jueves, 28 de enero de 2016

9. Madurar

A unos metros de la entrada a la ciudad se encontraron con Kazu y Suji esperándolos sólo para decirles que tomarían la parte oeste de la ciudad para revisarla. La razón por la que esperaron en lugar de avisarles por el nuevo comunicador fue que aún no estaban tan motivados para seguir con su misión ya que sentían que en ese lugar por fin tendrían que tomar las vidas de sus denominados enemigos.

Perdieron unos minutos en el lugar alegando que necesitaban descansar un poco, Kiza y Yone se habían sentido indiferentes desde la unión de Tanan, sin embargo el nerviosismo de los dos hermanos fácilmente se les contagió ligeramente hasta que la chica tomó la iniciativa de adentrarse en la ciudad.


En su característico silencio, ambos avanzaron por la derruidas calles sintiendo su mente apaciguarse poco a poco por la tensión de los mínimos sonidos en los que debían concentrarse, lo cual no hacía más que cubrir el hecho de que debían tener listas sus armas.

Tanan iba al frente observando cada uno de los edificios que conformaban la amplia avenida por la que andaban, notaba que la mayoría de ellos reservaban poca de su estabilidad pues sus pisos inferiores tenían las paredes destruidas además de grandes daños en los pisos más altos. Todo eso les restaba el trabajo de revisar uno por uno, centrándose únicamente en aquellos que no presentaban mayor riesgo al entrar.

Cada parte de las calles estaba tapizada de escombros y basura que incluía prendas de ropa, papeles, recipientes, mochilas, bolsas de plástico e, incluso, juguetes. Ni Kiza ni Yone eran capaces de distinguir el posible uso de todo lo que alcanzaban a distinguir aunque lo que más terminaba de llamar su atención era la forma en que todo estaba regado.

De alguna forma eran capaces de distinguir la dirección en que las huídas habían tomado camino, los lugares por donde las llantas de los vehículos habían transitado y las zonas donde el desplazamiento había sido forzado. Si bien el viento, la lluvia y el pasar de otros vehículos ya había modificado la evidencia de lo que había pasado ahí, los dos chicos eran capaces de imaginarlo, sin estar seguros de por qué.

Acababan de entrar a una de la calles secundarias cuando los rastros del pasado llevaron a Kiza y a Yone a desviarse sin previo aviso hacia uno de los edificios que aún aparentaba buen estado. La puerta de este se encontraba maltrecha, a punto de perder el agarre que la última bisagra le confería; entraron a la construcción sin hacer ruido, mantenían su mano dentro de la mochila que cargaban pues con fuerza sostenían el arma que deberían usar si el enemigo se presentaba.

Tanan los siguió sin comprenderlos, se había sentido molesta por el súbito cambio de actitud del par sin expresión sin embargo, al notar que algo parecía diferente que en el resto de los edificios, sus sentidos se pusieron alerta tratando de ver todo lo que los otros dos parecían ver.

El primer piso estaba desordenado, como en todos los lugares, Kiza notó porciones oscurecidas en el suelo sin prestar atención a su duda sobre el origen de dichas manchas. Manteniendo todo el sigilo que el deteriorado edificio podía concederles, ascendieron al piso siguiente donde el desastre sólo parecía aumentar.

Por el piso del pasillo se encontraron prendas de ropa, papeles, vidrios rotos y escombros; notaron que en algunas partes de las paredes la pintura había sido rasgada siguiendo un patrón delgado y discontinúo de cuatro líneas, las cuales se encontraban más evidentes en las partes cercanas a las puertas.

En total había cinco puertas, sólo dos se encontraban destrozadas por el golpe que las había abierto. Además del repetitivo desorden, las habitaciones estaban vacías sin nada que llamara su atención hasta que Tanan llegó a la segunda de las habitaciones.

Cuando los otros dos se giraron a verla notaron que todo el color en su rostro se había borrado, sus ojos estaban muy abiertos viendo hacia un solo sitio de la habitación en la que había entrado, sus labios y extremidades temblaban ligeramente sin poder reaccionar más. En el momento en que Kiza y Yone vieron, quedaron igual de sorprendidos.

En esta ocasión la sangre no tenía tanto tiempo desde que había sido derramada pues las manchas, eran mucho más evidentes que las pequeñas en el resto del edificio       al conservar su coloración rojiza aunque oxidada. La mayor parte de las manchas menores se encontraban en la primera pared vista desde la entrada y el techo mientras que las de mayor tamaño se encontraban en el suelo: la primera estaba a unos tres pasos de la puerta de entrada, la segunda en la puerta a la primera habitación.

