La puerta se cerró
tras de sí al mismo tiempo que una mano tiraba de ella con fuerza y la metía al
transporte. Estaba algo oscuro el interior pero no le importaba; una mujer la
guió hacía una cama y indicándole que durmiera hasta que llegaran al nuevo
sitio, Lía en silencio siguió las indicaciones. Se tumbó de lado, abrazó su
mochila y espero que las lágrimas se detuvieran mientras caía en la oscuridad
del sueño.
Despertó con un
fuerte dolor de cabeza y esa molesta sensación de no haber descansado a pesar
del tiempo que durmió. Estaba confundida y esos malestares no hicieron ninguna
mejora. Notó que su almohada estaba un poco húmeda y los ojos los sentía
irritados, lo que la llevó a saber que aún dormida no había podido detener las
lágrimas.
Soltó la mochila que
aún abrazaba y se sentó en la orilla de la cama; observó que la casa móvil
estaba oscura por tener todas las persianas cerradas, tres almohadas estaban en
el suelo a su lado ya que alguien se había encargado de cambiarlas cuando la
que Lía tenía ya estaba muy húmeda. La casa era pequeña y simple, sin muchas decoraciones
que le ayudaran a conocer un poco al dueño, excepto que todo estaba bien
ordenado y limpio. En cuanto se levantó, una mujer entró a la casa, le sonrió
con simpatía, la tomó de la mano y con una seña le indicó que la acompañara. Lía
no terminó de identificar si era la misma que la había ayudado antes.
Salieron del remolque,
rodearon los demás que estaban estacionados a su lado para llegar a un claro
donde varias personas ya estaban reunidas con un hombre de más de cuarenta años
parado al frente de todos que sonrío de la misma manera que la mujer al ver
llegar a Lía. Le tendió las manos y Lía no pudo resistirse ya que su
acompañante le colocó su mano sobre la del hombre antes de irse a juntar con
los demás.
—Hoy le damos la bienvenida a nuestra más reciente
miembro —exclamó aún sonriente el adulto—. ¿Cómo gustas que te llamemos?
—… Vientchat —ese nombre había rondado por mucho tiempo
su mente aunque hacía años que lo había olvidado, sin embargo en ese sitio fue
lo primero en aparecer.
—Entonces, bienvenida
Vientchat a este peculiar circo, todos formamos una gran familia y confiamos en
todos, espero pronto te sientas parte de nosotros y confíes —él hizo un gesto
estirando su dedo medio e índice frente a sus labios y haciendo una leve
inclinación de la cabeza hacia adelante, los demás presentes repitieron el
gesto; ese acto la hizo recordar toda la atención que tenía en esos momentos y
no pudo evitar sonrojarse puesto que nunca le había agradado ser el centro de
atención. Sólo logró pasear con rapidez la vista y ver a la mujer que la había
guiado, agarrada de la mano del mismo hombre que ese día le entregó el volante
del circo—. Mi nombre es Hantei, soy el líder de este circo, los que se
encargarán de explicarte mejor todo serán Vincent y Nieki, con ellos vivirás si
no te molesta compartir hogar con dos hombres… bueno un hombre y un crío —el
último comentario provocó una mirada asesina por parte del chico que acompañaba
al otro adulto quien se le acercó repitiendo el extraño gesto.
Hantei se marchó al
igual que los demás espectadores, Vincent la guió de regreso a la casa móvil
con Nieki caminando detrás frunciendo el ceño. Mientras caminaban en silencio
pudo notar que los árboles eran raros, tenían la apariencia de los que solía
ver, pero el tronco de estos y las ramas eran de un blanco muy puro mientras
que las hojas tenían tonos violáceos; el pasto sobre el que avanzaban, al menos
era normal, de colores verdes. La llevó hasta la cama en la que había
despertado y le pidió que se sentara, él se sentó frente a ella en una de las
sillas del pequeño comedor mientras que el chico se mantenía de pie a un lado.
—Hay algunas razones por las cuales decimos que es un
peculiar circo —comenzó a decir el adulto—. La primera, que a lo mejor notaste
o que tal vez no creas, es que no viajamos entre estados o países, nosotros
viajamos entre distintos mundos… ¿sabías acerca de mundos alternos? ¿Creías en
ellos?
