miércoles, 27 de septiembre de 2017

Tomás

Durante ese primer sábado, que pasamos juntos como si fuéramos amigos de toda la vida, tuvimos nuestra primera plática verdadera sobre nuestros gustos; descubrimos que Valeria había jugado desde muy chica por sus padres que eran seguidores de los clásicos aunque ahora jugaba más los móviles, que Iván era un nuevo jugador desde hace tres años por lo que sus conocimientos eran más actuales, que Cristal era más de los de celular aunque conocía poco de los actuales, que lo único que había jugado Marco eran los juegos de las maquinitas mientras Lila ni uno había probado y que yo sólo jugaba de los simples y populares de celular hasta que me hartaban.

El recorrido por el pequeño local no duró más de diez minutos en los que los tres nos hablaron sólo un poco de los que veían, afuera caminamos mientras los escuchábamos hablar de sus tipos preferidos hasta que llegamos a la zona de comida donde nos sentamos a seguir escuchándolos intentando convencernos de que nos uniéramos a su amor por los videojuegos.

Usualmente me molestaba que la gente tratara de obligarme a probar sus gustos, o que hablaran sin parar de algo que les gustaba a pesar de que sabía lo grosero que era mi comportamiento, sin embargo se trataba de algo que mi yo egoísta no podía detener. Sólo que en ese día no me molestó escucharlos, incluso me interesó mucho de lo que Cristal me habló sobre los juegos móviles que conocía.

El final de esa plática terminó con Valeria ofreciendo su casa para que todos pudiéramos jugar los que tenía y algunos que Iván se ofreció a llevar, lo que pactó nuestra segunda promesa y dio paso a la tercera en el momento en que nos levantábamos de la mesa pues Lila nos invitó a ver la colección de películas de terror que su padre había juntado años atrás.


Nuestra reunión terminó poco después de las cuatro, nos despedimos en la entrada de la plaza para tomar nuestros transportes. Esa salida me dejó sonriendo aún después de que llegué a mi casa; mientras preparaba la cena para mi papá, que sería nuestra comida del siguiente día, mi hermana mayor notó mi felicidad.

—¿Ya conseguiste novia? O tal vez… ¿novio?

—¡No! Sabes que serías la primera en saberlo. —Riéndose me dio con la cadera sin dejar que el tema pasara de largo— Es sólo que me divertí con los chicos con los que hoy salí. —Acabé por contarle cómo los había conocido y lo que habíamos hecho ese día, al hablarlo lo sentí estúpido y normal, ya la imaginaba riéndose de mi comportamiento infantil. Sin embargo me observó en silencio sin ninguna expresión, solamente recargando su mentón en sus manos y sobre el palo de la escoba.

—Te deseo de verdad que no sea una amistad de unos meses. —Tanto me sorprendió lo que dijo que todas las respuestas que imaginé se me borraron—. En la secu y la prepa tienes amigos con tus mismos gustos, pero al no buscar un futuro juntos los olvidas cuando en la carrera conoces gente distinta a ti pero con una meta no muy diferente.

>>Tal vez es pronto para que pienses en el futuro, así que sólo considérate afortunado si esa amistad tan aleatoria se mantiene. —No tardó mucho en notar la forma tan extraña en que la veía y, aunque no se mostró apenada, trató de darle fin a nuestra conversación— La sociable es Eli y el suertudo tú.

—Y la anciana es Cami. —A la cocina llegó Elisa con la ropa doblada bajo sus brazos, lo que la hacía parecer que estaba poniendo los brazos en jarras como si estuviera enojada—. Sólo tienes un año en la carrera y ya te crees sabia.

—Hasta el día en que muera, seré la mayor de ustedes, les pese lo que les pese.

Las palabras de mi hermana mayor quedaron en mi mente, me esforzaba por dejar de pensar en ello pues si las cosas no resultaban tan bien como lo había dicho, la decepción sería peor. Incluso cuando el lunes Lila e Iván llegaron con las copias del libro que leeríamos, traté de convencerme de que él lo habría hecho si los hubiéramos conocido o no y casi lo logré hasta el miércoles.

Entrando a la escuela, a unos pasos del edificio donde tenía mi clase, Marco me llamó. Iván estaba a su lado como si lo acabara de encontrar también, lo que nos dijo fue que quería que convenciéramos a Lila para que fuéramos al cine durante la clase de inglés, la cual era la penúltima de ese día.

No recordaba haber visto a Marco llegar tan temprano antes, aunque tal vez sólo no lo noté. Después de que aceptáramos, nos dejó para esperar a las otras chicas pues debía ser fuera del salón ya que Lila era de las que llegaban primero. Y efectivamente, ella ya estaba dentro.

