pude, salí a la sala a distraerme con mi celular leyendo las viejas entradas del blog de Iván.

Me di cuenta de la hora cuando un mensaje de Tom nos llegó preguntando quién estaba dormido. Curiosamente los cinco estábamos despiertos y Marco respondió lo mismo que me pasaba.

—Trataba de dormir, no dormía —Su respuesta recibió cuatro “Estoy igual”.

—Hay algo que debo contarles… Si no lo hago, ese algo que me molesta por no hacerlo nunca me abandonará… Aunque es algo embarazoso… —No era común en Tom la duda, solía ser directo y cuando se sentía avergonzado, sólo parecía usar muchos emoticones y hablar de más—. Hace más de dos o tres años, un día platicando le confesé que en el último año de la prepa… me había empezado a gustar… por un tiempo fue con quien quería salir aunque nunca lo intenté…

>>Cuando se lo conté yo tenía novio, por eso se lo dije, para que no pensara que quería intentarlo… —Ojalá estuviera escuchando su voz, las pausas que hacía entre mensajes poco mostraban del miedo que debía tener por lo que nos decía—. Pero la última vez que hablamos, hace seis meses, le conté que había terminado mi última relación, él me dijo algo similar a que también estaba libre aunque yo no sabía nada de esa otra persona con la que estuvo y no le pregunté porque me centré más en decirle que… que tal vez deberíamos salir los dos…

>>Al inicio él lo tomó como broma, dijo que no estaba mal, hasta que le insistí un poco más. De pronto parecía que había dejado de reír mientras decía que sentía que no servía para las relaciones, que a nadie podía amar de verdad y no quería hacerme lo mismo que a su última pareja. No sé qué pasó, supe que ya no debía seguir con el tema… pero ahora me lamento de mi decisión.

>>De verdad quiero creer que sólo huyó de su casa, o que cambió de celular y anda jugando con nosotros… pero tengo miedo.

De su último mensaje, sus tres palabras finales, parecieron hacer eco en mi cabeza con su voz. Siempre fue él quien mejor conoció a Iván, siempre habían estado juntos hasta que la universidad los separó y, aún así, solían decir que tal vez algún día trabajarían juntos por la relación que había entre sus carreras.

Sentí su temor despertar el mío, mi preocupación y ansiedad se volvió pánico que provocó que las lágrimas salieran de mí, pensé en que Tom podía estar llorando también, en que Cristal y Val estarían llorando si sentían lo mismo, incluso Marco podría estar conteniendo las lágrimas pues ya una vez habíamos llorado los seis juntos, una memoria preciada que ninguno tenía que hablar en voz alta para hacernos notar lo importante que fue.

Todos teníamos miedo. Ninguno se atrevía a decir que Iván podría haber cometido la peor estupidez y cobardía que existía, ninguno quería pensar que era una posibilidad aunque no podíamos deshacernos de ese miedo que hoy me tenía sollozando como nunca.

—Aún hay esperanza, aún podemos encontrarlo. —El mensaje de Marco me hizo tomar de nuevo mi teléfono. Mi yo lógica me habría hecho ignorar esas palabras, si me hubiera encontrado frente a ellos habría sonreído, me habría encogido de hombros sin decir ni una sola palabra, sin embargo esta vez la lógica no le ganó a la conexión que tenía con ellos.

—Así tengamos que forzar a nuestros jefes por vacaciones, tengamos que salir del país o lo que sea, daremos con él. —Conforme las escribía, me creí mis palabras. Tenía cinco meses conociéndolos cuando supe que ellos me harían mejor persona, que me harían cambiar para bien y que no sería una amistad pasajera.

No hablamos mucho más, sólo dijimos más cosas para subirnos el ánimo y bromear un poco acerca de los reclamos que le haríamos a Iván. Y a pesar de que mi corazón se sentía menos apretado y mi mente menos desesperada, no pude dormir la hora y media que faltaba para que el despertador sonara.

