jueves, 10 de diciembre de 2015

6. Cercer

El comentario de Alicia poco tuvo para quedarse prendado de las memorias de los chicos debido a que la única puerta del lugar por fin se abrió. Los veinticinco chicos se encogieron lo más que pudieron en sus lugares exceptuando a las parejas que bordeaban la puerta, estos observaron a los tres militares que entraron.

Vestían ropas de los soldados del país donde habían estado, Kiza y Yone no podían recordar si eran los mismos que los habían noqueado o los que habían buscado más personas en su edificio. Los tres llevaban sus rifles a la espalda, dos de ellos se quedaron a los lados de la puerta impidiendo la salida de cualquiera que lo intentara mientras que el tercero dio un paso hacia adelante para contar a los chicos y analizarlos antes de comenzar a hablar.

—Todos ustedes han sido traídos a este lugar después de corroborar que no tienen un lugar establecido y que sólo vagan.

>>Por ello, y porque ya se han tenido muchas bajas en el frente, se ha decidido que se les entrenará con la finalidad de que sirvan a su país como unos soldados especiales, auxiliares. Como tal serán preparados por los siguientes siete días hasta que se les envíe al país enemigo a cumplir con su misión.

>>Les voy a pedir que salgan al patio en este momento con orden, no traten escapar de ninguna manera pues una bala es mucho más rápida que sus pies —en sus lugares algunos de los chicos se vieron entre ellos mostrándose asustados o inquietos sobre las palabras del hombre. Fue hasta que los tres llevaron sus armas hacia adelante que los jóvenes por fin se levantaron—. No serán lastimados de ninguna forma mientras sigan nuestras indicaciones, nosotros no somos el enemigo que deben odiar.

Con los dos soldados bordeando la puerta los chicos salieron por fin de la habitación. Frente a ellos se encontraron con el patio al que deberían dirigirse, desde ese lugar pudieron examinar mejor el sitio donde los habían llevado. Altas murallas de poco más de tres metros cubrían el único edificio del lugar que estaba dispuesto en forma de L con el patio en el centro, dicha construcción estaba compuesta por cuatro pisos; más de treinta y cinco habitaciones habían sido parte de los salones de esa escuela abandonada por los tiempos difíciles junto a las de las oficinas, almacenes, baños y el comedor. Para formar una herradura con los edificios, había una segunda construcción más pequeña en cuanto a perímetro, este tenía en la porción baja un auditorio y en la porción superior una piscina ya seca.

Notaron que la mayor parte de las habitaciones estaban siendo utilizadas como hospital auxiliar para soldados y campo de entrenamiento aunque ellos eran los más jóvenes ahí dentro. Los hicieron formarse en cinco filas siguiendo un orden por alturas, los tres soldados se plantaron de nuevo frente a ellos para examinarlos por unos segundos, los más nerviosos y desconfiados notaron que detrás, en los pisos superiores y en otros puntos estratégicos por las murallas había más soldados encargados de la vigilancia general. No tenían forma de dejar ese lugar.

En ese primer día les hablaron en concreto sobre su labor en el país enemigo, de cómo irían vestidos y actuarían como chicos normales para acercarse más hacia soldados y refugios donde podrían cumplir misiones de espionaje aunque la mayor de su misión sería la eliminación de soldados activos. Después de la explicación que dejó a muchos preocupados y asustados, los hicieron seguir un corto entrenamiento de acondicionamiento que empezó con trotar alrededor del patio en once vueltas.

El segundo día se concentró en más acondicionamiento físico y en la enseñanza sobre las armas que se les proveería: una pistola semiautomática, un rifle de francotirador y un cuchillo de caza. Sólo la segunda no la portarían a todos lados pues sería la que se les entregaría cada que se les asignara una misión especial, la cual se las explicarían cuando el momento llegara. No sólo les enseñaron a usarlas, también a darles mantenimiento, repararlas y armarlas, además de que les dieron una corta explicación sobre el resto de las armas que pudieran encontrarse, esto con el fin de evitarlas, robarlas o destruirlas. De entre los que más rápido aprendieron el uso de las armas fueron Tanan, Kiza, Yone, Kazu y Suji.