—No es algo que… de donde vengo, se investigué y se trate
con naturalidad, es algo que lo conocemos por historias ficticias que relatan
en los libros… bueno, lo que se supone son ficticias —a pesar de que sabía que
debía sentir desconfianza o rareza por lo dicho, se sintió muy natural; no sólo
porque muchas veces había leído ese tipo de libros, sino porque le agradaba
imaginar ese tipo de lugares extraños, y los árboles del exterior no hacían más
que confirmarle lo dicho.
—Esa es una gran ventaja, significa que me crees ¿no?
—Vientchat asintió, Vincent transmitía con su mirada verde, sinceridad y
calidez a lo que la chica no pudo hacer más que permitir que invadieran su ser—.
Bien, la otra razón por la que no somos un circo normal es que todos llegamos
por eventos no gratos. Ya sea que huimos del pasado, del futuro, para proteger
a alguien, para protegernos, por la muerte de un ser especial, por varias
razones. No te preocupes si no quieres contar las razones por las cuales estás
aquí, nadie te preguntará pero si deseas hablarlo, cualquiera de nosotros
estaremos dispuestos a escucharte y ayudarte si lo necesitas —ella volvió a
asentir y Vincent le sonrió más ampliamente antes de cambiar a una expresión
sombría—. Y lo más importante que debes saber… el viaje entre mundos está
regido por varias leyes, tanto naturales como impuestas por los guardianes del
orden. La principal de todas es que el tiempo pasa muy diferente en los
viajeros que en los mundos, mientras más nos alejemos de ese mundo, más tiempo
habrá pasado cuando regresemos.
— ¿Significa que si alguna vez volvemos a mi mundo, los
de mi edad podrían ser ya unos ancianos o ya no estar vivos? —en el fondo de sí,
Vientchat sintió un poco de pena y remordimiento con eso que le decía.
—Exactamente… un ejemplo soy yo. Vengo del mismo mundo
que tú, me uní a este circo a los dieciséis años, pero la época en que viví ahí
tú aún no nacías ni tus padres. Era de las épocas más oscuras, donde varias
cosas te hacían acreedor a la muerte y la tortura, más si osabas en cuestionar
el poder y la religión. A nuestro mundo sólo hemos vuelto cuatro veces, y en
esta cuarta te nos uniste… ahora que conoces esta regla ¿deseas quedarte con
nosotros?
—Sí —contestó completamente decidida, tal como su mirada
lo demostraba—. Si logré irme de ahí y llegar hasta este lugar sin preocuparme
por lo que pudiera pasar o con quién me iba, es porque ya no tengo nada a que
regresar a mi mundo…
—Perfecto entonces. Siéntete en casa aquí, Vientchat —él
repitió la extraña seña y esta vez ella no quiso quedarse con la duda sobre
eso—. Es nuestra forma de saludar, a los nuevos y a los que vemos después de
mucho tiempo; este junto a otras cosas es algo que como circo hemos inventado,
también aprendimos varias tradiciones de los circos de otros mundos. Somos un
circo bastante tradicional en cierta forma.
>>Ahora
vayamos con Lucín, ella tiene ropa para ti, fue la que cuidó tu sueño aquí y la
que hoy te guió, es una grandiosa trapecista y, no sé si lo habrás notado, pero
ella es muda.
—Y si te interesa, que no has preguntado y los viejos
olvidaron decirte, el circo se llama “Solu
ko Graten-bret” —habló por primera vez el chico que no parecía poder
cambiar su expresión fría y cortante—. “Alma de árbol” —tradujo al mismo tiempo
que ella susurraba palabras iguales, lo que sorprendió a los dos hombres tanto
como a ella misma.
—Nunca lo había escuchado… pero ese nombre, el nombre de
Nieki y el mío… vienen de ese mismo idioma, realmente no tengo idea de cómo lo
sé, es algo que ya viene dentro de mí.
—Más bienvenida en el
circo no podrías haber estado —le sonrió de nuevo Vincent mientras se ponía de
pie y le ofrecía la mano para guiarla al nuevo sitio que tenían que visitar.
Salieron una vez más,
los cirqueros pasaban apresurados pero cuando hacían contacto visual con Vientchat,
le sonreían cálidamente, como si siempre hubiese estado entre ellos. Aunque en
esos momentos eso no era lo que ocupaba sus pensamientos, lo que sí lo hacía
era ese extraño conocimiento del lenguaje en el que estaba su nombre, por más
que lo intentara no lograba recordar si en algún momento ya lo había visto.
En la casa de Lucín
los hicieron pasar y tomar asiento mientras que la trapecista le entregaba un
montoncito de ropa sin dejar de sonreírle; en ese mismo lugar estaba aquel
hombre del volante, parecía alguien tímido o al menos así se estaba comportando
con ella.