Alan despertó con el sonido de mi alarma, su horario de entrada era en la tarde ese día, sin embargo me dijo que estaba preocupado porque no dormí y tenía que trabajar. Me ofreció cambiar mi turno por el de él para que durmiera, mas yo sabia que no podría hacerlo ni aunque me pusiera a ver lo más aburrido que encontrara en la televisión, así que sólo le agradecí y me metí a bañar.

No importó cuántas tazas de café me bebí, ni cuántas aspirinas y paracetamol tomé, el dolor de cabeza, la pesadez mental, de mi cuerpo, y las náuseas siguieron en mí. No tenía idea de cuál era mi aspecto, pero sabía que no era el mejor por cómo Paula, la enfermera con la que mejor me llevaba, se mantuvo a mi lado tratando de aminorar mis errores o recordarme lo que iba a hacer cuando me detenía a la mitad del camino.

Recibí varias llamadas de Alan, estaba preocupado por mí, traté mintiéndole al asegurarle que no tenía de nada de que preocuparse, sin recordar que él también sabía bien los efectos de una noche sin sueño. Muchas noches las pasamos en vela por estar estudiando, por los trabajos y proyectos que nos habían valido la alta calificación con la que nos graduamos.

Estudiar y esforzarme no era una obligación para mí, tampoco es que fuera un pasatiempo o diversión, es sólo que era lo mejor que podía hacer, era una rutina normal en mí que me mantenía cómoda. Siempre fue algo que no podía explicar, muchas veces pensé en lo aburrida que debería ser para el resto porque ese fuera mi principal entretenimiento, por eso creí que conociendo a gente similar a mí me haría sentir cómoda, lo que terminó siendo lo contrario pues fueron cinco chicos distintos a mí, quienes me dieron lo que quería.

Y entre ellos Iván, quien creí sería como yo. Aún a mitad del tercer año quise creer que no se había perdido lo que fue al entrar a la preparatoria, ese chico de puntaje perfecto y primeras calificaciones impecables. En cambio él parecía esforzarse por desmentirlo.

Llegué a pedirle, como apuesta o juego, que se esforzara de nuevo y me ganara, que nos demostrara a los cinco que era tan inteligente como aparentaba. Parecía intentarlo, al inicio nos demostraba que lo haría hasta que ese aburrimiento dentro de él lo hacía perder el interés por cualquier recompensa que le ofreciéramos.

Nada hacía efecto, muy rápidamente se rendía, se agotaba, se distraía y nosotros no podíamos hacer nada más que reír con él y simular que no nos preocupaba. Tal vez el cambio de escuela, esa distancia que se dio, fue un alivio para él, la forma en que ya no sintió presiones ni la vergüenza de no ser el que habían esperado que siguiera siendo.

Samantha me lo contó una vez, sabía que Iván era inteligente, y eso la atraía más a él; sin embargo también sabía de esa falta de motivación de él. Me dijo que sentía que Iván se esforzaba por no salir bien, por no dejar a nadie ver su verdadera inteligencia; al inicio de la carrera ella misma lo vio cuando sacó buenas calificaciones, escuchar eso me hizo sentir que volvería el Iván de antes. Mas un sueño sólo fue, no tardó mucho en dejarse caer.

¿Por qué? Quiero entenderlo, quiero saber lo que pasaba en su mente pero no puedo, algo nubla mi lógica, el amor que siempre he sentido hacia él lo hace.

Paula rompió mis pensamientos cuando estaba por pensar en la hermandad que los seis formamos, me ofreció la sala de enfermeras para dormir unos minutos. Me negué, mas su expresión me convenció de que no aceptaría mi respuesta negativa así que le pedí que le dijera a quien me buscara que me encontraba en una junta. Esperaba no dormir más de media hora.


Sólo me había sentado cuando Valeria nos mandó el esperado mensaje: “Tengo el número de Gabriel, Sam dijo que no pudo conseguir la dirección pero espera que él la tenga”. Antes de que nadie contestara, Tom lo hizo con un simple: “¿Puedo ser quien hable con él?”.