Nunca me enteré por qué, pero a Cristal no le pudo decir antes de que empezara la clase, así que sólo le fue posible al final de la segunda clase, momento en que la mayoría de los compañeros habían salido por algo de almorzar o al baño, Lila estaba por salir cuando Marco fue a la mesa de Cristal y sus amigas.

—Ya lo desacomodé… tenías razón. —Sobre su mesa le dejó sus copias un tanto arrugadas y desordenadas.

—Vaya… superaste mis expectativas, creí que estarían así al final del primer día. —Mientras ella le sonreía y tomaba sus hojas, sus amigas la veían de reojo como si no creyeran posible que estuviera hablando con tanta familiaridad con él.

—No tienes idea de cuánto puedo sorprender. —Cuando nos habían dado nuestras copias, Cristal había dicho que las de Marco no durarían en orden y que ella se ofrecía a engraparlas juntas y coserlas, lo que él había rechazado al decir que no era tan desastroso. Sin embargo en ese momento lo que hizo sí causó sorpresa en el resto pues se sentó en la mesa de Cristal, se agachó para quedar a la altura de su cara y así usar su brazo alrededor de su cuello para atraerla más hacia él y hablarle al oído.

Yo no estaba muy lejos de ellos por lo que pude ver lo roja que se puso por la acción aunque se negara a moverse, vi a sus amigas girarse incómodas y sorprendidas, e imaginé las preguntas con las que la atacarían después. Cristal sólo asintió a lo que le dijo, Marco se separó de ella distrayéndola con sus copias para que la pena se le pasara rápido antes de irse.

El plan de Marco fue que, mientras todos se retiraban hacia la clase, Valeria e Iván le impidieran a Lila seguirlos. La excusa sería el trabajo que harían y el libro, la distraerían los primeros cinco minutos, diez si se podía, para que la clase comenzara; los demás nos quedaríamos fuera del salón para encerrarla si era necesario.

—¿Podemos hablar de esto en los salones de inglés? —Su voz sonó un tanto nerviosa al levantarse de su banca.

—No, recuerda que Valeria está en el otro grupo. —Como siempre, Iván fue el más rápido en improvisar, sin embargo Lila no estuvo satisfecha con la respuesta.

—Pero los salones no están separados… y ya es tarde…

Escuchamos un ruido que pareció ser de los dos saltando sobre o frente a ella para detenerla así que los tres por fin entramos. La sorpresa fue evidente en ella cuando cerramos la puerta, sólo las palabras tranquilas de Valeria fueron calmándola hasta que le contaron de lo que se trataba el plan.

—No. —Su respuesta fue tajante, ese día, en el que Iván había dado la idea, no había notado la expresión que ella había puesto, sin embargo en ese momento imaginé lo que habría hecho— Es cierto que nunca me he saltado ninguna clase, pero no estoy interesada en hacerlo porque… me da miedo pensar que después ya no pueda dejar de hacerlo. —Tenían lógica sus palabras, ninguno de nosotros pareció encontrar la respuesta adecuada, excepto Iván.

—Ok, creo que entiendo. —Todos lo observamos, provocando su timidez aunque no lo detuvimos pues él sí había notado la mirada que Lila había hecho antes, según me contó después—. Como creo que sabes, fui el que sacó el puntaje perfecto en la prueba de selección… y no hice trampa, sólo estudié. —Fue a final del primer año cuando me enteré de eso de él, aunque me fue indiferente pues en esos tiempos aún era aplicado, y después de ver cómo era en realidad dejé de verlo como esa otra persona.

>>Antes me esforzaba, ahora no lo hago sólo porque ya no quiero. —Bajó la cabeza mientras se rascaba la nuca—. Y te seré sincero, saltarse las clases es agradable, mucho más que entrar a ellas, pero ni siquiera yo lo hago a cada rato sólo porque ya no tengo control. —Se giró a verme—. ¿Cuántas veces he faltado a alguna en este año?

—Un par, la última te saltaste solo inglés.

—Sí, odio la voz de la maestra y su forma de enseñar así que no vale. —La incomodidad o tensión que sus palabras habían provocado se disolvió ligeramente con su comentario, hasta él pareció relajarse un poco aunque yo no podía dejar de preguntarme cuál había sido la razón de su cambio como estudiante—. Una vez, sólo inténtalo esta vez y nunca más te lo volveremos a pedir si así lo quieres.