Lentamente recuperaron los tres su movimiento para entrar a la habitación tras las segunda mancha. Tanan dedujo que se trataba de la habitación de un niño por los juguetes alrededor, sin embargo lo que terminó por engrandecer su incomodidad fue la clara imagen de lo que ahí había sucedido. La cama individual presentaba un total de seis disparos sobre de ella que llevaron a la formación de una mancha pequeña de sangre por el cuerpo escondido debajo, mismo que fue arrastrado fuera para recibir un certero tiro de gracia.

Tanan sólo alcanzó a correr fuera de la habitación antes de devolver lo último que había comido, por su lado Yone sólo pudo remover su vista del escenario que no terminaba de comprender mientras que Kiza se movía hacia la única ventana de esa habitación.

Nada más llegando a la ventana se asomó al exterior donde alcanzó a ver a cuatro soldados enemigos. Incapaz de encontrar su voz por la resequedad en su garganta, lo único que pudo hacer para llamar la atención de sus dos compañeros fue sacar su arma y cargarla. Pronto los tres se encontraron apuntando sus armas sin terminar de convencerse de disparar por la escena que acababan de ver.


Hasta que los soldados comenzaban a salir de su visión, Yone tiró primero del gatillo contra uno de ellos, obligando a las otras dos chicas a seguirlo después para impedir que el resto de los soldados sacaran sus propias armas y los atacaran. El primer ataque dejó a uno desangrándose por el roce de una bala en su cuello, uno con el impacto en su pulmón izquierdo, uno en la cabeza y otro en el abdomen. Fue Tanan quien salió del edificio a darles el último golpe aprovechando la situación para deshacerse de sus propias dudas y malestar causado por lo que habían visto.

jueves, 14 de enero de 2016

8. Incomodar

Se mantuvieron caminando y esforzándose por que el ruido que sus pasos hacían fuera el mínimo para concentrarse en cualquier otro sonido que les indicara la presencia de soldados, sin embargo en todo el recorrido no se encontraron con ninguna otra persona.

Tal como les habían dicho, el camino les tomó un día entero por lo que terminaron llegando a la base cerca del amanecer del siguiente día. Todos los refugios se había hecho entre pequeños pueblos o ciudades alrededor de las más importantes metrópolis de los límites del país enemigo, por ello eran constantes blancos de ataques aéreos, lo que había hecho que los soldados construyeran pasajes subterráneos entre alcantarillas y ruinas de estacionamientos.

Cada uno de estos recintos bajo tierra tenían funciones diferentes que ibas desde el resguardo de provisiones alimenticias y de municiones o armas, atención de los heridos, centro de interrogación y aprisionamiento, entre otros. A los veinticinco chicos los habían hecho memorizarse cada una de las localizaciones de dichos refugios junto a sus principales objetivos y los escuadrones que solían distribuir u organizarlos.

Kiza y Yone llegaron al refugio ocho justo a un par de horas antes del amanecer, como ya les habían advertido. El soldado que cuidaba la entrada, disfrazada como las ruinas de una casa, los guió entre olorosos túneles hasta el que alguna vez fue el sótano de un edificio pequeño, en este había usado las pocas columnas para clavar los sostenes de lonas y plásticos que dividían el lugar entre habitaciones y almacenes pues la principal función del octavo refugio era el reabastecimiento de municiones y descanso previo al cambio de territorio.

El capitán del refugio los recibió con una rápida inspección antes de darles la orden de que descansaran un poco antes de partir en su nueva misión. La pseudo-habitación en la que los dejaron acomodarse se encontraron con Tanan dormida sobre la única cama del lugar y los hermanos Kazu y Suji en un rincón del suelo sentados juntos y dormitando. Los recién llegados se acomodaron sin hacer ruido en otra esquina, se acostaron sobre el suelo tan encogidos como pudieron antes de caer dormidos.

Al cabo de casi dos horas los despertaron para llevarlos de nuevo con el capitán quien les terminó de entregar una porción más de alimentos y un par más de cartuchos para sus armas.

—Ya se les ha explicado la principal misión que tomarán estando en este lugar ¿cierto? —los cinco asintieron en silencio—. Bien, deben asegurarse de que no queden soldados vivos por ningún lado, si se llegan a encontrar civiles deben eliminarlos.