Marco

Ninguno prestó atención al camino más que Cristal, cada uno de nosotros estaba centrado en las tareas que Lila nos asignó hasta que llegamos al primer restaurante que la conductora encontró de camino a nuestras casas.

Bajé del auto sin mucha idea de dónde nos encontrábamos o cuál era el restaurante hasta que nos sentamos y vi el menú, era uno de los populares que podías encontrar en cualquier lado así que ya me sabía la carta. Pidiendo cualquier cosa, me centré en la computadora que Cristal nos prestó para revisar más de lo que nos habían pedido mientras Vale y Tom hacían lo suyo.

Al final de muestra comida, en la que estoy seguro ninguno saboreo sus platillos, escuchamos a Tom decirnos que ninguno de ellos sabía más de lo que él sabía de él, Val nos aseguró que le dejó varios mensajes a Sam pidiéndole que la contactara. Después nos tocó a nosotros hablarle de lo que encontramos.

—En sus redes sociales no hay mucho reciente, la última foto fue de hace casi un año —empezó explicando Cristal—. Aunque revisando sus mensajes en la otra, parece que conoció a alguien después de Sam, se mostró interesado en esa persona aunque no podemos encontrar nada en otro lugar, o aún no.

—Ya sacamos los nombres de las personas con las que parecía hablar más por lo que le publicaron —continuó Lila—, pero no las contactaremos hasta después de que Val no pueda hablar con Samantha.
—Y, ya por último, lo más reciente que logré encontrar de él fue una entrada en su blog de escritura, sinceramente no la entendí muy bien así que espero Tom la entienda porque lo conocía mejor o tú, Lily, que has leído mucho.

En la computadora dejé la entrada a vista de todos, Valeria y Cristal leyeron por su cuenta en sus celulares mientras yo pedía la cuenta a la mesera, sabiendo que poco nos quedaba por hacer ahí.

Cuando terminé de firmar lo pagado, me giré a ver al resto, notando que Tom se veía aún más preocupado de lo que ya había estado desde que nos juntamos, Lila parecía sólo realmente confundida. Estaba por preguntar sobre lo que pensaban de ese escrito cuando él volteó a ver a Cristal.

—Cristi ¿recuerdas esa red que convencí a Iván de usar? —Cristal lo pensó unos segundos hasta que asintió con los ojos muy abiertos como si hubiera olvidado algo importante—. Ayúdame a revisar sus publicaciones ahí, sabes que hay demasiados en ese lugar y que los que importan podrían perderse entre ellos.

—Sí, claro pero ¿qué busco en ellos? —Todos observamos a Tom, parecía estar casi pálido o asustado, se veía que trataba con esfuerzo en cubrir lo que fuera que ocupaba su mente.

—Sólo ve los mensajes que haya escrito, si ves lo mismo que yo tal vez entiendas —dijo y volteó a ver a Lila—. ¿Podrías leer el resto de sus entradas? Tal vez haya algo importante ahí también.

—Lo haré… —Su mirada debió pasar de Valeria a Cristal y a mí, los tres luciendo completamente perdidos en lo que sospechaban, por eso pareció pedirle permiso con la mirada a Tom para contarnos, a lo que el respondió afirmativamente sin voltear a vernos—. Al igual que ustedes, no estamos seguros de lo que puede significar esa entrada, pero no podemos descartar que haya huido de su casa o de… otra forma.

Sabíamos que no debíamos dejarnos llevar por el miedo y la preocupación, debíamos seguir con lo que ya habíamos decidido y avanzar tan rápido como pudiéramos, en silencio nos quedamos sopesando las opciones hasta que nos levantamos y salimos hacia el auto, listos para separarnos de nuevo. No había más tiempo que perder.

Valeria nos dejó donde nos habíamos encontrado, cada uno tomó su camino de regreso sin mucho entusiasmo al despedirnos. Aún después de haber llegado a nuestras casas, seguimos sin hablar más de lo necesario por el chat mientras nos ocupábamos de lo que debíamos hacer y el trabajo.