Después de eso ya no tardamos más en que Lila aceptara así que los seis pudimos irnos al cine platicando de los recuerdos que teníamos de la primera vez que alguno se había saltado clases, además de la cantidad infinita de recuerdos que parecía tener Marco sobre sus experiencias en ese tema. Poco a poco Lila fue dejando de pensar si lo que hacía estaba mal o no. 

lunes, 18 de septiembre de 2017

Cristal

Por primera vez en mucho tiempo, el permiso que pedí no fue de sí con mi mamá y no con mi papá, los dos estuvieron de acuerdo después de contestarles a dónde iba. Estaba emocionada, tal como tenía meses sin estarlo debido a que las salidas con mis amigas ya no me divertían tanto al ser siempre lugares similares donde iban a ver chicos y ropa, tal vez lo de ver ropa seguía gustándome pero tener que estar hablando de cosas para las que nunca obtendría permiso, era lo que me aburría.

Sabía que mis padres, y de verdad lo creía de ambos, no me permitirían ir un fin de semana a casa de alguien más, o salir de viaje por placer, o estar fuera de casa hasta tarde. Además, salir con ellas siempre era caro por la comida, el transporte y cosas extras que les gustaba que compráramos juntas. Mi familia no era rica, el poco dinero que me daban lo sentía suficiente, considerando las limitaciones que teníamos, así que muchas veces me encontré negándome a sus salidas, lo que ya las tenía acostumbradas aunque siguieran haciendo su cara de desilusión o de disgusto.

No imaginaba cómo sería salir con estos cinco chicos que apenas conocía, sólo sabía que podría ser que nunca más saliéramos de nuevo, y eso me hacía sentir un tanto desanimada. Por eso fue que me emocionó la salida, quería disfrutarla sin pensar en nada, y el que mis padres lo hubieran permitido de buena gana mejoró mucho más mi humor.

Llegué al sitio planeado cinco minutos antes de la hora, y no me sorprendió ver a Lila esperando. Estaba sentada en una banca leyendo, parecía que cada cierto tiempo levantaba la vista para buscarnos, así que cuando ya estaba casi cerca de ella, me vio y cerró su libro.

Mientras esperábamos hablamos de las veces que habíamos estado en plazas y de las que nos gustaban aunque fue claro que a ella no le gustaba como hobby el caminar sólo viendo aparadores con cosas que nunca comprarías o comiendo en esos lugares donde todo era exageradamente caro. La forma en que me lo dijo me hizo pensar en mí misma, aun cuando no estaba de acuerdo con todo.

El tercero en llegar fue Marco, entró con la apariencia de siempre a la hora exacta. Veía hacia los lados confirmando el que no conocía ese lugar, aunque también parecía como si viera a las personas, siendo que algunos sí se le quedaban viendo por su aspecto tan desaliñado.

Al saludarnos percibí el olor a tabaco, por lo que tuvo que explicarnos que había llegado como veinte o treinta minutos antes, esperando fuera mientras fumaba ya que no quería entrar solo por las veces anteriores que con sus amigos habían provocado incomodidad en los vigilantes y visitantes al grado de que les pidieran salir. No le molestaba ni le agradaba que lo siguieran tratando con precaución, por eso Lila se interesó en experimentar si se trataba por su aspecto o compañía.

Discutíamos de lo que haríamos para comprobarlo cuando llegó el cuarto de nosotros, Iván, quien tenía el cabello despeinado por el viento y la respiración agitada por haber corrido ya que pasaban diez minutos de la hora de reunión.

—Lo siento, mis padres me entretuvieron antes de salir. —Se dejó caer a un lado de Marco haciéndose aire con la mano.

—Alégrate, no fuiste el último. —Marco le pasó una propaganda para que se aireara mejor.

—Eso no me preocupaba. —Agradeció el papel—. Es raro pero siempre que voy tarde, Tom también llega tarde así que procuro apresurarme para al menos ganarle a él.

—Bien, eso de verdad es raro —dije en lo que tomaba el libro que Lila había estado leyendo para saber de lo que trataba.

El último par llegó al mismo tiempo, quince minutos más tarde de la hora, Tom alegó que se la había encontrado en la entrada de la plaza y que por eso venían juntos, sin embargo nosotros hicimos bromas en todo el camino hacia la taquilla del cine para decidir por fin lo que veríamos.

La elección quedó en empate donde Marco y Tom querían ver una de terror mientras Valeria y yo queríamos ver una de animación; Lila no tardó en desbalancear las opciones cuando apoyó la de los chicos así que la decisión final quedó en Iván, quien se mostró algo incómodo por ser quien tuviera la última palabra.