El tercer día continuó con los entrenamientos de acondicionamiento y el uso de armas, se le agregó una extensa clase sobre la geografía del territorio enemigo, la zona por la que llegarían, los puntos tomados por los soldados de su país; la vestimenta, armas, vehículos y zonas de mayor congregación de los soldados enemigos y las estrategias que les conocían. Les advirtieron que no los querían viajando en grupos grandes y que la mayoría de las veces debían pasar inadvertidos tanto con sus compañeros soldados como a los enemigos.

El cuarto día siguió acumulando las labores anteriores, en este día se les agregó el entrenamiento completo de peleas cuerpo a cuerpo pues lo necesitarían en los momentos en que requirieran de robar comida o cuando perdieran sus armas y aún necesitaran defenderse. El día anterior había sido un tipo de descanso para sus cuerpos en entrenamiento, sin embargo ese día volvió a aumentar, dejándolos de nuevo exhaustos a la hora de dormir aunque ya no terminaban tan adoloridos como el segundo día.

En su quinto día los mantuvieron todo el tiempo activos puliendo las habilidades enseñadas, en conjunto con la implementación de nuevos ejercicios que les demostrara que habían aprendido correctamente la forma en que se mantendrían en el país enemigo.

Su sexto día fue de descanso medio pues el inicio de este lo tuvieron centrado en los conocimientos de primeros auxilios y otros tratamientos de supervivencia que pudiera aplicar individualmente o entre ellos. Con esto se les prohibió acercarse a las zonas donde se desarrollaran batallas más grandes entre verdaderos soldados. El resto de su día terminó con más acondicionamiento.

El día final fue de relativo descanso. Se revisó que todos hubieran desarrollado al máximo sus habilidades; se les entregaron mochilas, a los que no tenían antes de ser capturados, donde pudieran ocultar sus armas, municiones, dos mudas de ropa, unas pocas medicinas, vendas y utensilios para el tratamiento de sus heridas. Cerca de la tarde el mismo trío de soldados se presentó en su solitaria habitación en la que al final del segundo día se les habían otorgado literas.

—Han concluido satisfactoriamente su entrenamiento, ya pueden ser llamados como Soldados Auxiliares, sin embargo aún hay una advertencia que debo darles —repasó a cada uno con la mirada antes de seguir hablando—. Allá afuera se encontrarán no sólo en el territorio enemigo, sino en el campo de batalla de una verdadera guerra, no deben mostrar piedad de ningún tipo pues ellos no se las mostrarán si los llegan a descubrir sin importar sus edades.

>>Sé que algunos de ustedes llegaron juntos pero deben recordar que si alguno de ustedes es herido no tienen tiempo que perder en recuperaciones, deben seguir su camino. Lo mismo va para cuando alguno de ustedes muera, no pueden quedarse lamentando su muerte por mucho tiempo, lo mejor es que ni siquiera lloraran y continuaran en lo que se le ha encomendado. Maduren de una buena vez, ya nadie los verá como niños mientras estos conflictos continúen.

jueves, 3 de diciembre de 2015

5. Conocer

Despertaron aturdidos e incómodos, por instinto se buscaron el uno al otro antes de examinar sus alrededores, sin embargo esto se vio limitado ya que la habitación en la que se encontraron no tenía mucha luz, esto hizo que sus ojos tardaran en acostumbrarse para notar las sombras de más personas, al mismo tiempo en que se daban cuenta que el poco ruido que podían escuchar era de los discretos murmullos de esa gente.

Sin ventanas u orificios en las paredes, ambos chicos no pudieron determinar la hora del día; se encogieron uno junto al otro muy pegados a la pared, se les hacía extraño aún tener sus mochilas colgadas aunque al revisarlas notaron que de nuevo estaban tan vacías como la primera vez que las habían obtenido, o recuperado. A falta de esas ventilaciones  fue que se dieron cuenta que el aire dentro era pesado y demasiado caliente, debía de haber bastante gente en el lugar si ese espacio, relativamente amplio, podía llenarse de esa forma.

Evitaron encontrar miradas con los demás cautivos, en primer lugar porque no se sentían completamente interesados por ellos y en segundo lugar porque sentían que de alguna forma resultaría confuso o peligroso hacerlo. Por ello fue que pasaron, lo que a ellos les parecieron horas, viendo hacia el suelo frente a ellos sin hablar, sólo centrando su oído en el exterior pues tenían la puerta a su lado. Así fue hasta que escucharon el leve sollozar que poco a poco fue incrementando en volumen, distinguieron el lamento de un niño que después provocó el llorar de una niña de aparente edad similar.