Al siguiente día me sentí más ansioso por saber si Samantha contactaría a Valeria o no, mi día se volvió uno lleno de errores y olvidos por culpa de mi preocupación, varias veces mis compañeros del trabajo me tuvieron que repetir órdenes, ideas y sus problemas con los que necesitaban mi ayuda, pasé momentos sumido en mis pensamientos sin ver ningún punto en específico hasta que dieron las tres y Val nos envió el mensaje que esperábamos.

Sam ya me respondió, dijo que había salido del país a una conferencia y hoy regresó. Voy a llamarla, cuando acabe regreso con lo que pasó.

Mis compañeros salieron a comer, yo me quedé en mi escritorio entre viendo el celular y buscando distracción en internet. Cada que pensaba que Val ya se había tardado hablando, me decepcionaba saber que sólo llevaban unos minutos transcurridos. Sabía que el resto estaba igual, sin embargo no encontraba qué era lo mejor que podía decir para que juntos pasáramos ese tiempo, tampoco quería distraerlos si es que ellos tenían cosas que les permitían alejarse de estos pensamientos.

Al cabo de una hora volvió a mandar un mensaje: Grabé parte de la conversación, la iré pasando por aquí.

Nadie tuvo que responderle, todos nos quedamos esperando los audios de lo que habían hablado. La primera grabación empezó con Samantha respondiendo la pregunta de Vale sobre él.

—¿Iván? Oh… ya tiene tiempo. —Poco recordaba de la voz de Sam, pero sabía que era ella—. Después de que rompimos tratamos de hablar como antes pero después de año y medio la constancia disminuyó hasta que dejamos de hablar.

—¿Entonces más o menos cuándo fue la última vez? —Valeria sonaba tranquila, aunque nosotros sabíamos lo mucho que se esforzaba para eso.

—Supongo que ya son ¿cuatro años? —Si habría estado viéndola hablar, en ese momento se habría encogido de hombros—. Creo que eso, más o menos.

—¿Supiste que su familia se mudó?

—Algo me dijo en una de nuestras conversaciones de cada dos semanas, dijo que pensaban hacerlo aunque no sería muy lejos de la uni, ya nunca supe si lo hicieron y a dónde. ¿Por qué?

—Es que hace poco se enojó con nosotros porque olvidamos su cumple, según él, pero estábamos preparando una fiesta sorpresa y por nuestros trabajos no pudimos hacerla en su día, quisimos ir a su casa hace dos días pero ya no lo encontramos ahí. —Valeria sabía mentir, aunque Iván y yo siempre éramos más rápidos y convincentes que ella—. Aún queremos que sea sorpresa, así que no le vamos a preguntar a él.

—Oh ya veo, puedo conseguirles la dirección si quieres.

—Sí, pero también hay otra cosa que quisiera pedirte pero no sé si esté bien… —Sam la invitó a pedir sin preocuparse—. Iván nos contó que estaba saliendo con alguien, pero es un necio misterioso y no quiere decirnos quién es…

—Ah… sí, comenzó a salir con un chico dos años después de mí, creo… sé que se llama Gabriel, aunque no sé si siguen juntos. —Se escuchaba tranquila, el tema ya no parecía molestarla—. Él era un chico que pocos conocían, de hecho yo no supe de él hasta que salió con Iván, era bastante tímido pero no sé más.

—¿Crees que podrías conseguir su número o su apellido para que lo busquemos?

—Por nombre no creo que lo encuentren, era de esas personas que no usan ninguna red social, y él número sí lo puedo conseguir, a ver si aún son algo.

—No importa si no son nada ya, queremos preguntarle algo.

Eso fue lo último importante de la conversación hasta que Valeria comenzó a escribirnos que le había preguntado, por si era útil, el cómo habían terminado.

—Yo terminé con él o eso creo… Lo quería mucho, pero en los últimos meses se fue portando diferente, era evasivo en cuanto le preguntara sobre él, ni siquiera trataba de meterme en su vida, sólo preguntaba por curiosidad y porque me preocupaba. —Su voz en esa parte pareció expresar lo que aún sentía—. Sus calificaciones bajaron mucho más, casi no entraba a clases y ya no le preocupaba si pasaba o no… se volvió difícil estar así con él porque nada parecía interesarle, aunque nunca me descuidó… Le dije que si no se aplicaba de nuevo terminaríamos, lo quería ver titulado igual que yo pero él me dijo que no sabía que pasaría y que mejor termináramos de una vez.