Para convencerlo, Tom y Marco hablaron de lo mala que era la película, que no asustaba y que era más para reírse; por eso Valeria y yo también expusimos lo mejor de nuestra selección. Lo que logramos fue confundirlo más hasta que nos pidió unos segundos para decidir.

—Veamos la de terror, es una que seguramente no durará mucho en cartelera así que la otra la podremos ver otro día.

Se veía inseguro con su resolución, nosotros nos observamos sorprendidos, al menos yo no creía que habría una segunda reunión como esa antes de que él lo hubiera sugerido de esa forma. En ese momento la idea me hizo muy feliz, sin embargo no lo demostré pues tenía miedo de que los demás no sintieran lo mismo.

—No hay que olvidar que al lado de la prepa hay un cine. —Valeria habló primero, tan sonriente como siempre, los demás compartieron la alegría.

—Saliendo de clases, tal vez. —Aceptó Lila encogiéndose de hombros sin mucha convicción.

—O saltándonos alguna.

Aunque la mitad de nosotros no estaba en desacuerdo con la alternativa de Marco, decidimos tomarla como broma antes de que Lila e Iván fueran a la taquilla a comprar los boletos mientras nosotros buscábamos una mesa para esperar pues la función más cercana estaba a una hora de que comenzara.

El primer tema que salió, ya que estuvimos los seis acomodados en la mesa, fue sobre el trabajo de literatura, siendo lo primero que señaló Valeria el que hubiéramos quedado en parejas a pesar de que sabía que en mi equipo tenía a dos de mis amigas, Tom con uno de los suyos y dos de Marco, y una con ella misma.

No fue sorpresa que los tres equipos hubieran elegido cómic pues era lo más fácil de hacer y presentar, lo que sí nos sorprendió fue que el libro elegido fuera el mismo.

—Y por eso es que Iván nos va a prestar su libro. —Tomás rodeo el cuello de Iván con su brazo, más como si lo ahorcara que si lo abrazara; por eso fue rechazado casi de inmediato por su amigo que hizo una mueca un tanto malhumorada que cambió rápido por una sarcástica.

—Así que elegiste esa porque me escuchaste. —La respuesta del acusado fue de una sonrisa sin vergüenza.

—En realidad tenemos dos libros, Lila también tiene el suyo así que no nos pelearemos. —Lila e Iván se vieron para después suspirar aunque no se veían molestos, de hecho parecían divertidos.

Dimos alternativas sobre cómo y cuándo sacarles copias pues ellos también necesitaban leerlos así que no nos los podían dar inmediatamente, ni tampoco nosotros podríamos leerlos tan rápido para pasárselo al siguiente. Marco proponía llevarlo en la mañana a la papelería frente a la preparatoria, donde las copias costaban diez centavos, y recogerlos al salir, sin embargo ninguno de nosotros quería ser quien lo llevara tan temprano. Lila se quejaba de que no sería quien lo llevara cuando Tomás nos recordó que ya debíamos formarnos por las golosinas o no nos daría tiempo.

Dentro de la sala Lila pidió que yo me sentara en medio de ella y Valeria para que llevara las palomitas, a pesar de que le pedí que ellas se encargaran de eso pues los sustos sorpresivos de esas películas me harían tirarlas. Aún así ella insistió ya que durante la película me estuvo quitando el bote cada momento en que uno de esos sustos sucedería lo cual me ayudó a que no me tomaran tan de sorpresa.

Al salir comenzamos a caminar por la plaza mientras hablábamos de la película, los tres que la eligieron no dejaban de reír por lo irreal y estúpido de algunas situaciones y de cómo los personajes parecían haber sido realmente tontos. Hasta que terminó la euforia provocada, Lila recordó el experimento que quería hacer con respecto a Marco, lo que comprobó que sí se trataba de su forma de vestir pues el resto había notado unas cuantas de las miradas de algunos vigilantes y transeúntes.

Entonces se le ocurrió a Tomás que podían cambiarle un poco la apariencia si él le daba su chaqueta. Estaban por entrar al baño para arreglarse lejos de la vista de los demás, cuando también metió a Iván con la excusa de que el chaleco desgastado de Marco no le combinaría con el resto de su ropa por lo que necesitaba de la sudadera del tercero y que este llevara el chaleco.

A empujones y reclamos, los tres entraron y tardaron menos de cinco minutos en salir. Tomás lucía como siempre, sólo menos arreglado de lo normal, Iván entraba en el aspecto de vago como si siempre lo hubiera sido aunque no tenía toda la intimidación en la mirada y postura como Marco, quien ahora se veía más como un chico normal, e incluso hasta guapo.