>>El alimento que les encuentren a esos soldados o civiles quédenselo pues les servirá si entre ciudad y ciudad no encuentran puntos de abastecimiento; las armas, por otro lado, deben esconderlas de la forma en que espero ya se les haya explicado —de nuevo asintieron sin decir nada—. Ahora, a cada uno de ustedes se les entregará uno de estos —de uno de los cajones de su deteriorado escritorio extrajo cinco aparatos circulares de color café claro de poco más de diez centímetros de diámetro, cada uno de ellos tenía una pequeña antena de dos centímetros de largo pintada en negro mientras que el frente tenía un pequeño decorado de un milímetro con forma de una hoja verde—. Estos son comunicadores y localizadores.

Abrió la tapa del aparato para mostrar una pantalla en la base que ocupaba casi la totalidad de esta además de una pequeña línea de un centímetro cerca de la zona donde se encontraba la cerradura de la tapa, en esa porción superior estaban los orificios para la bocina.

—Si algún soldados se les llegara a escapar, espero que con estos aparatos puedan contactar a sus compañeros más cercanos.

Al entregárselos les pidió abrirlos y colocar su dedo pulgar en la pantalla, lo cual los activó mostrándoles un mapa en color azul con líneas blancas y puntos blancos que indicaban bases de los soldados de sus país, así como congregaciones de ellos mientras que puntos azules marcaban la localización de los demás chicos.

Paso a paso les enseñaron las funciones básicas de los aparatos, siendo de uso sencillo hasta para los más chicos aunque sus cuidadores mayores no estuvieran muy de acuerdo en que incluso ellos cargaran armas y les exigieran la misma misión de matar a todo el enemigo que se encontraran.

Una vez que los cinco memorizaron todas las funciones de los nuevos aparatos, se les ordenó continuar su camino hacia las ciudades de los alrededores del país para cumplir con su misión. Sólo Tanan, Kiza y Yone fueron detenidos antes de que salieran de la base.

—Hasta próximo aviso, Tanan, deberás de viajar junto a ellos dos —la, comúnmente, inexpresiva chica se mostró ligeramente contrariada y molesta por la orden pues era alguien acostumbrada a su propio silencio y ritmo—. Será sólo por un periodo de prueba y acondicionamiento para todos, después de eso se te dará el permiso de continuar por tu cuenta, si así lo deseas o buscar otros compañeros ¿entendido?

Muy a regañadientes aceptó considerando el poco carácter que le conocía al par de chicos con los que la habían agrupado.

De esa forma los tres partieron, sólo unos metros detrás de los dos hermanos que habían salido antes que ellos. De nueva cuenta el camino fue en completo silencio con cada quién dentro de su propia mente recorriendo sus propios pensamientos.


Tanan caminaba detrás de Yone y Kiza, había estado probando las reacciones de los chicos respecto a ella al tratar de caminar más rápido que ellos sin provocar respuesta en ellos quienes se mantuvieron caminando de la misma forma; lo mismo ocurrió cuando ella se atrasó en su andar.

Algo en ellos le causaba cierta curiosidad e incomodidad con ellos desde que los había visto despertar en la zona de entrenamiento. Sus miradas siempre parecían igual de vacías, lo que la había hecho preguntarse si su amnesia también los había hecho olvidar de cómo expresarse; además de eso había experimentado una confusa sensación de que el par eran más de lo que aparentaban, mezclada con su discreta presencia que hacía que cualquiera se olvidara que estaban en ese lugar.


Había sido por lo segundo que no se había quejado por la decisión de mandarla con ellos, sin embargo ahora que tenía un diferente oportunidad para estar con ellos, su punto de vista cambió. Si bien le agradaba volver a sentirse cuando dejaba de percibirlos, no podía evitar sentir una alerta y miedo cuando no los veía alrededor siempre que ella caminaba más rápido que ellos.

jueves, 7 de enero de 2016

7. Partir

Cerca del anochecer fue que se les entregó el último complemento para su viaje, este consistió en dos paquetes de comida y una botella con agua, lo suficiente para el inicio de su camino en el territorio enemigo.

A su sitio base llegaron seis automóviles normales cuyos conductores eran soldados vestidos en ropas civiles; acomodaron a los veinticinco dentro de estos y los llevaron a la costa en un viaje de tres horas en las que poco pudieron distinguir a través de los oscurecidos cristales de los vehículos que los llevaban. Cuando uno de ellos se atrevió a preguntar si no eran ya sospechosos de ir en coches normales en tiempos de guerra en lugar de viajar en las camionetas que usaban para transportar refugiados, se le respondió que la razón era que no había gente por las calles ya que al encontrarse cerca de la costa y frontera con el país enemigo los civiles ya no habitaban esas zonas y los soldados ya se encontraban cubiertos; las dudas posteriores a eso no fueron aclaradas dejando a los chicos convencerse de que los veinticinco parecían ser parte de un plan más serio y profundo de lo que aparentaba.