>>Por eso tratamos de ser amigos, para que cada uno siguiera su ritmo, pero él quedó más atrás y se alejó, ya no supe qué hacer y sigo sin saber si fue lo mejor.

Al escuchar eso supimos que lo mejor había sido no decirle de nuestras sospechas pues podrían hacerla sentir culpable de algo que no tenía que ver con ella, y tal vez tampoco con nosotros, aunque no detenía nuestra ansiedad por saber de él.

De nuevo decidimos dar un día, lo que quedaba de ese al menos, para esperar. Mataba horrible la espera, era desesperante y deprimente pensar en lo que podría o no podría ser, cansaba estar caminando de un lado a otro o buscando entre mil cosas algo qué hacer, cualquier distracción era buena aunque su efecto durara tan poco.


Me absorbí en mi trabajo, salí con unos compañeros a beber, hablé con mi novia y hablé con otros amigos. Al final, a casi las cinco de la mañana, pensé que por fin podría dormir aunque despertaría a las seis y media, aun cuando mi mente no se detenía. No podía dejar de pensar en cómo Iván había sido de las personas que más llamaron mi atención, siempre vi algo en su mirada que no había comprendido, siempre sentí que algo dentro de él le borraba esa aparente perfección que siempre portaba, o él mismo se la borraba. Nunca lo comprendí lo suficiente, tal vez. 

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Valeria

Nuestra reunión fue increíble y maravillosa, aunque habría sido perfecta si Iván también hubiera estado con nosotros. A primera vista el cambio fue evidente, ya no éramos esos chicos de dieciséis años que se conocieron por casualidad, no éramos esos jóvenes de dieciocho que aún soñaban con el día que tomaríamos clases juntos de nuevo, y poco quedaba de los que fuimos cuando dejamos de vernos, casi a los veinte.

Marco ya no usaba el cabello largo y rebelde aunque su corte no le restaba lo guapo que siempre fue, Tom se había dejado una barba bien delineada que le daba una personalidad más masculina y adulta que resaltaba muy bien su atractivo, Lila lucía hermosa con la forma en que arreglaba su cabello y se maquillaba, Cristal se había dejado crecer el cabello y ahora se veía más como una mujer adulta, aún más bella. Yo ahora vestía más femenina y usaba lentes de contacto porque me había convencido a mí misma de que así lucía mejor. Quien parecía llevar los lentes ahora era Iván, aunque por la ausencia de fotos recientes no sabíamos si aún los llevaba.

Hablamos sobre más gente que conocimos, sobre cómo nos había ido en la escuela después de que dejamos de hablarnos, de los últimos meses de clases, de la titulación (fue una sorpresa saber que Marco fue el primero en obtener su título e Iván el segundo), sobre nuestro servicio social, los primeros trabajos, los primeros jefes y lo que ahora hacíamos.

Cuando Lila preguntó por nuestros padres, todos decidimos que hablaríamos de eso cuando estuviera Iván pues era un tema que considerábamos como nuestro secreto. Yo no le había contado a nadie más de la misma forma en que lo hice con ellos, y ellos aseguraron haber hecho lo mismo.

Comimos tarde por seguir hablando, por eso a las seis y media a penas estábamos recogiendo y decidiendo si iríamos a la casa de Marco o ya nos despediríamos, sin embargo Cristal nos convenció al recordarnos los tiempos en que dormíamos hasta tarde por estar jugando juntos o platicando en el chat. Lila contraatacó diciendo que ya no éramos tan jóvenes para pasar tiempo sin dormir bien, lo que nos hizo reír a todos por el pesimismo que extrañábamos de ella. Al final aceptó llevarnos.