El cambio fue obvio, ya nadie lo seguía con la mirada ni lo trataba como algo más que un chico con sus amigos. Después de eso pudimos distraernos con las tiendas de ropa, aunque no entrábamos a ninguna ni perdíamos tanto tiempo frente a estas, lo que fue nuevo para mí ya que mis amigas querían entrar a todas sin pena de sólo pasearse entre los pasillos y vestidores sin comprar nada o poco.

Caminamos medio platicando del cambio de los tres chicos cuando pasamos cerca de una tienda de videojuegos, traté de disimular sin detenerme, sin embargo Valeria se me acercó al oído para susurrarme: “Sé que quieres entrar”.


Al inicio me asusté pensando que había sido obvia, mas al verla tomar el brazo de Iván y el mío, nos arrastró dentro sin decirle nada a los otros tres que siguieron caminando sólo un par de pasos más hasta notar nuestra ausencia, obligándolos a seguirnos dentro sin mostrarse molestos. 

martes, 12 de septiembre de 2017

Iván

Después de tantos años nunca le pregunté a Lila si la propuesta de posponer la apuesta fue por no despedirnos aún o por usarla como verdadera recompensa por nuestro trabajo. Aunque de todas formas no hablamos mucho más las siguientes dos semanas y media en que tardó el maestro en darnos nuestra calificación, sólo en las mañanas cuando nos veíamos nos saludábamos de lejos, o cuando Valeria se acercaba a Tom para hablar de su taller de escultura ya no me dejaba fuera de su conversación.

El mayor contacto que hubo fue cuando Marco se acercó a Lila, en alguno de los momentos entre clases, para preguntarle sobre un tema que no terminó de comprender cuando yo se lo expliqué. Fue un suceso cómico porque los compañeros que estaban ahí se quedaron casi boquiabiertos de ver a la chica más inteligente del salón responder amablemente a las preguntas de uno de los chicos vagos.

Un miércoles el profesor de biología le pidió al grupo salir exceptuando a nosotros seis para la revisión de nuestro examen, en esa ocasión los seis nos movimos, mientras el resto salía, para sentarnos juntos en una misma mesa.

—¿De verdad lo hicieron ustedes solos? —Nos observó arqueando una ceja.

—Claro, así nos lo pidió.

—Y no es como si conociéramos a los otros maestros para que tranquilamente les pidiéramos ayuda. —Me encogí de hombros con una respuesta instantánea que provocó una risa contenida del profesor antes de entregarnos la hoja con un nueve punto cinco sobre esta.

—Lo hicieron muy bien, sólo en un par les faltó un poco de detalle pero en general estaba bien. —Nos vimos los unos a los otros felices por el resultado—. Por eso, además de que este examen no lo tendrán reprobado como el resto, tendrán un punto extra en su calificación final.

Valeria y Cristal expresaron la misma felicidad que todos tuvimos por la noticia al soltar un corto y bajo grito de emoción. Salimos a diez minutos de que terminara la clase luego de una plática corta y simple con el maestro, caminamos juntos hacia la salida jactándonos de la suerte que habíamos tenido sobre el resto.

—Aparten este sábado que iremos al cine. —Valeria alzó los brazos para celebrar, nuevamente, su victoria en la apuesta—. Y necesito que me digan por dónde viven para que encuentre el cine que mejor nos quede de punto medio.

Dio nuestra verdadera hora de salida cuando terminábamos de darle la información que pedía, ninguno de nosotros se sintió mal por no haber podido aprovechar ese tiempo extra, en cambio lo sentimos cuando tuvimos que separarnos. O al menos yo lo sentí.

Para la noche Valeria nos confirmó el sitio al que iríamos así que pude preguntarle a mis padres y, a pesar de que el viernes tendría que repetirles la petición, ese primer aviso fue bastante positivo, ya que no me vieron con preocupación ni con esa cara que siempre me hace pensar que lo que les pido es una molestia.

El viernes, en la tercera clase del día que era sobre literatura de nuestro país, la profesora nos dividió en equipos de cinco por número de lista para un trabajo en el que deberíamos leer una de las tres obras posibles y hacer un resumen en forma de historieta, obra de teatro o mapa conceptual. Curiosamente, de los siete equipos posibles, quedamos: Lila con Valeria, Tom con Marco, y Cristal conmigo, además de los otros tres compañeros en cada equipo.

La maestra nos dio los últimos diez minutos de la clase para juntarnos con nuestros compañeros de equipo y comenzar a ponernos de acuerdo sobre lo que haríamos. En nuestro equipo se encontraban dos de las amigas de Cristal y un chico de otro grupo de amigos que no sobresalía mucho. Al juntarnos el chico se concentró en su celular, las amigas de Cristal la distrajeron con algunas fotos o cosas en sus cuadernos.