En el puerto al que llegaron los esperaba un barco lo suficientemente grande para transportar los seis automóviles y un poco más de carga al país enemigo. Dentro de este los chicos pudieron encontrar lugares donde acostarse y dormir lo que les había faltado descansar desde su salida del centro de entrenamiento.

Tocaron tierra a las tres de la mañana, ordenaron a los chicos a volver a entrar en los vehículos para poder movilizarlos a una zona más desierta aun cuando el mismo puerto clandestino en donde atracaron ya se encontraba vacío por sí solo. Recorrieron los despoblados bordes del país enemigo por cerca de una hora hasta que se detuvieron a mitad de una bosque muerto donde hicieron a los veinticinco chicos volver a formarse de acuerdo a sus estaturas para que les revisaran lo que cargaban en sus mochilas una última vez.

Todo alrededor estaba en silencio, los chicos eran capaces de escuchar las respiraciones de cada uno de ellos, los murmullos de los soldados que habían permanecido en los vehículos y los sonoros pasos del soldado que los había vigilado desde su captura. El cielo nocturno estaba tan contaminado como el diurno, las  nubes en él le daban una coloración un tanto rojiza a pesar de la hora en la que se encontraban, lo cual era lo que les permitía verse entre ellos sin la necesidad de luces artificiales.

—Tenemos ocho bases distribuidas a un día de distancia, aproximadamente, desde este punto; deberán dirigirse a cualquiera de esos lugares para que reciban las últimas órdenes sobre su primera misión dentro de este territorio.

>>Ya se les ha advertido que no pueden viajar en grupos extensos o vistosos, en esos lugares ya conocen todo acerca de ustedes por lo que no necesitan de ningún tipo de identificación. Si en el camino se encontraran con soldados enemigos, no duden en terminar con ellos mas no los sigan si difieren del sitio al que deben dirigirse.

>>Cualquier retraso o falta en la presentación a dichas bases, se castigarán al ser rastreados y enviados de vuelta, si no es que disponen de otra cosa los altos mandos ¿entendido?
Al recibir la respuesta típica de la milicia, el soldado se fue junto a sus subordinados en los automóviles mientras que los chicos permanecían en el lugar viéndose los unos a los otros o examinando un poco más del paisaje hacia la zona donde debía avanzar. De esa forma perdieron cerca de una hora entre murmullos y silencio hasta que Alicia volvió a tomar la iniciativa entre todos ellos.

—Creo que ya es momento... espero que la próxima vez que nos reencontremos pueda ser de vuelta a nuestro país y sin guerra —sin creerse completamente sus palabras, la chica les dedicó una sonrisa sincera para después animar a sus cuatro amigas a emprender el viaje. El resto de los chicos las observó sin mucha confianza de seguirlas hasta que Tanan también caminó, sólo que sin dirigirles alguna mirada o palabra.

Poco a poco el lugar se fue vaciando hasta que quedaron Kiza, Yone y el grupo de Mayi pues parecían tener problemas para convencerse de que debían separarse ya que por sí solos eran los que más llamaban la atención.

—Suficiente, un equipo será de Tahagame, Ryushi y Julián —a la voz de Mayi, el resto de los chicos se mostró desilusionado y consternado por la separación, Kiza y Yone no dejaban de notar como todos ellos trataban a esa chica como su líder, lo cual levantaba un poco de su curiosidad que decidían mantener—. Sé que esto es difícil, ya lo hablamos mucho, así que confíen en mí, ya verán como encuentro la forma en que nos reunamos un poco todos los días y cambiemos los equipos ¿sí?

Los cinco chicos terminaron suspirando y renovando su incondicional confianza en esa chica tan menuda cuyo mirar desbordaba decisión y valentía. Se juntaron en un abrazo por menos de un minuto antes de que los dos equipos se despidieran de los hermanos sobrantes para comenzar su viaje.


Yone y Kiza se quedaron solos en medio del silencio, ya no alcanzaban a escuchar nada de los pasos tomados por sus compañero, sabían que ya era tarde para su propio camino sin embargo algo en ellos les había molestado al ver partir a las primeras cinco chicas. Sin lograr comprender dicho sentir, los dos iniciaron su marcha hacia la zona por donde los menos de sus compañeros se habían dirigido el cual era el norte. Sin más compañía necesaria que el uno y el otro, ambos avanzaron en silencio.