—No debería aceptarla, yo traigo un poco de dinero…
—exclamó Vientchat con la ropa en las piernas.
—En el circo la ropa suele reciclarse, bueno la mayoría y
para los que quieren, así que no te preocupes —respondió el hombre sonriendo
con melancolía como esa primera vez—. Soy Mizio, ella es Lucín y nuestro hijo Ryon
salió a jugar por ahí…
—Mucho gusto en conocerlos… —Lucín se sentó a su lado y
comenzó a cepillarle el cabello, lo que la hizo recordar que debía de tener un
mal aspecto, se sonrojó y agachó la cabeza.
—Ya ni lo hagas, todos ya te vimos en tus peores momentos
—comentó Nieki sin verla y sonriendo de forma maliciosa por primera vez.
—Bueno al menos será una vez en la vida, creo que tú
nunca encontrarás tus mejores momentos —contestó ella sonriendo con la misma
malicia, haciendo que los adultos se sorprendieran.
—Yo siempre estoy en mis mejores momentos, es posible que
una normal como tú no lo note —al decirlo levantó los cortos cabellos
anaranjados que invadían su frente y los echó hacia atrás con el resto, todo
sin dejar de sonreír a su modo.
—Debe ser porque brillas muy poco y nadie lo nota, a lo
mejor y eres menos que normal.
—Tú… —Nieki por fin volteo a verla frunciendo el ceño,
los adultos por fin se soltaron a reír y los dos chicos, tal como niños,
giraron los rostros para evitar verse.
—Y… —la sonrisa de Vientchat desapareció al voltear a ver
a Mizio— ¿Usted sabía lo que pasaría? ¿Por eso nos… me dio ese volante?
—Sí y no… —respondió bajando la mirada.
—Aquí es cuando debo decirte la otra parte de nuestra
peculiaridad como circo —intervino Vincent—. Varios en este circo, al provenir
de distintos mundos, poseen habilidades… lo han llamado poderes, habilidades
sobrenaturales, sobrehumanas… —Vientchat estaba sorprendida por eso, pero no lo
mostró; su reacción era porque no lo había pensado contando el hecho de que
viajaran entre mundos—. Y pues… la habilidad que yo tengo es la de ver ciertos
hechos del futuro, y entre mis visiones estuviste tú llegando con nosotros… y
un poco acerca de por qué viniste. El encuentro con Mizio era inevitable, él de
todas formas te entregaría ese volante… el que yo le dijera un poco era necesario
para que llegaras a nosotros.
—Sabías que él… —a Vientchat se le cortó la voz en cuanto
el remolino de sentimientos empezó y Vincent lo notó.
—No todo, sólo un poco y si lo hubiera sabido bien no
habría podido decirte, ni Mizio ni yo. No porque no quisiera, sino por las
reglas… los que vemos el futuro no podemos decirle a cualquiera todo lo que
sucederá, sólo pequeñas pistas.
—... lo siento, no debí preguntar.
—Está bien, a todos
suele pasarle, yo lo hubiera hecho.
Platicaron por unos
cortos minutos más, después mandaron a Nieki a dejar la nueva ropa al remolque
mientras que Vincent le enseñaba a Vienchat los preparativos que siempre se
hacían al llegar a un nuevo sitio. La mayoría de las personas se estaban
encargando de arreglar la carpa, limpiar el sitio, reparar atuendos que lo
necesitaran, afinar instrumentos, preparar las golosinas, los boletos, las
luces, el sonido y el orden de apariciones; eran pocos los que estaban
entrenando para sus actos porque, según dijo Vincent, los mejores
entrenamientos los hacían ya que todo estuviera instalado y hubiese pasado la
primera presentación. Fueron unos cuantos los que salieron a entregar
propaganda y a correr la voz de la llegada del espectáculo.
Vientchat estaba
maravillada al ver que la mayoría de las tareas que realizaban las hacían
usando sus habilidades; eran muchos los que tenían alguna, por no decir que
todos. Ella no pudo evitar preguntar si alguna de las habilidades era usada en
el espectáculo.
—Eso sería hacer trampa… consideramos que no estaría muy
bien visto. Son muy pocas las ocasiones donde la han utilizado, la situación
debe ameritarlo.
— ¿Y qué situaciones lo amerita?
—Cuando el mundo
necesita una chispa de magia, recuerda que nosotros trabajamos para traerle
felicidad al público.
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