—¿Y bien? ¿Cuál elegiremos? —El otro chico bajó su teléfono para vernos, tenía una expresión un tanto fastidiada aunque siempre me pareció que era su aspecto normal. Las amigas de Cristal se encogieron de hombros.

—Yo creo que debería ser la tercera, es la más fácil y corta de las tres, creo. —Me molestaba ser el centro de atención, aunque sólo fueran cuatro personas, lo que me orillaba a evitar los ojos de los demás al hablar, sólo que en esa ocasión me tranquilizó estar con Cristal de alguna manera—. Sólo he leído esa tercera así que… sé que no está mal.

—Esa entonces. —El chico se acomodó en su silla.

—Deberíamos hacer la obra —sugirió una de las chicas mientras la otra se mostraba interesada en la sugerencia—. Dijo que sólo era de una escena, así que tú que ya la leíste podrías decirnos cuál es la más sencilla, la leemos y la hacemos y ya.

—No es una mala idea, considerando lo difícil y elaborado que es el mapa. —Comencé a creer que mi temor por la obra fuera hacerse realidad— Pero creo que la historieta no está mal tampoco, además de que en internet debe haber resúmenes.

—Lo bueno del cómic es que no debe ser tan elaborado.—Cristal me robó la idea junto a mi cuaderno y lápiz, ya que era el único que tenía eso en mi mesa—. Pueden ser dibujos tan simples como esto.

Dibujó recargada en mi pupitre, fueron personitas de un diseño simple junto a unas con la apariencia más caricaturesca aunque sencilla. Estando de acuerdo, el otro chico aportó su propia idea del diseño de personajes en otra parte de mi hoja.

—Hagamos esto democrático. —La otra amiga de Cristal vio al chico para preguntarle lo que quería, este votó por el cómic al igual que yo—. Y nosotras somos tres así que…

—No, yo también voto por la historieta. —La vieron un tanto sorprendidas de que no opinara lo mismo que ella, o tal vez de que simplemente opinara—. No me gusta estar frente al grupo… lo siento.

—Bien… entonces usemos el fin de semana para conseguir el libro y en una semana leerlo. —Decidí intervenir aunque no sabía si ellas estarían molestas o no.

—Dos semanas, no leo tan rápido.

Con la respuesta de una de ellas, la profesora nos permitió salir ya, así que ellas y el otro chico se concentraron en recoger sus cosas para por fin irse. Cristal se me acercó más cuando estaba cerrando mi libreta.

—Perdona el rayón, fue lo primero que vi.

—Está bien, a Tom también le gusta dibujar en esa parte. —Saqué mi cuaderno de nuevo para mostrarle los garabatos que me hacía cuando estaba aburrido en clase y se acordaba que estaba a su lado.

—Sólo son caras. —Cristal se rió cubriendo su boca aunque la alegría se veía sincera— ¿Es una niña o qué?

—Oye, no todos tenemos el don para el dibujo. —Notar que nos había escuchado me hizo reír más de lo que el comentario de ella había logrado, hasta que la llamada de las amigas de Cristal nos interrumpió.

—Cristi ¿recuerdas que íbamos a salir después de clase?

—Oh no, lo olvidé por completo. —Se golpeó la frente sin mucha fuerza— Lo siento chicas, no podré esta vez.

Sus amigas se fueron sin mostrar mayor interés porque ella no fuera, al igual que Cristal lució tranquila. Al final Tom y yo nos fuimos con nuestros amigos, pensé que estaría mal dejarla sola hasta que Valeria se me adelantó para pedirle que se fuera con ella ya que de sus amigas sólo una tomaba el mismo transporte. Según lo que me dijo después.


En mi casa, ya en la noche, cuando les recordé que el siguiente día saldría, de nuevo se mostraron neutrales. Aún sentía sospechoso que no se manifestara su preocupación o molestia porque les pidiera permiso, únicamente el chat de Valeria me ayudó a dejar de darle tantas vueltas a ese suceso pues ella nos contactó para recordarnos la hora y el lugar para el siguiente día. Luego de eso bromeamos un poco hasta las diez. 

martes, 5 de septiembre de 2017

Valeria

Tal vez sea una de las pocas personas que de verdad quisiera regresar a los tiempos de preparatoria donde toda la vida era más sencilla a pesar de que aún no podíamos ser adultos. Tuve varios amigos que me hicieron los días divertidos, aunque sólo cinco de ellos hicieron de mis días horas inolvidables, me dieron las mejores de las alegrías cuando lo único que deseaba era ser mayor e independiente.