Algo en ellos despertó dentro, no sólo fue la curiosidad de saber si estarían rodeados de personas de diferentes edades sino que también fue un desconocido sentir como si algo les estrujara el centro de su pecho; ese extraño sentimiento en su interior aumentó conforme el dolor se hacía más palpable en la voz de los dos pequeños aun cuando sus aparentes guardianes les susurraban lo que podían para calmarlos. Muy sutilmente se levantó de nuevo el murmullo del resto de los ocupantes del lugar provocando la ansiedad en los que estaban con los pequeños que lloraban.

Kiza y Yone se vieron obligados a por fin observar a las demás personas que llenaban la habitación cuando una de ellas se levantó desde un pequeño grupo, con mucha cautela caminó hacia los dos pequeños que lloraban y les ofreció una pequeña bolsa que los últimos llegados imaginaron que se trataría de comida escondida o algo de ese tipo. Sólo así el silencio completo volvió a la habitación.

Quien se había movido había sido una chica de edad similar a la de Kiza, esta recorrió la habitación con la mirada antes de regresar a donde antes había estado sentada, justo en medio de otras cuatro chicas que aparentaban ser un poco más jóvenes que ella y menos arriesgadas por la forma en que se apretujaron contra ella.

De una sola mirada lograron contar veintitrés personas en total además de ellos, no distinguir el rango de edades o siquiera las apariencias de todos por culpa de la oscuridad que persistía. Notaron a la chica, que se había levantado, viéndolos con una sonrisa amable y algo aliviada; estaba por hablarles cuando la luz de la habitación se encendió provocando que todos cerraran los ojos por la molestia que la repentina iluminación les causó, algunos incluso se quejaron.

En silencio esperaron a que la puerta se abriera o que algún sonido les llegara desde fuera, en cambio el lugar permaneció como antes por los minutos que todos ahí se quedaron inmóviles hasta que la misma chica de antes se volvió a levantar aunque sin dejar el lado de sus cuatro amigas, de nueva cuenta recorrió con la vista a todos los chicos del lugar sin dejar de sonreírle a cada uno con el que cruzaba la mirada.

—¿Hay algún herido? —algunos en la habitación negaron con la cabeza, otros como Kiza y Yone, dejaron de observarla intuyendo lo que seguiría. La chica se giró hacia sus amigas para sonreírles abiertamente cuando una de ellas tiró de una porción de su pantalón para pedirle que volviera a sentarse—. Creo que no nos haría ningún mal presentarnos, digo, no hay nada mejor qué hacer y no parece que seamos enemigos.

El silencio siguió a su voz de nuevo, esta vez sólo cuatro chicos de diferentes grupos aceptaron abiertamente su propuesta así que ella siguió hablando—. De derecha a izquierda ellas son: Teresa, Fania, Ana y Tania, yo soy Alicia, tengo catorce años y ellas doce.

Para Kiza y Yone, las cinco chicas tenían una apariencia común si tomaban como referencia a las personas que habían visto en el hospital; todas ellas tenían un aspecto descuidado y cansado, muy  diferente a las personas con las que Henko vivía por lo que intuyeron que también vagaban como ellos dos. La mirada de la voz cantante se fijó en los dos chicos que tenían a su lado izquierdo, ambos se habían mantenido en una posición como la de Kiza y Yone; esos dos tenían un aspecto más maduro y, un tanto, más miserable que el de las cinco primeras, sólo el vivo color de los ojos azul rey del más alto y los violetas del otro los hacía destacar de aquellos que se habían encontrado en el lugar donde habían despertado. El par se observó el uno al otro antes de que el de los ojos azules se decidiera a hablar.

—Soy Kazu, tengo dieciocho años, y él es mi hermano Suji, dos años menor... —Alicia les agradeció con una de sus sinceras sonrisas, después cambió su mirada hacia los siguientes que se trataban de dos gemelos guardianes o hermanos de los dos niños que habían llorado; eran los menores quienes tenían un mejor aspecto que los otros dos dando a entender que, o bien tenían poco de haberse juntado, o los dos gemelos se esforzaban por cuidar a los dos pequeños aún a costa de su propio bienestar.