Bebimos algunas cervezas en su casa, seguimos hablando de lo nuevo y lo viejo, cuando tratamos de hablar de nuevo con Iván, su teléfono ya no conectó así que no insistimos. Terminamos yendo a nuestros hogares a las doce de la noche, algunos tomamos los últimos viajes de nuestros transportes.

Y aunque llegué a la una a mi casa, los mensajes que nunca se detuvieron me hicieron dormir hasta las cuatro cuando Tomás aceptó que ya era suficiente muestra de nuestra vitalidad para un día y que tendríamos cosas que hacer al siguiente.


Luego de ese reencuentro no dejamos de hablar, me encontré en cada momento libre leyendo sus mensajes y respondiendo, las mañanas eran cuando menos mensajes intercambiábamos, y en la noche cuando más nos conectábamos todos.

Pasamos dos semanas enfrascados en las opciones para la siguiente vez que nos veríamos, ya teníamos día para apartar, sin embargo aún nos debatíamos si iríamos solos o llevaríamos a la pareja o amigo cercano. Pensábamos en ir a un punto turístico a descansar o a un parque acuático a disfrutar del día.

Esa noche hablábamos de un sitio medianamente popular en el que había deportes extremos y una vista natural impresionante, cuando Cristal nos detuvo diciendo: —¿No creen que ya fue mucho sin saber de Iván? O al menos a mí no me ha respondido mis mensajes.

—Ahora que lo dices… a mí tampoco.

Con la respuesta de Tomás, salí del chat con ellos para mandarle mensajes a Iván. La última vez que lo había hecho fue una semana atrás para preguntarle sobre su mamá, siendo que nunca recibí respuesta sin que lo hubiese notado. Llamé sólo una vez pensando que el resto podía estar haciendo lo mismo, la monótona voz del teléfono me respondió lo mismo que en mi último intento: el número estaba fuera del área de servicio.

—O ya no quiere hablarnos o algo ha pasado —les escribí al terminar mis intentos.

—No podría ser ¿o sí? —El comentario de Marco se quedó entre nosotros por unos largos minutos hasta que Tom volvió a responder.

—Trataré de contactarlo, alguna explicación lógica debe haber como que se haya ido de viaje de trabajo o familiar. No se preocupen ya lo traeré de regreso.

Hasta ese momento no me había sentido tan nerviosa, muchos pensamientos negativos llenaron mi mente sobre lo que podría ser la causa, por eso me concentré de más en mi trabajo para evitarlos, lo cual notaron mis compañeros. Cuando pensé en hablar con mi novio recordé que él me había pedido tiempo para pensar en lo siguiente de nuestra relación, sabiendo que debía dejarlo solo con sus pensamientos o lo que fuera que hiciera, le hablé a mi amiga sobre lo que pasaba, ella me tranquilizó dándome opiniones más positivas.

Dos días faltaban para que la tercera semana se terminara desde que nos vimos, cuando Tom nos pidió acompañarlo a la casa de Iván pues no había logrado contactarlo por ningún medio y ya se sentía tan nervioso como nosotros. Sabía que no sería fácil, pero nos pidió vernos al siguiente día en la tarde para ir a esa visita de emergencia.

Fui yo quien llevó el auto en esta ocasión; la suerte parecía no estar en contra de nosotros pues los cinco pudimos tomar el resto de la tarde. El coche quedó en silencio al final de nuestros rápidos saludos, sólo unos segundos tardó Tom en contarnos las llamadas que le había hecho a su amigo y los mensajes no respondidos.

Tardamos hora y media en llegar. Iván vivía en un conjunto habitacional bastante grande, había casas cuádruples, dobles y edificios que tenían desde tres pisos hasta cinco. El centro era donde habían acomodado los departamentos, en la parte más externa estaban las casas cuádruples y al fondo las dobles, en una de esas vivía quien buscábamos.

Todo ahí estaba hecho de ladrillos rojos y concreto, rejas delgadas de malla ciclónica separaban los edificios de las casas, aunque la mayoría estaba rota o chueca. Eran los jardines de las casas las que estaban mejor cuidados y adornados, aunque a veces nada más la mitad lo estaba. Cada casa y edificio estaba marcado por una gran letra metálica ya oxidada, el orden parecía ir de alrededor hacia el centro y de dos en dos casas.

