Cuando
el personal del hospital notó lo que pasó con el paciente, ya era demasiado
tarde para aplicar métodos de resucitación. Beatriz había terminado su relato a
los amigos de su hermano cuando su teléfono sonó con su papá llamando. Escuchó
los sollozos de su mamá al otro lado mientras su papá la apuraba a subir de inmediato.
La
noticia devastó a la familia, sacudió a los que debieron cuidarlo y derrumbó a
los seis que recibieron la noticia tres horas después de que Beatriz se hubiera
separado de ellos.
Ante
el dolor de la pérdida, los padres no presentaron cargos contra el hospital por
la negligencia cometida, ni la hermana le permitió a los seis amigos hacerlo
por lo largo del proceso y porque Gabriel estaba de acuerdo en que tarde o
temprano Iván habría encontrado la forma de cumplir su único deseo.
El
funeral fue sencillo, no hubo nada religioso, sólo la reunión de la familia materna
y paterna que era cercana, los seis amigos sólo llamaron a Samantha, llevaron a
sus parejas, hermanas y padres que habían conocido bien al chico.
La
lúgubre reunión duró lo que la incineración; se llevaron flores y palabras de
aliento a los padres que seguían sin querer creer que su hijo había sucumbido a
una enfermedad y no a un capricho, sin importar las miles de veces en que su
otra hija les repitió el diagnóstico del psicólogo, sin importar que ella sí lo
llamara como depresión al hablar con sus parientes, sin importar cuánto se los
explicaran, porque ni así su hijo regresaría a ellos.
Cuando
el tiempo de despedirse se dio, los cinco se reunieron con las dos personas que
Iván amó más allá de la amistad.
—Hagan
lo que hagan, no se separen de nuevo —les dijo Samantha antes que cualquier
otra cosa—. Iván siempre me contó de la conexión que tenían los seis, de la
forma en que sus dolores y penas disminuían estando juntos…
—Sí,
los seis —repitió en un tono amargo Valeria mientras las lágrimas volvían a
caer, su cuerpo tembló como su voz mientras se abrazaba a sí misma.
—Los
cinco lo encontraron ¿no es cierto? —Gabriel trató de ayudar.
—Demasiado
tarde —Marco fue quien respondió, también lloraba aunque se controlaba un poco mejor—.
Por tanto tiempo lo conocimos y no hicimos nada, nunca lo notamos.
—No,
no, saben que eso no querría él.
No
hablaron más, trataron de alejarse sin despedirse entre ellos, ni Samantha ni
Gabriel sabían qué más servía para decir, pensaron en ir por Betty, mas sabían
que estaba ocupada con su familia; las hermanas de los otros podrían ayudar,
sin embargo estas ya se habían ido con sus padres.
—Ok,
ya, suficiente. —La voz de Tomás hizo a todos detenerse, desde que la noticia
se les había dado, él había mantenido el silencio más terrorífico de los cinco,
creían que era el más afectado por haberlo conocido antes y mejor. Al verlo
este se secó el rostro con las mangas de su saco oscuro y los volteó a ver con
una expresión furibunda aunque las lágrimas aún caían—. Iván no se fue del
todo, se ha ido a donde ya no lo escucharemos pero no significa que él no nos
escuche.
>>¿Qué
creen que va a pensar si ve que por su culpa nos separamos definitivamente?
¿Creen que estará feliz si nunca lo visitamos de nuevo? ¿Si lo olvidamos? Ese
idiota, al que amo y nunca dejaré de amar, no tendrá respiro, todos los días le
diré lo que no vivió, lo que no hizo y nuestra separación no va a ser parte de
ella.
>>Además
—se secó de nuevo las lágrimas mientras bajaba de tono su voz después de que
los que aún no se iban lo hubieran volteado a ver—, dijimos que le contaríamos
algo la próxima vez que estuviéramos los seis ¿no? No podemos hacerlo en este
momento, así que prepárense para la siguiente ¿entendido?
Todos
vieron a los cinco abrazarse, Tomás quedó en el centro mientras los cuatro lo
rodeaban, pronto sus lamentos provocaron que los que aún veían se fueran para
darles su momento pues lloraban tan desgarradoramente que causaba incomodidad o
lágrimas en otros.
Samantha
y Gabriel sólo se quedaron un poco más para asegurarse que no pensarían en separarse
de nuevo. Todos los que los conocían sabían que sería difícil para ellos, que
muchas veces su decisión flaquearía, sin embargo confiaban en que siempre
habría alguien que los hiciera regresar a su promesa.
La
siguiente vez que se vieron fue tres semanas después del funeral, ya estaban
más tranquilos cuando se encontraron frente a la urna que los padres de Iván
mantenían en la casa, les dieron su espacio y se alejaron para que hablaran lo
que desearan con su hijo.
—Bueno…
verán… —Cristal comenzó—. Como recordarán, mi papá se fue a la casa de su mamá antes
de que me graduara, nos enviaba dinero y llamaba regularmente pero yo ya no lo
perdoné… no lo invité ni a la ceremonia de graduación, la fiesta o mi titulación…
Y me arrepiento, tal como Lila me dijo. —Bajando la mirada empezó a llorar—.