Recuerdo que estábamos atorados con los últimos dos problemas del examen de casa, ni siquiera Lila parecía poder encontrar la respuesta a estos y el tiempo se nos terminaba. La propuesta de Cristal fue algo que ya había estado pensando aunque me alivió que fuera ella quien lo dijera porque así podría dar aparte mi ayuda con mi amiga de otro grupo.

Que hubiese aceptado ayudarnos me ayudó a olvidarme un poco de la molestia que sentía porque mis padres fueran hasta la escuela por mí. Es cierto que ya era tarde, pero no vivíamos tan lejos como para que tuvieran que preocuparse tanto, además de que vivía hacia donde Lila vivía así que podíamos ir juntas sin que fuera tan peligroso; sin embargo ellos nunca querían dejarme correr ese tipo de riesgos.

No podía odiarlos por eso, sabía muy bien que lo hacían sin malas intenciones, que sólo querían protegerme aunque ya tuviera dieciséis años. Por eso quería ser mayor pronto, para dejar de ser la carga que me creía ser y poder hacer mis cosas sin tener que estar pensando que mis padres ya me esperaban, que debía avisarles dónde estaba cada diez minutos y con quién. La mayor parte del tiempo era embarazoso hacerlo, me sentía tan mal cuando mis amigas los veían ya esperándome o mandándome mensajes, aun cuando lograba hacerme la tonta con otras cosas para que lo olvidaran.

Al menos no me exigían tanto al estudiar pues nunca me consideré muy brillante ni aplicada así que sólo intentaba cuanto podía para que los permisos no se me negaran, en caso de que pensaran hacerlo.
 
Esperé a que fueran las nueve para agregar los números que me habían pasado, no me llevó más de cinco minutos por lo que antes de hablarles me quedé viendo sus imágenes. Cristal tenía una foto con sus amigas, las cuales no me agradaban mucho por su forma de ser tan creída, lo que era diferente con Cristal por su timidez y modestia; en esa foto ella se veía con una sonrisa más honesta que las de ellas, por eso era que se veía más bonita. Tomás también tenía una foto suya aunque estaba con su perro, o el que yo creía que era suyo, lo abrazaba con un brazo mientras el perro parecía sonreír con su lengua de fuera.

Lila aún tenía la imagen predeterminada que ponen al instalar el chat. Marco tenía la imagen de una banda de rock, o eso me pareció, lo que no era muy diferente a lo que imaginaba de él. Iván tenía una imagen que tuve que ver por un tiempo algo más largo para encontrar que se trataba de un paisaje hecho digitalmente, al verlo mejor noté lo hermoso que era así que me imaginé que lo habría sacado de algún juego o algo similar.

Valei: >>Hola, soy yo Valeria. Mi amiga aceptó ayudar. Hablará con la maestra Estela y nos dejará preguntarle lo que necesitamos.
Cristy:>>Oh bien, así podremos terminar pronto.
Iván: >>Sino es que nos descubren y terminamos peor que los que no harán ese examen…
Tom: >>¿Empezamos otra vez?
Valei:>>Apostemos. Decide qué.
Marco: >>¿Nosotros podemos apostar también?
Tom: >>Apoyo eso. Para ver quién tiene la razón.
Iván: >>Apostaremos calificación ¿no es suficiente?
Cristy: >>No seas así, pon emoción.
Lila: >>Yo apuesto a que si nos descubren, que la culpa sea sobre Valeria.
Tom: >>Técnicamente Cristal dio la idea.
Valei: >>Ya sé! Si nos atrapan Cristi y yo invitamos el cine o la comida o lo que sea. Si no, Lila e Iván… Pues también, invitan.
Marco: >>Me parece justo.
Tom: >> Igual a mí.
Iván: >>Sólo porque no tienen nada qué perder.
Lila: >>Ya veremos si de verdad no pierden nada.

La conversación que creí que duraría cinco minutos terminó siendo de hora y media donde no hablamos de nada sobre nuestras vidas, sólo seguimos la broma de nuestra apuesta pareciendo que no éramos un grupo de seis chicos recién conociéndose.

No había sido mi principal objetivo cuando pedí sus números a pesar de que sabía bien cómo la gente cambiaba cuando hablaba desde un chat a como era cuando hablaban en persona, lo que yo había querido era sólo facilitar nuestra comunicación fuera de la escuela, en cambio el desarrollo que se dio sólo me hizo desear que ese trabajo durara un poco más.