La de Iván era la H-02, vivía en la parte de arriba así que estacionamos el coche frente al que era su mitad de estacionamiento y, después de un intercambio de miradas, subimos las escaleras hacia su puerta donde llamamos dos veces con el timbre.

El que no estuviera el coche de su familia nos hizo temer que nadie se encontrara en la casa, además sentíamos algo diferente en el lugar pues las plantas y el pasto ya no estaban tan bien cuidadas, al papá de Iván le gustaba relajarse como jardinero en su propia casa, además de que las siempre variadas y bonitas cortinas de su casa eran ahora simples pedazos de tela de color uniforme, nada parecía quedar de aquellas cortinas de las que su mamá se sentía orgullosa.

Tocamos un par de veces más con el timbre y los nudillos, sin embargo nadie respondió. O no había nadie o Iván se había mudado con su familia sin que a nosotros nos hubiera dicho.

—Preguntémosle a su vecina de abajo —sugirió Cristal, se había detenido antes de empezar a bajar las escaleras, todos supimos que su vecina se encontraba en casa por el movimiento de cortinas que hubo cuando esta se asomó al escucharnos llegar—. Recuerdo que Iván dijo que no se llevaban mal con ella, sólo la saludaban con cortesía y ya… tal vez sepa algo.

Sin mucha convicción en lo último que dijo, los cinco aceptamos su idea porque no teníamos nada más, así que nos detuvimos frente a la puerta de ella y tocamos con tanta amabilidad como se podía.

La señora era una mujer de más de cincuenta años, su cabello estaba pintado en color castaño oscuro para ocultar sus canas, supuse; el maquillaje era sencillo al igual que su peinado y sus ropas. Parecía estar sola.

—Disculpe la molestia, venimos a buscar a Iván —La mujer mantuvo su mirada molesta y crítica sobre Cristal mientras hablaba, parecía que entendía poco de lo que le preguntaba—. ¿Hijo de sus vecinos de arriba?

—No sé de quién me hablan. —Estuvo por cerrarnos la puerta en la cara hasta que Marco intervino.

—Su madre se llama Edith y su padre Francisco, tienen un hijo que se llama Iván y una hija menor que se llama Beatriz. —Trató de sonreír con amabilidad, nosotros nos alegramos de la excelente memoria que tenía, con la que pudo guardar los nombres de la familia de nuestro amigo.

—Se fueron hace años, no sé cuántos —La mujer mostró indiferencia—. O llegaron tarde o les dieron mal la dirección, pero yo no sé nada de ellos después de que se fueron.

Sin querer hablar más con nosotros, cerró la puerta. De nuevo nos vimos los unos a los otros con la pesadez de la derrota y el nerviosismo, caminamos hacia el coche aún en silencio sin entrar aunque ya había abierto los seguros. Ninguno de nosotros quería darse por vencido aunque el enterarnos de esa forma que él había cambiado de dirección nos dio un fuerte golpe.

—No lo dejaremos así. —Como siempre, Lila tomó la iniciativa para liderarnos— Val, tú fuiste quien más hablaba con Samantha, trata de contactarla y pedirle información pero no la alarmes. —Asentí sacando mi celular al instante, aún buscando Sam entre mis amigos, escuché las demás órdenes—. Tom, habla con los demás amigos que tuvieron en la prepa u otros amigos que hayas conocido bien de su carrera, tal vez sepan algo que tú no aunque parece imposible. —Él tampoco tardó en sacar su teléfono y realizar lo pedido—. Nosotros revisaremos las demás redes que tiene para sacar alguna información sobre otras personas que conozca bien o del lugar donde haya estado. Vamos a comer mientras.


—¿Quién maneja? Yo debo textear —Todos se hicieron los desentendidos hasta que Cristal puso los ojos en blanco y tomó las llaves, después todos subimos a devolver el silencio aunque este ya no era tan pesimista.