—Ellos son Enki y Denka, son mellizos y tienen ocho años —el hablar de uno de los gemelos fue llano en cuanto a emociones, todos notaron a los dos nombrados encogerse entre los brazos de sus protectores al notar las miradas que se habían centrado en ellos.

—Yo soy Robu y él es Hobu... tenemos catorce años —el segundo gemelo sonó aún más frío, a pesar de eso, la chica les agradeció de la misma forma. La siguiente en la habitación era un solitaria joven de aspecto mucho más descuidado que el resto por su cabello alborotado y sucio que le cubría casi la mitad del rostro escondiendo su mirada salvaje, trató de ignorar el hecho de que la atención de la habitación estaba centrada en ella mas al no ver la pérdida de la curiosidad del resto tronó la boca y habló.

—Soy Tanan, también tengo catorce —aún al hablar evitó hacer contacto visual con alguno de los demás chicos; terminó encogiéndose más sin retirar su vista de la discreta grieta en el suelo frente a ella. Sin detener su medio de agradecimiento, Alicia cambió hacia la siguiente pareja compuesta por una niña y una joven.

—Ella es mi hermana Kotaru, tiene quince años, y yo soy Arinoke, tengo diez años —en contraste, la menor de las dos aparentaba ser mucho más vivaz que la mayor quien parecía un tanto sombría aunque en el momento en que Arinoke se giró hacia ella para sonreírle orgullosa de su rápida presentación, todos la vieron suavizar su mirada para regresarle media sonrisa de aprobación. Agrandando su propia sonrisa, Alicia siguió su animación para las siguientes presentaciones.

Se trataban de tres chicos de hipnóticos ojos rojos con destellos purpúreos, uno de los mayores y el más joven tenían un descuidado cabello rubio que trataban de mantener oculto en las capuchas de sus sudaderas. De entre ellos, el del cabello castaño era quien parecía el más animado mientras que el menor era quien evadía las miradas del resto:—. Zokun tiene dieciséis años, su hermano Sitomu y yo, Riaku, tenemos diecinueve —fue él el primero en responderle la sonrisa a la chica con la misma amabilidad con la que la hacía, por eso fue que soltó una muy corta y discreta risa antes de girarse hacia el grupo más grande entre ellos.

Juntos y en silencio se habían mantenido seis chicos donde sólo dos parecían ser los mayores, era un grupo de tres chicos y tres chicas aunque todos parecían centrarse en una sola chica de una apariencia tan normal como el de las primeras presentadas, fue ella quien tomó el papel de representante— ¿Cómo hacerlo?... —casi al mismo tiempo en que expresaba su duda sobre la mejor manera de presentarlos sin que se confundieran, encontró la respuesta al levantarse y pararse a un lado de cada uno que presentaría. Comenzó con el más alto y más llamativo por su cabello rubio y ojos celestes—. Él es Shayanu, tiene diecinueve años —dio un paso para poder señalar al siguiente cuya particularidad eran unos ojos violetas tan vivos como los de Suji—. Él es Ryuji y tiene diecisiete.

Para los siguientes cuatro regresó a su antiguo lugar:—. Nosotros cuatro tenemos quince años, la seria aquí es Tahagame, el sonriente es Julián, la adorable es Ramy y la habladora soy yo, Mayi.

Su tipo de presentación terminó de aligerar el ambiente que Alicia había comenzado a cambiar, ambas líderes innatas intercambiaron una sonrisa y mirada como si fueran confidentes de muchos años atrás y no meras extrañas recién conocidas. Fue cuando la atención se centró en los últimos dos que el ambiente pareció propenso a volver a la incomodidad pues el aspecto de los dos chicos, el cual no notaban, era casi tan miserable como el de los primeros.

—Yo soy Kiza y el Yone... aunque no estamos seguros de eso ni de nuestra edad... —la sorpresa no pudo ser ocultada de los rostros más expresivos de los chicos que ya se habían presentado.

—¿Por qué...? ¿Por qué dices eso? —al final fue Fania la primera en animarse a hablar para preguntar lo que a todos les había despertado la curiosidad.

—Porque no recordamos nada, despertamos sin memoria —el silencio volvió a la habitación provocando que los últimos presentados se encogieran aún más en su lugar tratando de evitar fijarse en la forma en que el resto los veía.

—Debió haber sido difícil... bueno... creo que ha sido difícil para todos en realidad —su alegría fue ligeramente ensombrecida por la melancolía.