Al final de nuestro día de clases les pedí que me esperaran en la zona donde el cubículo de la profesora se encontraba mientras iba por mi amiga quien ya estaba saliendo, las chicas con las que se juntaba también eran mis amigas y querían acompañarnos hasta que las convencí de que no tardaría en dejar que se regresara con ellas.

—¿Y quién está en tu equipo? ¿Gina y ellas?

—Oh no, fue un equipo… que, se puede decir, lo eligió el profesor. —Sentí que se extrañaría si veía a los chicos de mi equipo, lo mismo que sentí con el resto de nuestras amigas—. Somos algo variado así que no te rías.

Aun sabiendo que no lo haría, se lo dije antes de distraerla con una plática más simple sobre cómo le estaba yendo ese año. Con la profesora ella entró primero para explicarle que éramos alumnos del maestro Roberto, lo que provocó en ella una muñeca instantánea que me llevó a golpear suavemente con mi codo a Iván para que se fuera haciendo a la idea de su apuesta perdida.

—A ver, déjenme ver cómo han respondido los problemas anteriores. —Cristal le pasó la hoja de nuestras respuestas después de que hubiera leído los problemas, los seis nos quedamos en silencio hasta que nos vio con una sonrisa amable—. Vaya que lo han hecho bien, si fuera su maestra y me entregaran sólo esos ocho, les pondría un diez sin dudarlo.

—Qué alivio, no podía dejar de pensar que algo había mal. —Tomás suspiró, los demás nos reímos de su comentario al sentir el mismo alivio.

—Pero no se pueden relajar aún, estos últimos dos son bastante ambiguos. —Se inclinó sobre su escritorio con la parte posterior de la hoja de los problemas lista para garabatear su explicación mientras los seis nos pegábamos los unos a los otros para poder ver todo.

Como lo habíamos planeado, nos explicó qué y cómo buscar sin darnos la respuesta real, lo cual nos dejó muy conformes. Al dejar su cubículo, después de agradecerle y cerciorarnos de que no le diría a nadie de nuestra trampa, nos quedamos en las jardineras más cercanas para comprobar lo que ya habíamos discutido y de cómo Cristal había sido quien había tenido la idea más cercana a lo que debíamos hacer.

Nos fuimos a las tres, el ambiente entre nosotros parecía aligerarse cada vez más. En esos días pensé que sólo yo quería que ese trabajo durara más, por eso hoy me alegro de saber que el sentimiento era mutuo.

El viernes ya era nuestro último día puesto que nuestro examen debía ser entregado ese mismo día hasta las cuatro, que era la hora límite. En cuanto nuestra última clase terminó, los seis fuimos rápido hacia la misma mesa en la biblioteca, en el camino los tres chicos habían tomado los libros en lo que nosotras preparábamos las hojas y sillas.

De nuevo no hablamos de nada que no fuera ese trabajo infernal en el que nos habíamos metido, las ideas fluyeron más rápido que con las primeras ocho pues teníamos aún la explicación de la maestra en mente y por lo que habíamos ya hablado así que en una hora terminamos.

Mientras Iván y Lila daban una revisión final, Cristal, Tomás y yo saltamos de nuestras sillas con los brazos hacia arriba, sólo la advertencia de Marco nos impidió gritar de verdad por la alegría de haber terminado a tiempo. Dejamos la biblioteca a las tres diez, caminamos hacia el salón donde encontraríamos a nuestro profesor sin dejar de platicar sobre nuestra victoria ya que la calificación no nos preocupaba por lo que la maestra nos había dicho.

Con su sonrisa tan extraña, el maestro aceptó nuestros problemas felicitándonos por hacerlo a tiempo y completo, se despidió deseándonos un buen fin de semana y regresó a su clase. Los seis nos quedamos en el mismo lugar viéndonos sin decir nada.

—Y pues terminamos… y todo salió bien. —Fue lo único que se me ocurrió que podría decir sin parecer tan sentimental como esperaba.

—Ya después veremos si fue útil el sacrificio… —Marco se encogió de hombros, tal como parecía ser su costumbre.

—Creo que falta pagar la apuesta. —Fue clara la timidez de Iván al decirlo, Tomás le sonrió para alentarlo—. Estoy dispuesto a pagar cuando digan.

—Supongo que yo igual, si es cine… de preferencia.


Al final acordamos usar el pago de esa apuesta cuando nos dieran los resultados del examen de casa y así poder celebrar si de verdad resultaba haber sido un sacrificio grato. Esa promesa nos permitió no despedirnos completamente de la unión que habíamos formado.