Murió hace un año, entendí mucho de lo que quería hacer de mí, de lo que me
ayudó a ser lo que hoy soy pero no lo hizo bien, nunca me habló bien de lo que
quería y se portó muy grosero, no puedo perdonarle por esas veces en que trató
de golpear a mi mamá o a mí… pero sé que me quiso.
>>Con
mi mamá mi relación empeoró también, como el malo ya no estaba, ella se negó a
ser la mala y me mostró indiferencia, más bien por fin noté su indiferencia… Me
fui de casa en cuanto tuve mi primer trabajo y sólo le envió un poco de dinero
y le hablo ocasionalmente, pero ya no he ido a verla desde hace dos años… Sé
que me arrepentiré de nuevo, pero aprenderé a soportarlo.
—Mi
papá se jubiló hace tres años —Tomás sólo esperó a que Cristal le dijera que continuara,
ya que sus ojos estaban secos—. Mi hermana trabajó desde que salió de la prepa,
a un año de graduarse encontró su trabajo definitivo pero se quedó aún viviendo
con nosotros a pesar de lo temprano que debía despertar para irse. Mi hermana
menor se fue más lejos a estudiar su carrera por lo que papá se fue con ella a
rentar cerca hasta que terminó, entonces se mudó con su novio, quien se lleva
muy bien con papá.
>>Para
su cumpleaños número treinta, mi papá, mi hermana menor y yo le regalamos su
primer coche a nuestra hermana mayor por todos sus sacrificios por cuidarnos.
Ella aún vive con papá para cuidarlo, tiene novio y está por casarse, al
parecer las bodas de ambas quedarán por la misma fecha si siguen esperando…
Seguimos siendo unidos, amamos mucho a nuestro papá.
—Bueno…
—Lila fue la tercera en hablar— mi mamá nos dejó la casa a mi hermana y a mí,
ella encontró un nuevo esposo, y como nosotras ya éramos mayores de edad sólo
nos enviaba dinero para nuestros gastos, pero en cuanto comencé a trabajar le
dije que yo pagaría por nosotras dos, aunque sólo me duró tres años hasta que
mi hermana se independizó económicamente. Dejé que se quedara con la casa
porque mi trabajo estaba más lejos y porque tenía a Alan, con quien ya había planeado
vivir.
>>No
odio a mi mamá, escapó del dolor a su manera, tal vez fuimos otra fuente de
memorias y por eso se alejó tanto, sin embargo aún le importamos porque nos
habla diario, recuerda nuestros cumpleaños y nos da regalos, mi auto fue de
parte de ella… Ahora ya no tuvo hijos, pero estoy segura de que es feliz con su
nueva pareja que no hemos conocido en persona.
—Después
de que me salí de casa, si ustedes recuerdan, le dejé mi número a mi mamá—Marco
siguió, esta vez sin temor a lo que fueran a pensar de él—, traté de llamarla
una vez a la semana pero cada que respondía era para insultarme, no ayudaba en
nada. Al final de la carrera traté de contactar con mis hermanos pero ya eran
caso perdido y no quería que se fueran a aprovechar de mi trabajo así que no
insistí, con mi padre fue lo mismo. Sólo sé que luego de que me fui, dos años
después se fue mi hermana, ya sin hijos mi mamá por fin dejó a mi papá.
>>Un
par de veces he intentado volver a hablar con mi mamá pero sigue tan furiosa de
que su hijo más inútil haya logrado algo que sólo habla conmigo si esta ebria. Únicamente
le marco en su cumpleaños. —Encogiéndose de hombros Marco acabó su relato.
—Uy
no, mis papás me dejaron vivir lejos hasta dos años después de graduarme, y eso
porque les dije que me quedaría mucho en el laboratorio de investigación —Valeria
habló sonriendo—. Las veces que tuve que salir del estado o el país, ellos me
llamaron casi cada dos horas hasta que se los cambié por mensajes y los regañé.
Voy a verlos todos los fines de semana y días libres, les hablo cada noche para
contarles de mi día, aún me siento demasiado protegida por ellos, pero ya es
menos, ya hablé sobre eso y de verdad se esfuerzan, ahora que tienen más tiempo
hasta parecen enamorados de nuevo.
Hablaron
sobre sus planes a futuro, vieron quienes estaban más pronto a casarse, los que
tenían problemas con sus parejas y sobre sus trabajos. Planearon las vacaciones
que habían decidido tener juntos y alguna otra salida que querían hacer.
Obviamente
la pérdida por el sexto de ellos aún pesaba en sus corazones, aún sentían
rencor porque los había abandonado sin nada que decirles, sin embargo esperaban
cubrir todos esos sentimientos negativos con el tiempo y mantenerse unidos, no
sólo para sus reuniones de actualización. Muchos años aún les restaban por
vivir, por acumular y contarle a aquel que se negó a acompañarlos, quien no
pudo ser curado. Por eso no se perderían, ni lo olvidarían.